Así como en el teatro, en política muchas cosas son sólo una puesta en escena. |
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Analizando en frío las elecciones Primarias de la Mesa de la Unidad (MUD) como un proceso largo y conflictivo que acaparó gran parte de la atención mediática del año pasado e inicio del presente, las largas discusiones secretas para aprobar sus acuerdos y normas, todas las polémicas generadas, las pugnas internas entre las diferentes toldas partidistas, las descalificaciones directas e indirectas, estudios de opinión que exhacerbaron la “competitividad” junto al resto de sucesos y hechos enmarcados en la diatriba política de la oposición, causa suspicacia el desenlace de “película” obtenido al haberse realizado efectivamente el proceso eleccionario que deparó en la escogencia del candidato de la “unidad”.
La Comisión Electoral de Primarias (CEP) cuerpo en la MUD dedicado al diseño del proceso como tal, estuvo siempre consciente que de manera obligatoria unas elecciones a lo interno en la oposición debían apuntar a dos objetivos fundamentales: 1) desmitificar la desunión y conflictividad de un sector en pugnacidad constante por la atomización de intereses, 2) demostrar superioridad numérica en cuanto a participación popular en contraste con el chavismo a través de elecciones limpias apegadas a la legalidad.
La CEP sabía que el primer objetivo “desmitificar la desunión” del sector oposición, debía transitar obligatoriamente por episodios de fricción, pelea a cuchillo y exhacerbación que culminarían en un “amor y paz” al unísono proveniente desde cada uno de las caras visibles del liderazgo opositor, sólo de esta manera sería creíble el compromiso por la “unidad”. Aunado a esto, era necesario que se hiciese ver a la oposición como un número de sectores distintos que confluyen en una misma idea y trabajan por un mismo objetivo: la unidad de Venezuela. Por ello es que vimos a candidatos que representaban, en teoría, diferentes sectores con visiones distintas del país pero coincidentes en el ideal de “trabajar todos unidos”: Pablo Medina, sector de trabajadores y sindicalistas con ideas radicales que incluían una nueva constituyente; Diego Arria, sector de exiliados pudientes y meritócratas de la Cuarta República que hablaba de una transición pero con posturas radicales contra el chavismo institucionalizado; María Corina Machado, sector de la oligarquía venezolana y grupo de industriales que intentó persuadir a través de su Capitalismo Popular; Pablo Pérez: sector de la partidocracia con AD, COPEI y UNT a la cabeza que buscó captar votos al ser el candidato del “pueblo”; y Henrique Capriles Radonski, sector del Poder económico nacional y extranjero ligado a banqueros e industrias del sector alimentos que siempre marcó pauta por ser el candidato del consenso y de la no conflictividad a lo interno ni a lo externo.
La CEP actuó con premeditación, dado que muy poco de lo ocurrido el año pasado y al inicio del actual fue casualidad. El plan ya estaba definido: las elecciones primarias proyectarían al líder que “fusionaría” los intereses de “todos” los sectores del país. Leopoldo López sabía, desde el momento en que se inscribió en las Primarias, que tarde o temprano apoyaría a Capriles. Su papel fue fingir competitividad con el líder de las encuestas para luego unírsele y apoyarlo de forma sorpresiva e incondicional. La plutocracia colocó a los candidatos en el escenario para ganar y arrebatarle el poder a AD y a la partidocracia. Por eso es que tres candidaturas sin “sentido” ni “lógica”, dado el rezago en las encuestas, nunca desistieron de su interés en mostrar participación y competencia “limpia” a pesar de la obvia derrota que se avecinaba. El consenso no era opción porque esto destruiría el impacto mediático y la catapulta al liderazgo “popular” del candidato electo de la “unidad nacional”.
Se realizó la elección y ninguno de los contrincantes presidenciales derrotados se quejó. Todos salieron como borregos a “unírsele” a Capriles proyectando mediáticamente un liderazgo capaz de cohesionar a todos los sectores del país. Todos le alzaron la mano sonrientes. Dejaron atrás el mito de la desunión y mediáticamente consolidaron la “unidad de Venezuela” a través de un hecho tangible. AD fue cómplice de este teatro simplemente porque no tuvo otra opción. El poder económico y su dominio del escenario se impuso y forzó la negociación/”rendición” de AD. El candidato electo dijo “éramos competidores, ahora somos un equipo”. Objetivo Número 1 logrado en el escenario de la obra: “Ya demostraron Unidad”.
Para alcanzar el objetivo número dos “demostrar superioridad numérica a través de elecciones limpias” la CEP sabía que debía recurrir al Consejo Nacional Electoral (CNE) como ente que, a pesar de haber sido señalado como fraudulento por el mismo sector opositor, evidencia una trayectoria impecable avalada tanto nacional como internacionalmente . Muchos se equivocan al argumentar que el CNE ganó credibilidad y “reconocimiento” por parte del sector opositor como institución del Estado Venezolano o Poder público independiente. Ni la MUD, ni los líderes opositores ni el candidato de la “unidad” creen en el CNE más allá del colateral rol legitimador que tuvo en las fraudulentas primarias. Eso lo sabe la CEP que usó al CNE en su beneficio, con sus condiciones y con sus reglas. Según mi apreciación, el error cometido por el ente electoral fue dejar que un sector tradicionalmente tramposo y al margen de la Ley le impusiera sus reglas en un evento que, a la final, nunca controló ni del cual puede garantizar la confiabilidad de que el sufragio ejercido corresponda a la regla 1 votante = 1 voto. El problema no está en la totalización de los resultados ni en la infraestructura electoral que es lo que controla el árbitro comicial. El problema radica en lo que el CNE no controló, que fue el ejercicio del voto. La trampa no fue ganarle a AD o a su candidato porque ellos fueron cómplices, la trampa era obtener una cantidad de votos que los colocara al mismo ranking del chavismo.
A pesar de las irregularidades, mediáticamente se legitimó la MUD quien sustrajo del CNE justo lo necesario para generarse un aura de “legalidad” y “transparencia”. De paso, y dejando boquiabiertos a los mismos seguidores de la oposición más que al chavismo, produjeron (fraudulentamente) más de tres millones de votos que constatan mediáticamente el “arrollador” sentimiento de “unidad nacional” y de “cambio” que tiene el “país”. Objetivo Número 2 logrado en el escenario de la obra: “Tsunami de votos obtenidos en elecciones avaladas por el CNE”.
Para posicionar el logro de éstos dos objetivos los medios han fungido como cómplices, tanto los privados como los del Sistema Nacional de Medios Públicos (SNMP), explico: los privados apoyaron, respaldaron, defendieron y enaltecieron a la oposición proyectando los mensajes necesarios que le dieran calor a la contienda electoral de las primarias, transmitiendo credibilidad en el evento como tal. Del otro lado, el SNMP contribuyó a través de la contrainformación con el posicionamiento del evento en la agenda mediática, y lo que es peor aún, perdió tino, foco y credibilidad al quedar por el suelo la matriz de opinión e información tendiente a vaticinar casi con plena seguridad la no realización de las elecciones opositoras. Yo también caí en ese error de predecir la no realización de este evento electoral y vaticinar el tradicional consenso. La jugada de la MUD fue maestra en ese sentido: con una puesta en escena falsa, acapararon la atención de los medios del Estado en la diatriba política opositora para dar un revés mediático notable usando las fuerzas del “enemigo” a su favor. El arte de la guerra se basa en el engaño y la MUD es especialista en ello.
De ahora en adelante y luego del evidente fraude realizado por la CEP a través de las primarias tocará ver la reacción de la opinión pública en cuanto a este evento y el posicionamiento de las posturas políticas impulsadas por los medios de comunicación. Los Medios de oposición ya tienen la línea editorial de dejar atrás todo lo relativo a las Primarias, deben ver al futuro y enfocarse de lleno en la campaña contra el socialismo posicionando al ungido candidato de la “unidad nacional”. Sólo volverán al tema de las primarias para sacar provecho a través de la victimización del sector oposición por la “arremetida violenta” del gobierno “dictatorial” que está “aterrado” ante la “crecida notable” de sus contrarios.
El SNMP deberá escoger si contrainformar y dedicar gran parte de su agenda a posicionar la idea de lo fraudulento de la oposición, desmintiendo los 3 millones de votos y cayéndo en su diatriba política o armar la artillería del pensamiento para disparar mensajes enfocados en la Campaña de reelección del Comandante Presidente, en su gestión y programa de gobierno tangible que sigue siendo respaldado mayoritariamente por el 65% del Pueblo venezolano, y en el basamento ideológico del socialismo: amor al prójimo y mayor suma de felicidad posible para el Pueblo venezolano.
que cagada de artículos: Como hace ud para vivir en el imperio, con asco me imagino
ResponderEliminarCuando los anónimos dejen de serlo, valdrá la pena iniciar un debate.
ResponderEliminarComo siempre,excelente análisis.
ResponderEliminarEl SNMP debe entender cual es su objetivo y cumplir con los lineamientos del Comandante,que no es otro más que promover y mostrar los logros de la Revolución.
Por último,a los de la oposición les digo que este alegron de tisico lo que me da es lástima,así que disfruten su victoria fraudulenta y tracalera mientras puedan,porque el 07Oct les daremos en la cara con el triunfo arrollador del comandante Chávez.
KENNY, SALUDOS DE UN HERMANO DE ECUADOR, FELICITACIONES!!! TU BLOG ES BUENISIMO.......REFLEJA TODO LO QUE LLEVAS DENTRO DE TI, NO CAMBIES NUNCA, UN ABRAZO A LA DISTANCIA.
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