En ocasiones cuando se analizan las acciones de guerra sicológica implementadas por Estados Unidos a lo largo y ancho del mundo en el pleno ejercicio de la Guerra de IV generación, olvidamos mirar hacia el interior del imperio, pasando por alto el detenernos y cuestionarnos el por qué un gobierno imperial, con una administración totalmente enfocada en la materialización de su hegemonía mundial a través de los medios más atroces, se mantiene estable en una sociedad con tantos problemas y en la cual no están siendo atendidas la mayoría de las necesidades de la población (salud, vivienda, educación y trabajo), la sociedad estadounidense.
Dentro de sus fronteras, la administración imperial tiene el mejor de los laboratorios para experimentar con la utilización de armas estratégicas de guerra sicológica y dominio de masas. Armas que se enfocan en la imposición de creencias y valores. Armas que moldean las actitudes del ciudadano ante lo que le rodea. Artillería enfocada en condicionar la conducta de quienes son blanco permanente. Disparos efectivos que llenan de sumisión mental a sus objetivos. Redes ideológicas lanzadas para atrapar grandes cardúmenes de ciudadanos inocentes y desprevenidos. El control mental en la Guerra de IV generación, antes que la muerte o rendición, es el fin perseguido con ambición desmedida por el gobierno estadounidense sobre sus habitantes.
Con esta crisis mundial actual, que tiene su génesis en USA, que evidencia las mayores repercusiones en USA y afecta a la mayoría de la población de USA, sorprende que las protestas de calle contra el capitalismo así como las marchas y tumultos de población indignada por el cinismo y la injusticia de un sistema donde se privatizan las ganancias pero se democratizan las pérdidas, se vean con frecuencia y masiva asistencia en cualquier país del mundo menos en USA. La sociedad estadounidense muestra tranquilidad y calma, nadie protesta, nadie se arrecha, nadie se organiza, nadie marcha, nadie cuestiona el sistema, nadie es el germen de un cambio, nadie tiene otro punto de vista, nadie critica lo que ve a su alrededor. La complacencia es el común denominador. La sumisión es el estandar mental y racional del habitante común. Las armas han dado en el blanco y el territorio gris de los ciudadanos ha sido conquistado por su gobierno. Las águilas tienen en sus garras a la presa encefálica de toda la sociedad, y no piensan soltarla jamás. Se invierte la ecuación y la “democracia” ahora es del gobierno, por el gobierno y para el gobierno.
En Francia vemos que la 3M anuncia el despido de 3 mil empleados y los trabajadores organizados secuestran a uno de los altos directivos de la empresa y le exigen, en pleno encierro, que garantice condiciones laborales para todos, eso sin contar con los grupos de manifestantes en las calles quemando cauchos y exigiéndole garantías al gobierno de Sarcozy. En USA, en cambio y aunque usted no lo crea, se perdieron 742 mil empleos sólo en marzo de 2009 y usted no ve ningún caucho quemado en las calles, ningún trabajador marchando por sus derechos, ningún grupo de desempleados exigiendo medidas verdaderas a Obama para revertir la crisis, no se ve a grupos organizandose en la lucha de calle contra un sistema injusto que privilegia a los poderosos. Sólo robots, robots sin conciencia, robots sin motivación, robots obedientes a la cara de vidrio que se resignan a soportar con “esperanza” la llegada de un cambio cuya máxima expresión será la modificación del tono cromático de la piel de su presidente.
Como vemos, la hipnosis mediática cumple su cometido. Cada individualidad en USA se ha convertido en juguete de la mente del “master” que los usa a su antojo. La masa no decide. La masa no actúa. La masa sólo importa para comprar y dinamizar la economía a través del consumo injustificado y desmedido. La masa, es influenciada a través de mensajes que bombardean cada milímetro de la existencia individual y condicionan el comportamiento humano al consumo y a la desmotivación política. Las esquirlas ideológicas de las granadas mediáticas destruyen cualquier vestigio de pensamiento crítico. Lo importante en la sociedad son las frivolidades, el beisbol, los talk shows, el fútbol americano, la vida de los famosos, las tendencias que marcan la moda, los juegos de video, la nueva vida de la gente de color en la Casa Blanca, las películas en estreno. Todo se reduce a cosas superficiales que no son vitales. Cada robot da su vida por cosas que no necesita. Cada robot sigue con detenimiento y atención el curso que le dicta el péndulo de su hipnotizador. El principal factor para ejercer el control social es el mago de la cara de vidrio.
Estados Unidos, como nación o como estructura de poder, simplemente aplica en el exterior lo que ha funcionado tan eficientemente en su interior. El sueño americano tan sólo es eso, un simple sueño. Nada es real. Todo es un show, todo es la apariencia, todo es mostrar lo que no se es. La verdad se confunde con la ficción en tal grado, que de un momento a otro la ficción se convierte en la realidad. Los robots viven la realidad que otros les hacen creer. Ese es el escenario de hoy día en USA. Lo contrario son sólo pequeñas evidencias de personas conscientes y revolucionarias que intentan disentir de la cotidianidad que los rodea. Nada de que preocuparse en realidad.
Quizá sólo el 1% de la población en USA, puede dar muestras de actitud crítica ante el sistema, pero esto significaría aproximadamente 3 millones de individuos dispersos en un universo de 300 millones, sin ningún tipo de organización y, mucho menos, plan programático para revolucionar la estructura y bases de un sistema corrompido. El enemigo ha sido reducido en su mínima expresión. En el país de los robots, se sigue imponiendo la guerra de cuarta generación.
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