La estatua de la Libertad y superman (venezolanos) |
Tuve
que ir al Sambil, ¡ya vá! No vayan a chillar diciendo que los
chavistas no van al Sambil, que por qué no voy a una plaza y demás
tonterías. Siempre que puedo voy para cuanta plaza, parque o espacio
público pueda porque los centros comerciales me parecen una jaula
para hamsters gigante donde los “seres humanos” caminan en
círculos una y otra vez como autómatas predispuestos a consumir. En
fin, fuí al referido templo del consumo para hacer una gestión en
la oficina de CANTV que allí hay.
Caminando
por los laberintos de la “jaula” me pude percatar,
lastimosamente, de dos jóvenes que lucían con orgullo prendas de
vestir con una bandera gringa grandotota. Eso sí, las chamas tenían
pinta de criollas así que no vayan a salir conque eran turistas
estadounidenses de visita en el país. En ese momento empecé a
tratar de conseguir a alguien con alguna prenda que
hiciese alusión a la bandera de Venezuela y nada de nada.
¿Qué
es lo que somos o qué creemos ser? ¿con qué nos identificamos?
¿cuál es nuestro referente de vida? ¿qué idolatramos? Son
preguntas que apuntan a nuestra identidad. ¿Hay en Venezuela
infinidad de los llamados “estadounidenses potenciales”, gente
que detesta lo criollo y se muere por partir al norte y vivir el
“american dream”? Pues lamentablemente creo que sí, hay muchos.
La
independencia clave que deberíamos consolidar como nación tiene que
ver con la independencia cultural. La independencia cultural genera
soberanía identitaria. Acá vemos una invasión de elementos
culturales foráneos por doquier y nadie dice nada, nadie regula
nada. No es casual que más del 80% de películas, contenidos
audiovisuales, música, etc vengan de la industria cultural
anglosajona u occidental o copien su modelo pero con el sello
“nacional”. Salgan a la calle y véanlo: somos un territorio
invadido y colonizado culturalmente por intereses del extranjero.
Venezolanos que quieren más a EEUU que a Venezuela, aún sin saber
nada del imperio.
¿Cómo
ser un país potencia cuando los miembros de ese “equipo” piensan
en ser como el jugador contrario? ¿Cómo querer lo nuestro y
cuidarlo si ni siquiera nos interesa y mentalmente estamos
configurados para querer irnos de acá y vivir la “patria soñada”?
Allí está el eje estratégico del que debiera partir nuestra
revolución: cambiar mentes, ganar voluntades, crear lealtades y
consolidar la patria venezolana, no el sueño americano.
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