jueves, 14 de mayo de 2009

El torero sale a matar, no a informar


En la promoción de “celebración” que Globovisión elaboró por sus 10 años de inicio de transmisiones, es bastante claro y evidente la traslación audiovisual que el creativo de esa empresa comunicacional hace de la ficción a la realidad o de la realidad a la ficción que, en todo caso, para ellos es lo mismo. Un video espontáneo, un video elaborado con ideas globovisionistas, supervisado por Zuloaga y aprobado por Ravell. Una muestra propia de lo que es Globovisión y de la visión que tienen aquellos que hacen vida diaria allí. El espíritu de la empresa comunicacional, desnudado por ellos mismos para que todo el país lo vea. Pero hay un detalle que la disociación sicótica no dejó ver dado que la idea del creativo muestra más de lo que quieren sus dueños. La idea del guionista sólo perjudica la imagen del canal. Veamos por qué.

La idea central es el símil que hacen de manera directa y frontal entre la supuesta tarea de informar que lleva a cabo Globovisión diariamente, y la labor de un torero al más propio estilo español con un flamenco interpretado por una cantante que llama a “despertar” a Venezuela que, de paso, es un concepto foráneo desvinculado totalmente de nuestras raíces autóctonas como pueblo independiente de la corona española. Supongo que asumen o desean volver a los tiempos de la sumisión de nuestro pueblo al imperio español. Pero bueno, todo esto rodeado del ambiente más lúgubre que pudiera prepararse. Todos los trabajadores de la planta vestidos de negro, con rostros serios y velas en la mano. Todos parece que oran y rezan, suposición que se corrobora al visualizar una virgen. Se ve un mensaje “¿Globovisión es un canal, un partido político o una secta?”. Las imágenes se intercalan con el torero que se prepara al ruedo y también reza frente a velas, persignándose al terminar. Refieren el símil entre el trabajo comunicacional y la batalla. No aclaran nunca qué es lo que son a través del texto, simplemente lo hacen con imágenes. A mí me parecen una secta satánica: todo oscuro, velas en las manos, vestidos de negro y adorando una imagen.

El grueso del video se inicia entonces. Imágenes rápidas de violencia. Imágenes de grupos de chavistas en las calles confrontando a los mercenarios de la información. Destellos momentáneos de situaciones extremas mezcladas con el desempeño habilidoso del torero esquivando al toro. Un chavista enfrenta bruscamente a un reportero y este lo evade; el toro embiste con furia al torero a lo que el bárbaro usa el capote con destreza para engañarlo. Esta es la percepción que Globovisión tiene de lo que hacen diariamente. Nada tiene que ver con informar. Nada tiene que ver con dar a conocer la realidad. Todo gira en torno a engañar al toro. Todo se basa en tener un capote vistoso y colorido para distraer o confundir al animal.

La mayor virtud de Globovisión, tal como lo muestra el video, no es la verdad, no es la honestidad, no es la ética. Su mayor virtud es el uso de la fuerza mediática y comunicacional. El efecto de shock es lo primordial. Imágenes impactantes y atractivas que estimulan la emoción antes que la razón. Su virtud no es el debate o confrontación plural de las ideas. El torero, sólo está de su parte y no puede escuchar al toro. La “bestia” es su enemigo a muerte. A un torero, así como a Globovisión, no se le puede pedir consideración para con su trofeo viviente. Al torero le importa un bledo que el toro esté arrecho y enfurecido por los sufrimientos a los que ha sido sometido horas atrás; mucho menos entiende que es una reacción natural de un ser viviente al verse amenazado. Lo peor es que, en el mismo ruedo, el toro le llega a los tobillos a su contrincante quien dispone de armas y artilugios para lograr su propósito irracional. El torero, como todos lo sabemos, sale al ruedo a matar.

Esta es la connotación del video que con tanto orgullo muestran en el comando central del sicariato informativo a nivel nacional venezolano como lo es Globovisión. Diez años batallando con una bestia es lo que para ellos significa comunicar e informar al país. Diez años engañando a un animal que no entiende que quien manda es el torero. Una década en que el toro no asume su rol de servir de alimento al victimario. Una década donde el mercado de la información, mal llamado medio de comunicación, ha usado sus cámaras como banderillas; ha producido reportajes para usarlos como capote; los estoques y espadas son los avances informativos que destruyen la realidad a voluntad del mejor postor y el rejón de muerte, la difusión soñada y anhelada del tubazo anunciando la caída o muerte del “dictador”.

A la final, Venezuela corroboró que la tauromaquia mueve a toda Globovisión. La información veraz y oportuna no tiene cabida en ese canal de televisión. Sus reporteros, guionistas, productores y comentaristas se sienten y fungen como toreros de profesión cuyo fin último es asesinar la mente, convicciones, creencias autóctonas y luchas del pueblo con su distorsionada y falsa información.