¿Un avaro dirigiendo nuestro país? |
La
sociedad de consumo venezolana ha sido estremecida por una Guerra
Económica que se ha valido de las fallas y debilidades
gubernamentales para hacer mella en el apoyo popular que las grandes
masas de votantes expresaban mayoritariamente por las fuerzas del
chavismo. La especulación, el desabastecimiento y las colas han sido
tres plomazos que el proceso de cambios iniciado por el Comandante
Chávez lleva en el ala desde hace poco más de tres años.
La
derecha política prometió acabar con estos fenómenos luego del 6D
apelando a publicidad engañosa que capitalizó la mayoría de los
votos. Hoy en febrero de 2016, nadie da respuesta a los problemas
antes mencionados y pierde mucha más credibilidad el estamento
político que dirige las instancias del poder público. El pueblo más
agobiado y desamparado que nunca sigue en la búsqueda de una figura
o instancia que resuelva.
Según
estudios publicados por Hinterlaces menos del 40% de la población es
afín con la tesis de la Guerra Económica. Desde hace más de dos
años grandes empresas en el país han lavado sistemáticamente el
cerebro de los consumidores venezolanos con publicidad que humaniza
al sector y sus marcas, haciéndolos ver como los únicos que en
verdad trabajan por el país.
Lorenzo
Mendoza el año pasado conversaba sobre avances en acuerdos con el
FMI para solicitar financiamiento ante la crisis que vivimos. Desde
hace unos días ha tenido una agenda pública que pasa por reunirse
en Suiza con el presidente de Argentina, Mauricio Macri, además de
asistir a eventos deportivos en nuestro país donde casualmente la
totalidad de asistentes lo aplauden a rabiar: juego de pelota y
corrida de toros. También hizo una rueda de prensa de tenor político
donde brinda sus propuestas para resolver la crisis actual con un
plan de acción que tiene el aval de ser concebido por un empresario
“exitoso”.
Quizá
estemos en presencia de la campaña de mercadotecnia política más
ambiciosa que haya diseñado la derecha empresarial. Hoy somos
simples consumidores afectados por la dinámica comercial tóxica que
envenena la cotidianidad y el dueño del mayor monopolio en
Venezuela, cuya marca ha sido grabada en nuestras mentes y corazones
con propaganda durante décadas, intenta posicionarse como un mesías
usando falsas promesas de eficiencia y bienestar. ¿Tendremos un
presidente con “p” de Polar?
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