Siempre
he creído que una de las profesiones u oficios más difíciles de
ejercer es el periodismo, porque quien estudia para ello o quien se
especializa en el área normalmente no tiene en su mente ser dueño
de un medio. De hecho, dudo mucho que en la academia le inculquen a
quienes estudian Comunicación Social que su propósito profesional
es llegar a poseer un canal, periódico, revista, etc.
El
capitalismo mediático impone una dinámica donde los medios
pertenecen a mafiosos, delincuentes de opiniones, asesinos de la
verdad. El billete mata cualquier vocación. El consejo editorial le
da un machetazo directo al ímpetu de cualquier periodista porque, a
decir verdad, los intereses del periodista no son los mismos
intereses del dueño del medio. Por eso el que ejerce el oficio de
comunicador siempre anda en una cuerda floja. Debe manejarse entre su
interior, su conciencia, su verdad, su ética y el interés de la
élite o élites que de alguna forma u otra controlan el medio para
el que trabaja. Esto involucra tanto a la esfera pública como
privada.
Hoy más
que nunca creo que existe la posibilidad de aniquilar esta forma
neandertal de ejercer la comunicación. Los periodistas pueden hacer
su propio medio, para lo cual cuentan con infinidad de herramientas
en el mundo de la web 2.0. Ya no hay que depender de ingentes
recursos para dar a conocer un punto de vista, para informar, para
comunicar. La mesa está servida y la democratización de la
comunicación es más tangible.
El
periodismo es necesario como también es necesaria la verdad. De mi
parte, a quienes dicen verdades, les extiendo la más afectuosa
felicitación en su día, invitándolos a leer un extracto
del libro “Amarillo, Azul y Rojo” del excelente escritor
venezolano Pedro María Morantes, mejor conocido como Pío Gil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario