En Venezuela hay competidores GRANDES que dominan la escena |
Economías
netamente capitalistas, como la estadounidense, se basan en la
competencia como principal motor que dinamiza la producción,
distribución, comercialización y consumo final de bienes a nivel
interno. Aluden privilegiar la “libre empresa” cuando en realidad
cuentan con uno de los marcos legales más rígidos para normar las
relaciones comerciales y la forma como las empresas y sus actividades
inciden en la dinámica económica. Como son maestros de la
propaganda, se llenan la boca hablando de libertad, pero a la hora de
la verdad lo que hay es restricciones por todos lados.
La
Comisión Federal de Comercio tiene más de un siglo en Estados
Unidos dedicada a proteger a los consumidores. Como tal, establece
regulaciones elementales que privilegian la competencia justa, más
no la “libre” competencia. Se basan en leyes antimonopolio, y
tipifican acciones específicas que son consideradas como ilegales a
nivel del comercio interno. Es decir, las empresas allá no tienen la
libertad de hacer lo que les venga en gana. Se considera ilegal:
fusiones entre compañías, acuerdos entre competidores, acuerdos
entre fabricantes y distribuidores o concesionarios
de productos, monopolios, contratos de exclusividad, y otras
prácticas anticompetitivas. En Estados Unidos la competencia se basa
en los precios, la selección y el servicio. La competencia beneficia
a los consumidores manteniendo precios bajos y alta la calidad y
opciones de bienes y servicios.
Venezuela,
nuestra patria, es el vivo ejemplo de lo opuesto. Acá vemos
predominancia de monopolios, duopolios, oligopolios, monopsonios,
cartelización, contratos de exclusividad, acuerdos entre
competidores, cadenas de comercialización que pertenecen a un mismo
dueño, especulación, usura, acaparamiento, contrabando de
extracción, etc. Existe una institución denominada Procompetencia,
perteneciente al gobierno, que esboza entre sus propósitos
administrar la Ley para Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre
Competencia en beneficio de los productores y consumidores que
realizan actividades en el territorio nacional. Obviamente, a nivel
comercial y económico en Venezuela lo que menos se hace es competir.
El mayor
desafío de la revolución bolivariana está en ordenar la economía
nacional de manera que las relaciones comerciales se lleven a cabo de
manera justa. Los precios jamás se podrán controlar en la medida
que las condiciones del mercado privilegien a los más poderosos. En
socialismo, la competencia justa a nivel económico es también una
opción.