Hay que meter preso al Oso |
La
narrativa de la Guerra Económica plantea simbólicamente que nuestro
país, que nuestro Estado, está siendo bombardeado de manera
inclemente por fuerzas externas poderosas afectando a nuestra nación
porque tienen el control de porciones del teatro de operaciones
clave, como lo es el área financiera y de la economía. Tras la
partida de Chávez, Venezuela vive un proceso de anomia social que se
acrecenta porque no existe líder equiparable
que
cohesione discursiva
y lingüísticamente el
rumbo del país. Tenemos ataques desde lo externo y desorientación a
lo interno.
El
repunte en la popularidad y aceptación del Gobierno Bolivariano
cuando se atacó frontalmente a la burguesía parasitaria antes de
las elecciones para alcaldes a finales de 2013 no fue casual. Nuestro
presidente, Nicolás Maduro, a la vanguardia de ese proceso fungió
como líder revolucionario que accionó contra la élite más podrida
de nuestra economía. Eso fue muy bien visto y le brindó esperanza
al pueblo, la confianza en la revolución se ratificó en las urnas
con la avasallante victoria de las elecciones locales.
Pero
en todo este escenario siempre hay gente que hace negocio y le saca
provecho al caos “en río revuelto ganancia de pescadores” dicen
en el llano. La
perversidad del sector privado no es reciente, viene desde la Colonia
cuando existían los grandes cacaos. Hoy magnates chantajean sin
espavientos al gobierno y parece que la autoridad estuviese más del
lado de los dueños de los medios de producción que de las
instituciones democráticas.
¿Dado
el recrudecimiento de la Guerra Económica se
ha hecho lo suficiente contra la burguesía parasitaria? El pueblo
espera acciones similares a
las de finales de 2013, donde
quitemos la máscara a un sector privado acostumbrado a la estafa
continuada y expoliación del
salario de los trabajadores. Los
malandros son malandros, vístanse como se vistan, y deben ser
sometidos bajo todo el peso de la Ley.
Hoy
vemos a corruptos saliendo esposados de los Bicentenario, hecho que
seguramente le da más votos a la revolución que mil taxis
regalados. Tenemos que atacar a la burguesía parasitaria de
igual modo y poner tras rejas a los ladrones de cuello blanco.
En
la Guerra Económica deben haber “bajas”, es hora que sean del
lado del enemigo.
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