sábado, 27 de agosto de 2016

El grillete va en la boca

No hay harina para pan, pero sí hay cachitos, tortas, etc

El grillete es un dispositivo diseñado para colocarse en el pie de un presidiario o, en todo caso, para que un esclavo lo lleve junto a una cadena que le impide su libertad. A pesar que nuestro país ostenta la independencia política desde hace más de dos siglos, muy poco se ha avanzado en cuanto a la independencia económica y la viva muestra de ello es la condición de esclavitud nutricional que sufre nuestro pueblo.

En Venezuela no se produce trigo porque no se puede sembrar debido a las condiciones climatológicas. El trigo crece en climas templados, pero a pesar de ello en nuestra cultura alimenticia predomina la ingesta de comida derivada de este rubro: pan, pasta, tortas, galletas, cachitos, etc. Nos han alimentado como al perro de Pavlov y ahora, apenas escuchamos la palabra “pan”, empezamos a salivar para comer algo que no comulga con el interés general de la nación.

Desde hace décadas, más aún con la entrada de extranjeros provenientes de europa en la primera mitad del siglo XX, se instaló en nuestra patria la costumbre de consumir derivados del trigo. El trigo hay que importarlo con dólares, y la actitud complaciente del Estado burgués siempre ha privilegiado el otorgamiento de millones de dólares baratos para la obtención de este rubro en el mercado internacional. Esto beneficia al sector molinero que, estando en manos privadas, hace y deshace lo que más le conviene. 

El chantaje es la premisa de un sector dominado por extranjeros burgueses que satisfacen sus intereses empresariales en nuestro suelo. “Si no me das trigo, no produzco pan, pasta y afines y el pueblo se arrecha por tu culpa” es el argumento de trasfondo cuando oímos a cualquier representante del sector. El discurso se repite incansablemente y notamos que, a pesar que estamos abarrotados de trigo importado con dólares baratos, no hay pasta o es carísima además de ver colas interminables en panaderías que trabajan a media máquina sin justificación alguna. 

La pasta puede hacerse de maíz, de quinoa, de yuca, de frijol o de lenteja. El pan puede hacerse de maíz y de yuca. Estos rubros se producen en Venezuela pero no le interesan a las mafias del pan y de las pastas porque el negocio está en la importación del trigo desde Canadá y Estados Unidos, el negocio está en los dólares. No es casual que los principales molinos en nuestro país hoy, sean los mismos investigados durante la estafa de RECADI de finales de los 80. Seguimos siendo esclavos, pero el grillete ahora va en la boca.

Importación de Trigo en Venezuela - Millones de $
 
Procedencia de importaciones de Trigo en Latinoamérica




domingo, 21 de agosto de 2016

Triturar valores

¿Valores a la basura?

La Guerra No Convencional busca destruir a través de la desmoralización al enemigo, persigue golpear el ímpetu defensivo del contrincante sin acciones violentas formales, pero sobre todo apunta a pervertir el orden social existente en el país objetivo para que así sea viable el cambio de autoridades que “reponga el orden y la normalidad”.

Todo está vinculado con las percepciones que las masas tienen sobre la circunstancia adversa que viven. Más aún, dicha circunstancia crítica da pie para que el marco de referencia conductual de cada individuo se desdibuje, privilegiando el bienestar personal por encima del colectivo. La política y lo público caen en el olvido y parece que alguien gritara cada segundo “¡sálvese quien pueda!”

A través de diferentes tácticas se bombardea la siquis pero sobre todo la guerra económica impacta en la zona de confort de los habitantes de nuestro territorio. En nuestra sociedad de consumo, donde el consumo se ha convertido en un fin en si mismo, se entorpece el eje de la cotidianidad al afectar la dinámica que caracteriza la compra de alimentos y artículos de consumo masivo. No existe certidumbre y lo más básico para la existencia no está garantizado, bien sea real o perceptivamente.

De esta manera se pervierte la sociedad porque cada quien persigue un propósito particular antes que colectivo para garantizar la subsistencia propia. Las normas y leyes son pisoteadas con “justificación”. Las excusas y argumentos que dan validez a conductas amorales predominan en el ambiente. Muchos se dejan llevar por la corrupción, la deshonestidad, el pillaje, la viveza criolla y adoptan en su cotidianidad maneras de actuar propias de la élite económica que a través del malandraje, saqueo y la explotación han tenido sumida en el atraso a nuestra Venezuela durante décadas.


El ser civilizados, ser un pueblo consciente y formar una ciudadanía ejemplar se convierte quizá en anhelo de unos pocos. Los valores y principios son triturados por la dureza de los acontecimientos, en una sociedad sin socios. Se olvida el bien común y cada quien recuerda todos sus derechos, mientras los deberes caen víctima de la amnesia selectiva de gran parte de la masa. Sin embargo, muchos otro resisten el embate de la adversidad y se mantienen firmes en sus valores, sus principios y se aferran a la ética. ¿En cuál lado queremos estar?