miércoles, 30 de diciembre de 2015

Ingredientes para una Guerra Civil

Un Estado fallido es propicio para una Guerra civil

En Venezuela se aplica una Guerra Económica, mismo método ejecutado en más de una decena de países en donde se han derrocado gobiernos a lo largo y ancho del planeta en más de medio siglo. Existen libros, documentos, expedientes, videos, documentales, archivos, etc, pero no existe un sólo grupo de izquierda que se disponga a estudiar todo este material para idear y sistematizar una estrategia efectiva que permita derrotarla. El desenlace parece irreversible.

La Guerra Económica es sólo un frente en el teatro de operaciones de la Guerra No Convencional. Muchos líderes de izquierda la mencionan, pero no entienden a cabalidad la lógica de sus tácticas ni comprenden a profundidad su estrategia. Tampoco descifran lo que se debe o no se debe hacer en función de evitar que la Guerra No Convencional logre su objetivo primario: revertir el apoyo popular que sostiene a un gobierno para que implosione el sistema político porque los habitantes de un territorio ya no confían en sus autoridades. Las autoridades a cambiar tienen actitud hostil y objetivos contrapuestos a los intereses de EE.UU. Se busca un cambio de régimen sin la utilización directa de la violencia militar formal, a menos que las condiciones así lo viabilicen.

La Guerra No Convencional tiene mucho que ver con simbología, con la moral, con la percepción que la opinión pública tiene de los hechos, con el imaginario colectivo. El 6D representa un éxito táctico para los actores que implementan la Guerra No Convencional en Venezuela, pero su objetivo va mucho más allá. Mucho antes y desde las elecciones parlamentarias desarrollan una campaña sistemática para acelerar la deserción y marasmo de los simpatizantes del chavismo porque deben reducir a la mínima expresión el grueso de casi seis millones de votantes que simpatizan con la izquierda. Los escenarios de 2016 no podrán desencadenarse a plenitud al menos que la parcialidad social identificada con Chávez sea reducida a una cifra notablemente inferior.

Todo lo que favorezca la percepción de que en nuestro país las instituciones no sirven, de que el orden democrático ya no es la respuesta, de que la legalidad llegó a una situación de obsolecencia, será afín a los intereses de quienes buscan sustituir al Gobierno Bolivariano. La amenaza de una intervención extranjera siempre está latente, pero esto no se materializará si las condiciones objetivas no son propicias para darle legitimidad a un movimiento de repercusión internacional. La tesis de Estado fallido debe ser tangible y la confrontación entre grupos humanos dentro del territorio debe darse como un hecho.

A partir del 6D hemos visto un desencadenamiento de confrontaciones entre poderes. La narrativa manejada desde la derecha apunta al cambio para “hacer las cosas bien”, pero desde el poder ejecutivo se proyecta la idea, una y otra vez, que “no se van a aceptar acciones que vayan contra los logros de la revolución”. Discursivamente las autoridades chavistas promueven el desconocimiento de la institucionalidad y de otros poderes. Se llama a la “rebelión” para defender logros. Adicionalmente, de manera indirecta se ha mermado la credibilidad del ente comicial con las denuncias de fraude que, a fin de cuentas, simbólicamente refieren que la trampa se impuso en la victoria de la derecha.

Los cuestionamientos sobre el TSJ no se han hecho esperar. El Poder Judicial recibe también ataques desde la derecha para hacerlo ver como ilegítimo desacreditando a sus magistrados y los mecanismos utilizados para su nombramiento. En resumen, los poderes establecidos en nuestra Carta Magna son bombardeados de forma inclemente consolidando la percepción de caos institucional (desconocimiento entre poderes, Estado fallido). En una circunstancia así, lo que vale es crear vínculos y afinidad con el estamento militar, es por ello que la MUD declaró que llegó a la victoria del 6D gracias al “civismo del pueblo, las fuerzas armadas y los medios internacionales”. Su propósito es claro y juegan adelantado, vislumbrando un enfrentamiento que posiblemente ocasione posturas militares y exigirá definiciones.

El escenario para el 2016 luce extremadamente complicado con unas instituciones que discursiva y lingüísticamente afianzan la percepción de Estado forajido. En concreto, la línea discursiva del Gobierno Bolivariano debe traducirse en lo que sí se hará, a lo positivo, flanquear la confrontación e imponer una narrativa constructiva, de avance, de futuro. Debe entenderse que cualquier acción que se lleve a cabo en afrenta a la nueva AN será proyectada como un atentado a la voluntad de la mayoría. Es imprescindible evitar a toda costa declaraciones en las que el Presidente confronte al Parlamento, nunca debe hacer alusión directa a éste, no debe mencionarlo a tono de desconocerlo porque hacerlo es atacar al mismo sistema político del cual él forma parte. Acciones fuera de la legalidad, sólo socavan la legitimidad, credibilidad y apoyo.

Hoy tenemos a dos grandes grupos poblacionales neurotizados por la Guerra Económica, exhacerbados unos por el miedo a que les quiten sus beneficios, otros porque quieren un cambio y desean dejar de hacer colas. Llevamos más de quince años sufriendo operaciones sicológicas. Para el 5 de enero se plantea que la batalla es en la calle, lo que deja de un lado la institucionalidad y el Estado de Derecho. Ambas parcialidades políticas, al parecer, convocan a sus simpatizantes para la instalación de la nueva AN. La narrativa del belicismo favorece a los desenlaces esperados por la derecha y el imperialismo, la confrontación entre poderes no es acertada como política de Estado. Es como si en el país hubiese gasolina regada por todas partes, sólo falta alguien que prenda el fósforo.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Arroz con mango económico

El arroz con mango es una receta que SÍ existe


Muchos se ven confundidos y aparentan desorientación luego de los resultados electorales del 6D. Pareciera que nadie jamás hizo alguna advertencia y el relajo en el ámbito económico-comercial nos clavó una daga que nunca fue advertida. Hoy las autoridades y alta gerencia del gobierno chavista se reúne desesperadamente con el pueblo para escucharlo, cosa que a nivel propagandístico es fabuloso porque proyecta una imagen de disposición a la reflexión y corrección del rumbo, pero lo verdaderamente importante es que se articulen las propuestas. Escuchar no es un logro, logro es tomar acciones en función de lo que pide la gente desde hace muchísimo tiempo y no desde hace quince días.

 En nuestro sistema político constatamos el incremento de las contradicciones porque se habla de Revolución pero eso, en lo tangible, no existe. A nivel conceptual y teórico una revolución implica un cambio profundo en la estructura, una modificación trascendental en la forma como se ejercen las relaciones de poder. En Venezuela, la actitud de las autoridades chavistas -por ahora- es reformista, no revolucionaria, porque en ningún momento se apunta a modificar la estructura perversa y tóxica que mantiene a nuestra sociedad subordinada a la élite político-económica que tiene el control en nuestro país.


El Gobierno Bolivariano se ha dedicado, desde sus inicios, a facilitar a sus ciudadanos ventajas comparativas para que compitan mejor en el sistema capitalista. Si hablamos de algo tan simple como la educación, todo el que estudia y se prepara en nuestro país lo hace para surgir, para ser mejor, para poder tener una profesión y ganar bien para vivir cómodamente. Nadie estudia porque tenga el interés de destruir al capitalismo como sistema, nadie se prepara porque quiera cambiar al mundo y suprimir las injusticias que en él existen, nadie se faja para obtener un título con el objetivo de acabar con las condiciones de opresión que mantienen a la mayor parte de la humanidad sumida en la pobreza, etc. La educación es un derecho que al cumplirse, le facilita al protagonista su inmersión en el sistema que lo excluía por no poseerla. Los “educados” ahora tienen mejores herramientas para competir contra otros, para aspirar a más y lograr más, esa es la realidad que se impone.


Modificar radicalmente las relaciones de Poder, eso es Revolución


Igual pasa con el que obtiene una vivienda, una tablet o un celular y lo vende; con quien recibe un transplante de corazón gratuitamente para en el futuro dedicarse a ser comerciante de insumos médicos y especular con los precios; con aquel campesino al que le dan un tractor para trabajar la tierra pero él prefiere alquilarlo a precio exhorbitante y se hace rico de la noche a la mañana explotando a otros campesinos; el taxista que le donan un taxi último modelo pero en cada carrera cobra tres veces más a los pasajeros que esperan un precio “socialista”; igual pasa con todos los que obtienen beneficios que no necesitan porque están bien acomodados, pero gracias a la palanca o la vacuna son anotados en la lista de quienes serán atendidos para saldar la “deuda social” que nos dejó la cuarta república, etc.



Como el problema es conceptual, da la impresión que nadie sabe qué es lo que hay que hacer ni mucho menos cómo se puede hacer. Líderes chavistas se empeñan en hablarnos de un “Poder Popular” que en verdad no puede hacer nada autónomamente sin la aprobación de los recursos que le asigne el Estado Burgués. Los ministerios, en su nomenclatura, incorporaron “del Poder Popular” pero como un simple ardid propagandístico que muy poco se articula en la realidad. ¿Usted ha visto alguna dependencia con un aviso en la entrada que diga “Oficina de Atención prioritaria al Poder Popular” donde reciban con las puertas abiertas a los ciudadanos informándoles sobre cómo ejercer el poder desde esa instancia?

El Poder Popular, en realidad, es una manera de baipasear a las instituciones ineficientes y reformistas que existen en el gobierno. Si ustedes se fijan bien, las atribuciones de las comunidades organizadas, del pueblo organizado, son responsabilidades ya asignadas a entes gubernamentales. Es decir, como las instituciones no cumplen con su deber ni son eficientes en la consecución de los objetivos para los cuales fueron creadas, se apela a los afectados directos de la indolencia para que ellos resuelvan sus problemas. El detalle está en que la institución cuenta con recurso humano, infraestructura, equipos, experticia más ingentes recursos a diferencia del “Poder” Popular que sólo cuenta con la voluntad de hacer las cosas bien, en el mejor de los casos. Se hace evidente que no se quieren corregir los problemas atacando las causas, sino que se crean instancias paralelas para paliar las consecuencias. Ficticiamente se asegura que el poder se ejerce desde las bases, pero ello sólo ocurre con la anuencia de las instituciones del Estado Burgués.


Para entender lo que vivimos hoy es imprescindible conocer lo que significa Estado Burgués. Un Estado está conformado por tres elementos: territorio, población y gobierno. En Venezuela, la estructura socio-política-económica que rige la manera como nos desenvolvemos está marcada por una concepción burguesa del ejercicio del poder. De facto, los que tienen el sartén agarrado por el mango son las élites económicas y la dinámica de todo lo que sucede responde a favorecerlos y jamás afectar sus intereses. Es por eso que, a pesar que Cisneros estuvo 100% comprometido con el Golpe de Estado de 2002 hoy sigue haciendo billete del bueno en vez de estar pagando condena tras las rejas -lo mismo aplica con Marcel Granier y dueños de medios-; es por eso que a pesar del paro patronal criminal y el sabotaje petrolero de finales de 2002 e inicios de 2003, no vemos a ningún empresario golpista de Fedecámaras ni a ningún meritócrata de Gente del Petróleo cumpliendo años de presidio en un centro de reclusión; también vimos a un capitalista decir frente a las cámaras “puede ser que especulemos, pero damos empleo” sin temor de que alguien lo haga pagar por haber confesado un delito en plena rueda de prensa, etc.



A nivel de nuestra economía se hace más evidente el control que ejercen las élites. Si se hace un diagnóstico sensato de la realidad económica de nuestro país, identificaremos varios fenómenos muy curiosos: presencia de monopolios y oligopolios que controlan todos los eslabones de las cadenas de suministro -producción e importación, comercialización, distribución y venta al detal-; banca mayoritariamente privada que responde a intereses foráneos; redes de corrupción y mafias gubernamentales que entregan dólares preferenciales a los monopolios y oligopolios que controlan las cadenas de suministro; ausencia total de estudios de mercado que permitan el levantamiento y sistematización de estadísticas como insumo clave para la toma de decisiones; carencia de músculo institucional que tenga como objetivo corregir el origen de los problemas económicos; infinidad de entes e instituciones que cumplen funciones inocuas, ineficientes y reformistas, en una economía marcada por la expoliación permanente del poder adquisitivo del venezolano.



En Venezuela no existe el socialismo ni el capitalismo porque lo que constatamos en la calle es un saqueo permanente, un malandraje y descontrol económico que favorece a los mismos de siempre, a la clase pudiente. El problema no es el control cambiario ni el dólar preferencial, el problema es que esos dólares se los roban y nadie mete preso a los ladrones. El problema no es que haya un “pelucón mayor” que hace lo que le viene en gana con el monopolio de los alimentos, el problema es que no existe un gobierno con el interés ni la capacidad para ponerlo en cintura y, de paso, es el primero en darle dólares baratos que no se sabe en qué se utilizan.


P&G Trasnacional que impunemente nos sigue robando


Se menciona una y otra vez el término “Guerra Económica” pero nadie ve al enemigo siendo atacado, sólo se le señala para culparlo de la cola, el desabastecimiento y la especulación. Nos dicen que el ingreso de divisas cayó por el suelo dado que el petróleo ya va por 30 dólares el barril, pero declaran altísimas autoridades del gabinete económico orgullosos en VTV porque importaron con dólares baratos lo necesario para mantener las “tradiciones decembrinas del pueblo” mientras vemos en el fondo varios containers repletos de pinos canadienses ¿esto es prioridad? ¿qué opinarán los movimientos del ecosocialismo?

 
Estamos casi sin dólares, pero gastamos en pinos canadienses
El Estado Burgués favorece a las élites económicas, a los comerciantes, al capitalista. El origen de las distorsiones lo ubicamos a nivel de las instancias donde se importan o producen los bienes que fluyen a lo largo y ancho del país (ver analogía de la ducha y el comercio interno en Venezuela MÁS ABAJO). El Estado Burgués esto lo sabe muy bien y es por ello que jamás verán una acción gubernamental enfocada en revisar palmo a palmo las fábricas, industrias y empresas existentes en Venezuela. Mucho menos verán a algún alto funcionario “chavista” exhortando al Poder Popular para que ingrese en todas las aduanas del país a revisar métodos y procedimientos, containers llenos de chatarra, sobrefacturación e importaciones ficticias. Tampoco a nadie se le ocurrirá pedir una auditoría en CADIVI, CENCOEX, SITME, etc. mucho menos exigir que, como mínimo, le informen al país qué hacen con los dólares que manejan y qué criterio "patriota" implementan a nivel gerencial.


Analogía de la ducha



Hace más de dos años todos vimos el “ataque frontal” del gobierno contra la burguesía parasitaria que acapara y especula. Recordamos el caso Daka porque el mismo Presidente arreció contra sus prácticas fuera de la Ley para envenenar nuestra economía. Pasó el tiempo y nadie de Daka pagó condena, pasó un tiempito más y vimos a Daka comercializando con el Gobierno Bolivariano los productos de Mi Casa Bien Equipada. Es decir, las élites económicas en nuestro país tienen tanto poder que en vez de pagar por sus fechorías logran doblegar a quien debería hacer valer el imperio de la Ley y hasta le sacan ganancia. Esa es la realidad que vemos mientras en este preciso instante usted va a la tienda del logo azul con amarillo y verá una cola inmensa de gente comprando productos, y el dueño llenándose cada vez más los bolsillos. Igual pasa con Zara, con empresas automotrices: Ford, GM, Mitsubishi, con importadoras de medicamentos, etc.

Insólito pero cierto



No es una revolución lo que se pretende hacer porque lo que vemos, una y otra vez, es el intento por hacer más potable el capitalismo, más digerible el saqueo permanente a nuestra patria. Revolución sería derrotar la lenidad existente y que criminales multimillonarios paguen con cárcel y no con multas en unidades tributarias que lo que dan es risa por violentar la ley. Revolución sería democratizar los medios de producción, suprimiendo a la mínima expresión aquellos focos de concentración del poder económico. Si POLAR controla el 50% de la producción de alimentos en el país, se debe trabajar en función de corregir este desbalance. Pero vemos a los sesudos asesores en economía engañarnos con propuestas como “hay que sincerar la tasa de cambio”, eufemismo con el que disfrazan la intención real de aumentar exponencialmente la tasa del dólar oficial. Hay un desbalance evidente que pervierte lo que sucede a nivel comercial y económico, pero la “solución” no tiene que ver con este desbalance porque el Estado burgués así lo impone.



A esta altura del juego el escenario luce demasiado desalentador. Hay equipos discutiendo las propuestas económicas pero todo lo hacen a puerta cerrada, escondidos, como si el tema no fuera lo suficientemente importante para que el pueblo entero vea por TV las posturas, los argumentos y las actitudes de los que supuestamente defienden nuestros bolsillos. Pareciese que hasta en estas circunstancias el Estado burgués sigue imponiendo las reglas, sigue dictando la dinámica.


Nuestro comandante Chávez en una oportunidad llamó a la reflexión de su equipo ministerial exhortando a que cada uno se hiciera la pregunta “¿qué estamos haciendo?”. Además de esta interrogante, deberíamos responder ¿para qué lo estamos haciendo? porque de lo contrario estaremos actuando como autómatas que no vislumbramos las consecuencias futuras de las decisiones político-económicas. Falta innovación, creatividad y rompimiento de paradigmas. Hace falta estudiar, entender y articular el término Revolución en acción, en lo tangible, no sólo en palabras porque éstas se las lleva el viento. El tiempo corre y el saqueo sigue ¿hasta cuándo?.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Crítica con “c” de cruxificción

Chávez siempre apoyó la crítica

Los resultados del 6D desataron una avalancha de señalamientos sobre las debilidades, malas prácticas, vicios, desviaciones, errores y demás características que un número importante de los partidarios del chavismo observa en las acciones por parte de la izquierda respecto a la gestión de gobierno y como partido político. Otros, al verse interpelados por un pueblo preocupado por la adversidad política que se avecina y que aún sigue exigiendo respuestas, eluden responsabilidades e intentan desacreditar la naturaleza del reclamo popular.

Chávez siempre estuvo de acuerdo con la crítica y la autocrítica (VER VIDEO AL FINAL). Entendía como algo acertado las exigencias que el pueblo, que el colectivo, le hiciesen a las autoridades gubernamentales o políticas. Llegó a decir que los funcionarios con altos cargos debían salir a las calles a buscar los problemas, no encerrarse en oficinas que burocratizan y aburguesan. Eso sí, la crítica debe ostentar “altura dialéctica” porque, de lo contrario, son señalamientos irresponsables que sólo buscan destruir y perjudican al proceso revolucionario desde lo interno.

La altura dialéctica se traduce en que debemos efectuar una crítica constructiva. El problema, la situación adversa, se entendería como la “tesis” existente. El diagnóstico e identificación de las causas del problema junto con las propuestas para su solución es la “antítesis”, y ésta debe ser transmitida a las autoridades competentes (instancia gubernamental, Poder Popular, etc). La “síntesis” no es más que la confrontación tangible de ambos elementos y su resultado. Es la ejecución de las recomendaciones y puesta en práctica de la respuesta, generándose una realidad distinta a la circunstancia inicial que fue identificada como contraria a los intereses del colectivo. (VER GRÁFICO)

La vorágine de críticas que hoy vemos intentan explicar las causas del resultado obtenido el 6D no son nuevas porque reiteran situaciones que se han venido observando en el devenir del proceso revolucionario desde hace varios años. Son reiteraciones, no juicios oportunistas que busquen destruir, salvo contadas excepciones. Como Chávez lo dijo muchas veces, “la crítica es para actuar en consecuencia y no para que quede en el aire, en el vacío”. La clave de esto no es escuchar, eso lo hace cualquiera, la clave es actuar y corregir la situación dada para enderezar el rumbo con base en lo que pide la mayoría.

Hoy a lo largo y ancho del país la revolución se reactiva con asambleas, reuniones y demás figuras organizativas para la discusión donde se toma nota de las fallas, problemas y errores que persisten. Se le transmite a las instancias correspondientes los anhelos existentes y se exige acción inmediata, se exige respuesta y solución a los problemas. Elías Jaua muy acertadamente lo resumió con la frase “se acabó el tiempo del diagnóstico, es hora de la rectificación”. Quizá los dos millones de chavistas que no fueron a votar, lo decidieron así por percibir inacción ante sus reclamos. Aún hay tiempo para actuar, pero el tiempo se acaba.


 

jueves, 10 de diciembre de 2015

Comunicación gaseosa

El maestro como comunicador ¡imitémoslo!

Dos pilares colaboran para que exista la compleja situación que vivimos en la revolución: el económico y el comunicacional. El primero refiere a la intoxicación de nuestra cotidianidad como consumidores, el ataque directo y afectación de nuestra zona de confort como miembros de una sociedad de consumo. El segundo apunta a las ideas y percepción que tenemos de la realidad, los estímulos, la información, los discursos y las experiencias captadas a través de los sentidos que son procesadas por nuestra mente para generar una pintura síquica con la que explicamos nuestra posición en el entorno y con base a la cual tomamos decisiones.

Hay un gentío en Venezuela que hoy está enganchado con la retórica de la derecha y un porcentaje menor que es afín al discurso del chavismo. Se ha perdido empatía con la revolución porque ella, desde sus instituciones, se desconectó de la realidad e intenta imponer un ideario falso en el pueblo. Se impone un discurso que pretende interpretar los hechos de forma errónea, se busca torcer el entendimiento y se eluden responsabilidades en cuanto a lo adverso y negativo que le sucede a la gente.


Haciendo una analogía, a través de los medios del gobierno se intenta imponer lo que en rasgos de la personalidad llamamos “locus de control externo”, la percepción de que los eventos ocurren como resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y decisiones de otros (la derecha, el imperio, corporaciones, burguesía, etc). Reconocer que la responsabilidad de lo que vivimos es compartida porque tenemos fallas y debilidades como proceso, a lo interno, no es parte de la agenda mediática. Se pierden recursos de todo tipo en mover una maquinaria comunicacional encargada de señalar lo malo que es el adversario. Parece que la lógica en la mente del estratega comunicacional responde al silogismo “nosotros podemos tener fallas y errores, pero la oposición es mucho peor. Por eso, debemos mostrar lo maligno y diabólicos que ellos son para que la gente use su lógica y escoja al menos malo, que somos nosotros, y voten por nuestra opción”.



Este razonamiento infantil y reformista lo vemos, escuchamos y oímos una y otra vez en impresos, radio, audiovisuales, etc. Contenidos dedicados obsesivamente a hablar de la derecha, de expresidentes fascistas, del imperio invasor, etc. mientras la gente sufre en una cola, no consigue productos o simplemente se indigna al ver que una camisa cuesta igual que la totalidad de los salarios mínimos devengados en un año. Ególatras que con soberbia dicen “yo sí apoyo al poder popular y es fundamental en nuestra revolución” mientras piensan a lo interno: pero la pantalla y este espacio me lo dejas a mí, porque el que sabe soy yo.

Lo mismo que vemos en Ministerios e instituciones con funcionarios que no salen de la burbuja burocrática que representa su oficina, lo apreciamos en los medios con presentadores y presentadoras que hablan mucho del pueblo, pero son incapaces de salir del estudio de grabación a darle el micrófono a la gente arrecha en un Mercal para que se queje denunciando que “trajeron pollo para 400 personas, pero tengo el número 250 y ya no hay”. No vemos al pueblo en la pantalla, al menos que diga lo que nos conviene, lo que nos gusta y lo que no perturba al proceso. Cuando se intenta proyectar variedad y “pluralidad” ideológica, ponen a varios protagonistas en sillas distintas -diferentes estilos y colores- pero que tienen similar oficio, piensan casi igual y apoyan todos al gobierno, en una supuesta discusión grupal mientras pisotean al pensamiento dialéctico porque jamás ninguno lleva la contraria.


Chávez se cansó de pedirlo, lo imploró, suplicó una comunicación revolucionaria. Enfatizó que se pierde mucho tiempo y esfuerzo en la diatriba política. Maduro igualmente ha pedido varias veces lo mismo, pero nada. Surgen las preguntas ¿cómo recuperamos la credibilidad de la gente? ¿cómo hacemos que la mayoría del pueblo nuevamente sienta empatía al sintonizarnos, al vernos, al escucharnos, al leernos? ¿qué debemos hacer para salvar la revolución ante su inminente implosión?



Ojo, no es sólo con comunicación que se puede revertir el escenario actual. Lo primordial pasa por una gestión de gobierno que ataque frontalmente las fallas internas y brinde soluciones efectivas a las principales quejas del pueblo. Lo interesante de esto es que el medio puede servir como generador o factor de cambio revolucionario a nivel institucional, cultural y social si así se lo propone. Hay que ponerse en los zapatos de la gente en la calle y descalzarse los del funcionario corrupto o reformista que con cifras maquilladas ofende a la audiencia diciendo que “todo está bien” o que el problema equis “lo vamos a solventar en 15 días” cuando no es así.



Por ejemplo, un programa en TV que se llame “¿Cómo acabar con las colas?”, que sea en vivo y se invite al pueblo consumidor, mercadólogos, economistas, ingenieros, etc para que analicen el problema, debatan, hagan denuncias y brinden soluciones. Con seguridad, el rating del espacio llega al techo, además de generar empatía con la audiencia y proporcionar propuestas concretas que serían entregadas a las autoridades competentes. Luego, quince días después, se invita a los funcionarios correspondientes para que muestren las acciones realizadas ante la mirada de los participantes del programa original y así el pueblo, en un ejercicio de democracia directa audiovisual, observa y evalúa lo que se está haciendo o lo que no se está haciendo. El programa termina pidiendo a la audiencia que articule lo mismo en su comunidad en el caso que todo haya salido como se espera, de lo contrario, la audiencia interpela al funcionario.

Este enfoque audiovisual, parte de la premisa de que la audiencia no quiere que se le explique el origen de sus problemas porque ya está hasta la coronilla de excusas y justificaciones. El pueblo quiere soluciones ante la adversidad, quiere respuestas. Entonces, si eso es lo que quiere la gente pues colócalo en la pantalla y saca provecho comunicacional de ello. Lo mismo aplica para radio, prensa, etc. Debemos ser hábiles, innovadores, romper paradigmas para salir del atolladero en el que estamos. Haciendo lo mismo, más o menos bonito, siempre nos dará los mismos resultados.


La coyuntura actual es comprometedora porque no se sabe a ciencia cierta de cuánto tiempo disponemos para generar cambios sustanciales en las representaciones sociales que se generalizaron respecto a lo que es la revolución bolivariana para la mayoría de los venezolanos. El altruismo informativo que comunica mucho y de todo sin ninguna discrecionalidad y sin esperar nada a cambio debe cesar. Es imprescindible priorizar los mensajes y optimizar los métodos de difusión. Hace falta una reingeniería comunicacional drástica.



En un escenario donde la integridad del proceso no estuviese tan comprometida, la comunicación política del Gobierno Bolivariano debería tener cuatro ejes estratégicos que delimiten los contenidos a producir: 1) Gestión de Gobierno ¿Qué hace el gobierno, qué ha hecho y qué hará? ¿qué se hace con los recursos del pueblo? ¿avances, logros? ¿comparativa con otras gestiones?; 2) Socializar y Educar ¿Cuál es la conducta del Hombre Nuevo? ¿qué es ser ciudadano? ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Cómo pensar en colectivo? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Qué es socialismo? ¿Qué son los valores? ¿cómo debemos comportarnos? ¿Qué somos como poder político?; 3) Contrainformación ¿Qué mentiras se dicen sobre la revolución? ¿quién las dice? ¿cuál es la verdad? ¿cómo desmontamos la opinión pública contraria y las representaciones sociales adversas al proceso?; 4) Denuncia/Rectificación ¿Qué críticas constructivas tiene el pueblo sobre proyectos y gestiones en curso?¿hay cosas funcionando mal?¿hay correctivos?¿nos revisamos a lo interno? ¿Cómo le damos respuesta en lo concreto a los principales problemas de los venezolanos?

Hoy hay un desbalance y comparten la escena el primer y tercer ejes. Iniciativas positivas como “Con Cilia en familia”, que mezclan el primer y segundo ejes deberían multiplicarse pero con mayor creatividad en la narrativa audiovisual. Innovar e incorporar contenidos que desarrollen ampliamente el segundo y cuarto ejes significa hacer revolución y no hay que tenerles miedo. Los nuevos contenidos deben consolidar y hacer irreversible el proceso bolivariano en los pensamientos y conducta del venezolano. Nuestros mensajes, nuestra ideología, nuestra manera de ver al mundo debe solidificarse. Ya basta de hacer una comunicación gaseosa. ¿Qué vamos a esperar, que venga Ramos Allup con mercenarios desalojando a periodistas de medios a punta de cachazos y planazos? Para luego es tarde.




LISTADO DE PROGRAMAS TELEVISIVOS
QUE SE PUEDEN HACER RELACIONADOS CON LA GUERRA ECONÓMICA



  • ¿En la calle o en tu casa?”, espacio conducido por una moderadora que nos muestra la variedad gastronómica presente en los establecimientos de comida rápida en Venezuela, comparación de precios y sus costos junto a la preparación de las mismas comidas hechas en casa y el correspondiente ahorro.
  • Serie “Pelucones de Venezuela”, espacio documental donde se privilegia el periodismo de investigación mostrándo las principales familias (apellidos) que dominan la dinámica económica en Venezuela.
  • Especulando en caliente”, programa semanal donde un equipo de investigadores y reporteros se dedica a la cacería de los establecimientos y negocios donde se viola la Ley Orgánica de Precios Justos, casos reales con infracciones y testimonios de consumidores.
  • Capitalismo asesino”, serie de programas documentales donde se analizan las acciones del capitalismo en diferentes países del orbe: Grecia, España, Estados Unidos, etc. Se muestran las repercusiones negativas en las sociedades, el ambiente, etc.
  • Los bachaqueros”, serie dramática venezolana donde se retrata el fenómeno de los bachaqueros, los corruptos y los raspacupos, teniendo un desenlace que muestra lo negativo de estas conductas para las individualidades, la familia, la sociedad y el país.
  • Ganando la Guerra Económica”, experiencias comunitarias, testimonios de emprendedores/empresarios patriotas, procesos productivos innovadores, revolución en la producción, EPS, etc. mostrando aquellos que no se alían con la oligarquía para perjudicar a través de la economía al pueblo con fines políticos.
  • Economía en Revolución”, un paseo por los principales actores institucionales involucrados en el devenir de la economía/comercio del país: Cencoex, PDVSA, Ministerio PP para el Comercio, Bolipuertos, Bancoex, Superintendencia Antimonopolio, Sundde, Superintendencia de Bancos, Seniat, etc. En cada episodio se trabaja una institución mostrando sus principales procesos y aportes, responsables, etc.
  • Guerra Económica RELOADED”, documental donde se revelan los fenómenos de la guerra económica aplicada durante el Golpe a Salvador Allende en Chile y su similitud con las tácticas implementadas para derrocar al Gobierno de Nicolás Maduro.
  • Ahorrando y ganando”, serie de programas que muestran testimonios de venezolanos que recurrieron a alternativas para ahorrar dinero y aprovechar mucho mejor el presupuesto familiar: comida en casa, pañales ecológicos, juguetes endógenos/caseros, etc.
  • Publicidad tramposa”, se analizan piezas publicitarias venezolanas que promocionan productos fabricados y comercializados acá. Luego, el producto es puesto a prueba y se registra en video, para ver si cumple con lo que afirma el comercial.

martes, 8 de diciembre de 2015

Jaque

La AN es el primer paso, Maduro el objetivo

Un proceso electoral perfecto, pulcro, transparente y 100% confiable gracias a un CNE blindado, le da a la oposición venezolana la victoria más sólida que haya tenido desde que la Revolución Bolivariana tomara el poder en 1998.Un sector acostumbrado a la derrota por paliza, hoy luce una victoria contundente. Se preparó la tormenta perfecta, la aplicación de la tesis de la Guerra No Convencional surtió el efecto deseado y, desde el punto de vista de la derecha, se avanza en la utilización de los mecanismos y herramientas del sistema político para ocasionar su implosión.

Los resultados muestran algo claro: la mayoría de la gente ya no cree en el discurso del chavismo y se enganchó con la retórica de la derecha. Los maestros de la publicidad y el mercadeo político, saben que pueden utilizar a los electores como perros de Pavlov y eso hicieron. Ellos comprenden muy bien que el ciudadano común es un consumidor y que su dinámica diaria se basa en la adquisición de bienes para satisfacer necesidades. Todos, no importa la clase social, en algún momento del día consumimos algo. Basta tener tres dedos de frente para saber que intoxicando la cotidianidad del venezolano consumista se iba a generar una incomodidad, una molestia sobre la que se podía cabalgar políticamente. La derecha, tanto económica como política, crea el escenario de Guerra Económica y patina sobre él imponiendo en el ideario del pueblo que la culpa de todos sus fenómenos responde al modelo fracasado socialista. Como todos andamos molestos y a nadie le gusta estar así, hábilmente para atraer adeptos usan la propaganda más básica que pueda existir “Venezuela quiere CAMBIO”. 

El chavismo en el poder no entendió la seña y se enfrascó en hacer ver que los problemas eran culpa de un complot externo e interno para destruir la economía. Casi nunca reconoció errores o fallas. Discursivamente se enfocó en justificar su incapacidad para solventar tres fenómenos de la Guerra Económica: colas, desabastecimiento y especulación. Argumentos como “la culpa es de la burguesía” “la culpa es del pelucón mayor” fueron frecuentemente utilizados. Tuvimos dos años sin elecciones para enfocarnos en atacar la Guerra Económica pero sólo se logró institucionalizar el ambiente comercial nocivo. Hoy seguimos haciendo colas, seguimos viendo anaqueles vacíos y los precios de cualquier producto suben por el cielo cada semana de manera impune.

Dada la Ley Habilitante, tecnócratas reformistas crearon la legislación para “controlar” los precios, ordenamiento jurídico que fue un chiste para la burguesía porque consolidó la idea en el comprador de que los precios especulativos eran revisados y decididos por el Gobierno Bolivariano, recordemos aquello de “Precio Justo”. El Estado burgués hace de las suyas y, solapadamente, le clava una daga en el pecho al proceso revolucionario desde adentro. Fue un espaldarazo a la argumentación esgrimida por la derecha que ayudó a considerar que las autoridades ya no daban respuesta a los problemas. Debemos estar claros en que ninguno de los altos funcionarios con atribuciones para atacar y solucionar la táctica de las colas y el desabastecimiento ha tenido que hacer alguna durante horas, o le falta algo en su casa; sus vidas no han sido perturbadas. El relajo comercial aún hoy sigue, tenemos una Guerra Económica “sin enemigos” y seguirá latente hasta que sea aniquilado el chavismo en el poder

Nuestro presidente obrero, Nicolás Maduro, atado de manos por un Estado Burgués, ministerios e instituciones que no tienen el mínimo interés en acabar con las colas, resolver el desabastecimiento y mucho menos meter en cintura -tras rejas- a quienes ponen precios especulativos, recurrió a utilizar los recursos de los que dispone y mostró una gestión de gobierno avasallante en áreas como: infraestructura, pensiones, vivienda, equipos tecnológicos para estudiantes, Misión Transporte con autobuses y taxis, Barrio Nuevo Barrio Tricolor, etc. El detalle es que ese ímpetu gubernamental tiene un alcance muy reducido en cuanto a la seducción de electores. Vimos también conciertos, ferias, etc, pero el venezolano lo que quiere es dejar de hacer colas, conseguir los productos en los anaqueles y que el dinero en su bolsillo le rinda. Evidentemente, jamás se le dió respuesta a las necesidades latentes del elector.

En muy poquísimos casos la propaganda chavista para las parlamentarias, su oferta electoral, hablaba de solventar los fenómenos de la Guerra Económica con acciones concretas porque, a fin de cuentas, era tratar de justificar lo injustificable. Vimos entonces que el discurso se basó en decirle al votante las cosas que le iba a quitar la derecha si ganaba la mayoría en la Asamblea Nacional, recordemos las propagandas de “la pesadilla” y afines. Adicionalmente, la utilización del “sea como sea” como consigna de campaña, es probable haya perjudicado porque proyecta irracionalidad conductual en un sector chavista cuya esencia siempre ha sido el tener la razón. Tan sólo imaginemos que la MUD saque una propaganda diciendo “Sea como sea llegaremos a la presidencia”, y pensemos cuál sería nuestra reacción. Eso espanta antes que atraer.


La MUD, con lineamientos estratégicos de propaganda política definidos, se enfocó en ofertar la solución a los problemas de la gente “tendrás más dinero en tu bolsillo e incrementaremos la producción hecho en venezuela para acabar con la escasez”. Respuestas a los problemas de la cotidianidad y modificación de la adversidad actual a través de la idea del “cambio”. Sabemos que son enunciados falsos, pero en circunstancias cuando nadie da respuesta a tus problemas quien te diga algo parecido a una solución llamará tu atención y quizá tu intención de voto. En la parte gráfica, el protagonismo y ego de los candidatos cedió espacio para darle primacía a la promoción de la tarjeta con “la manito”. Entendieron muy bien que lo importante era que la gente votara por su opción sin importar la candidata o el candidato. El jingle de “la manito” fue pegajoso y sonó bastante. 

El chavismo y su propaganda lució desordenado e intempestivo. En impresos y audiovisuales el degradado de egos generó confusión porque se leía “VOTA por fulanito” cuando lo correcto era “VOTA en los ojos de Chávez”. También vimos en VTV propaganda del PSUV donde salía equis candidata o candidato, ponían el número de circuito pero no aparecía en qué región, estado o localidad ¿a quién se le ocurre hacer una propaganda así?. Tampoco hubo ningún argumento racional en cuanto a consigna y se apeló al vínculo emotivo entre Chávez y el chavismo. Tuvieron relevancia las propagandas de “la pesadilla” pero surgieron ya muy adentrada la campaña, en la recta final cuando ya su impacto es reducido. También vimos las de “No te dejes engañar” mostrando momentos en que diputados de derecha negaban recursos al pueblo. El tema de campaña “Pa´la Asamblea como sea” sonó bastante en las emisoras y su lírica fluída junto a la salsa llamó a la reflexión con sazón.

Si bien podemos enumerar muchísimas causas de la derrota, no olvidemos que la derecha generó la tormenta perfecta para construir su victoria. La tempestad continúa y arreciará dado que el objetivo no es la AN, no nos caigamos a engaños. La meta es aniquilar al chavismo, desplazarlo del poder y borrar de la mente de los venezolanos todo lo positivo que hemos vivido durante 17 años en el proceso revolucionario.

El comandante obrero, Nicolás Maduro, debe estar alerta a la hora de conducir y guiar a las fuerzas chavistas en momentos que la contrarrevolución obtiene su mayor logro electoral. Debe enfocarse en el tema económico, adentrarse y desenredar la maraña parasitaria, burguesa y saqueadora que aún hoy rige nuestra dinámica comercial. Mosca porque la contrarrevolución también se disfraza de rojo. Si se solventan los tres fenómenos: colas, desabastecimiento y especulación, veremos un resurgir de la esperanza del pueblo en el ideal chavista. La Guerra Económica no se resolverá con medidas reformistas y mucho menos porque el enemigo haga una tregua dado que ya pasaron las elecciones parlamentarias. En una guerra hay enemigos, a lo interno y a lo externo, y para poder vencer hay que atacarlos frontalmente. Postergar la revolución económica, una revolución drástica y real que cambie la forma en que se llevan a cabo las relaciones de poder, sólo dará paso a ser artífices de nuestra propia destrucción.

martes, 1 de diciembre de 2015

La molestia

La batalla electoral del 6D

A menos de una semana para que se efectúen las elecciones parlamentarias en Venezuela, a nivel de propaganda y de discurso se pueden identificar dos polos. La interpretación de la realidad actual del país difiere plenamente entre las dos parcialidades políticas en pugna, el chavismo y la oposición. Ambos, toman elementos reales de la cotidianidad del pueblo pero ajustan su percepción y explicación de los fenómenos en función de sus intereses. Ambos, hábilmente intentan utilizar lo que se vive en la calle como catalizador que movilice a los votantes en función de su parcialidad política. A esta hora, nombres de candidatas o candidatos muy poco importan porque ambas fuerzas centran su propaganda en mandar a votar por las tarjetas: PSUV y MUD, dos modelos enfrentados, la izquierda contra la derecha, los ojos de Chávez contra la manita.

Según las fuerzas de oposición, las colas, la escasez, el “salario que se vuelve agua” y demás fenómenos de la Guerra Económica -que ellos dicen no existe como tal- son producto de un modelo fracasado. La explicación infantil y simplista que exponen los líderes de la MUD es que todo lo que sucede es culpa de Maduro. Arguyen que los empresarios son perseguidos, que el gobierno humilla a la gente con las colas, que el socialismo no sirve, etc. Las propuestas están alineadas con argucias propagandísticas del tipo “yo te voy a pagar en dólares”, o aquello de “el día siguiente a las elecciones habrá de todo en los anaqueles y se acabarán las colas”. En definitiva, el discurso de la derecha es reducido a lo más básico y elemental apelando a técnicas publicitarias y al mercadeo político que se aferra a la creencia de que los electores son perros de Pavlov que responden a estímulos condicionados.

Del lado de las fuerzas chavistas en el poder, vemos una sinergia ascendente a nivel de gestión de gobierno en cuanto a la concreción de planes, proyectos, Misiones: obras de infraestructura vial, sistemas de transporte masivo como autobuses y taxis, entrega de viviendas, aumento del número de pensionados, masificación en la entrega de equipos tecnológicos a estudiantes, ataque a la inseguridad con la OLP, cierre de fronteras para atacar el contrabando de extracción, mejora de las condiciones habitacionales con Misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor, jornadas periódicas de expendio de alimentos a precios reducidos, etc. Además de la gestión, con obras y cosas tangibles, el chavismo basa su discurso en la idea de que los venezolanos deben defender sus logros, que deben votar a favor del PSUV por todos los beneficios que han recibido a través de leyes que protegen al pueblo y por algo fundamental que ha elevado nuestro arraigo como nación: la identidad y dignidad del venezolano. Es una campaña más densa a nivel discursivo, que apela a la conciencia de los votantes junto a recurrir a la lealtad y amor hacia el máximo líder del chavismo, el comandante Hugo Chávez.

Ahora bien, la lógica que intenta imponer en el elector la distorsión perceptiva promovida por la derecha -propaganda- se reduce al siguiente argumento “como tengo que hacer cola, como no consigo los productos que necesito y como los precios de todo aumentan sin control el 6 de diciembre le daré un voto castigo al modelo fracasado chavista y le haré saber a Maduro que estoy en contra de su gobierno y que quiero cambio”. En este discurso no importa saber por quién se votará. Los afectos a la oposición podrían estar eligiendo a empresarios ligados a la oligarquía, personas con prontuario, o líderes de dudosa reputación, pero nada de eso importa porque el objetivo es aniquilar al chavismo. El fin justifica los medios, dicen.

Del lado del chavismo en funciones de gobierno, los esfuerzos de su gestión no han impactado en las tres ideas base de la propaganda opositora: vemos aún notables fallas en el abastecimiento, las colas no han desaparecido y prácticamente todo lo que uno encuentra en las vitrinas muestra cifras que deprimen al consumidor al constatar una especulación impune y rampante. Estos fenómenos tienen su origen en acciones del sector empresarial y los grandes centros de poder económico, orientadas a la desestabilización del país de manera solapada para socavar el apoyo popular que mantiene al sistema político funcionando. Es evidente que el Gobierno Bolivariano no controla la economía y que avanzar contundentemente en la derrota de la Guerra Económica, por ahora, escapa de sus manos fundamentalmente porque la dirección política de la revolución debe articular sus lineamientos a través de un Estado burgués que privilegia al patrono, oligarca, empresario o burguesía por encima de los intereses del pueblo.

Para sopesar esta realidad, la dirección política chavista echa mano de aquello que sí controla que no es más que la utilización del erario público en dinamizar los planes y proyectos existentes. Enfoca sus recursos en blindar sus fortalezas. Entonces, vemos que la propaganda de las fuerzas chavistas busca construir en el elector el siguiente ideario “la revolución lleva 15 años en el poder dándole beneficios tangibles al pueblo, creando leyes que lo protegen y democratizando el acceso a cosas que antes eran sólo para una minoría. Debemos defender nuestros logros y no dejarnos engañar por los falsos ofrecimientos de la oposición. Debemos ser leales a Chávez y votar por él y sus candidatos de la patria el próximo 6D para avanzar y derrotar la Guerra Económica. El chavismo se crece en la adversidad”.

La coincidencia en ambas campañas está en que las dos reconocen que el pueblo, el elector, está incómodo por la dinámica comercial actual que perturba la cotidianidad y ha afectado la zona de confort de cada venezolano. Un frente provoca esa circunstancia y navega sobre ella para sacar provecho político diciendo que la culpa es del otro; el otro, como no logra solventar la circunstancia adversa, brinda infinidad de respuestas que inciden en otros flancos y señala como culpable directo de los problemas que persisten a nivel del comercio, a su contrario. La molestia está latente, veremos el 6D quién cree el pueblo que es el culpable de esa molestia y si esa molestia vale más que todo lo que se ha logrado.

jueves, 26 de noviembre de 2015

“Clase media idiota”

100% cierto el dibujito

El principal problema que ostenta la izquierda en los diferentes escenarios políticos en los que ha asumido el poder, es que busca consolidarse como fuerza política al mando en una sociedad de consumo dominada por los actores económicos del mercado capitalista. No existe líder alguno en la izquierda que tenga entre ceja y ceja la idea de aniquilar al capitalismo. Peor aún, enfatizan erradamente que “el capitalismo está en crisis” cuando quienes están en crisis son las sociedades y el humanismo porque el capitalismo se hace cada vez más exitoso, imponiendo hegemónicamente su tesis de la acumulación en pocas manos y exclusión de las grandes mayorías.

Como no existe el objetivo de aniquilar al capitalismo como sistema que rige al planeta y suplantarlo por el socialismo, algo opuesto, algo distinto, que rompa paradigmas e innove inteligentemente en la forma de regirnos, desde la izquierda lo que se promueve ingenuamente es generar un modelo “alternativo” que sea bondadoso y que da a muchos lo que el capitalismo a muchos quita.

Vemos un “socialismo” enfocado en auxiliar y tenderle la mano a los vejados, oprimidos y excluídos por el capitalismo. El ejercicio del poder se centra en el desvalido y se omite por completo apuntar a demoler la estructura perversa que hace que siga existiendo la opresión y explotación del hombre por el hombre. Se ataca el síntoma, no el origen de la enfermedad. Vamos en socorro de los afectados por el sistema, pero no nos atrevemos ni vislumbramos cambiar la estructura injusta que domina la dinámica de ese sistema.

El ejercicio inocuo del poder en revolución obvia por completo la idea de “gobernar para el futuro” porque se circunscribe al ahora, a lo inmediato, a la coyuntura. Se habla mucho de hacer irreversible la revolución, mientras se actúa de forma reformista y clientelar. No se ataca a los enemigos, no se busca aniquilarlos operativamente cerrándole el paso a su conducta nociva que privilegia la injusticia y nos perjudica como país, como nación o como especie; se prefiere convivir con ellos, dialogar con el asesino, alimentarlos y permitirles intoxiquen y envenenen la dinámica de vida que se pretende modificar para consolidar el bien común.

El cambio de estructura, Alpha y Omega de todo proceso revolucionario, brilla por su ausencia. La modificación trascendental en las relaciones de poder no se persigue, quien antes tenía mucho hoy tiene mucho más y vemos a una nueva burguesía que emerge gracias a las distorsiones económicas persistentes. El “poder popular” no es nada sin un Estado que le brinde los recursos financieros. En consecuencia, el poder sigue ejerciéndose de arriba hacia abajo, no al revés.

En Argentina las fuerzas de “izquierda” pierden el poder porque nunca se atrevieron a modificar el statu quo, de hecho allá jamás se habló de hacer una revolución. Las élites económicas y políticas de derecha en el país, que al final son la misma cosa porque defienden los mismos intereses, se mantuvieron intactas mientras el gobierno mostraba una gestión centrada en materializar la idea del Estado benefactor. Lo que sucede es que la satisfacción en el ser humano es efímera, y en una sociedad de consumo los hombres y mujeres siempre quieren más.

Más que cualquier otra cosa, el ciudadano pasa a ser consumidor. Como tal, es regido internamente por una lógica que persigue la satisfacción personal a través de la creencia de estar o pertenecer a un estatus privilegiado. Todos quieren estar mejor, esa mejoría se traduce simbólicamente en estar “más arriba”. Para poder estar más arriba es necesario cambiar de nuestra posición actual a un sitio “distinto”. La derecha utiliza esta lógica y promete, a través de un discurso que luce una claridad inescrutable, el cambio. Lo importante no es el cómo, lo importante es el qué. La mayoría se engancha con esta narrativa propagandística, al igual como muchos son presa fácil de la publicidad engañosa, y sale electo Macri.

Especialistas se lamentan y culpan a la clase media por votar a favor de quienes están en su contra. En realidad, la clase media no tiene culpa de nada, más que de actuar en función de aquel que seduce mejor a través del lenguaje y la propaganda. Muchos repiten una y otra vez que “el pueblo es sabio”, el detalle está en que la sabiduría es extremadamente influenciable y puede ser manipulable.

Antes que culpar a la clase media o al elector “inconsciente”, la izquierda debería revisarse y reflexionar por qué sus métodos de propaganda y seducción se quedan en lo retrógrado y ortodoxo, siendo inútiles sus esfuerzos ante los expertos de la publicidad. Detentar el poder y accionar inocuamente a través de la gestión gubernamental y la propaganda para mantenerlo sólo da como resultado, tarde o temprano, perderlo.