Así es... |
El
mundo cambia constantemente y hoy la superioridad o
inferioridad de
las fuerzas contendientes en los conflictos bélicos se
mide a partir de la dimensión sicológica de sus ejércitos. La
premisa “los soldados se pesan, más no se cuentan” quiere decir
que vale más un individuo con convicción y moral alta porque eso se
traduce en motivación para la acción. Lo contrario, es observar un
cuerpo de
individualidades
donde el marasmo doblega
la efectividad que
pudiesen tener a la hora de trazarse un objetivo.
En
Venezuela hay actualmente una lucha por conquistar la atención, el
compromiso y la voluntad de los electores. En el plano sicológico,
la batalla es ardua porque se han distorsionado por completo los
parámetros bajo los cuales el venezolano percibe y entiende su
realidad. El discurso de la derecha se centra en torcer los
significados y vemos argumentos como “si no puedes comprar
productos, es porque vivimos una dictadura”, “si hay gente
comiendo basura, es por culpa de la dictadura” y estructuras
discursivas similares.
La
Guerra Económica, estrategia utilizada para derrocar el gobierno de
Salvador Allende y
hoy aplicada en nuestro país,
afecta la cotidianidad del ciudadano y perturba a tal modo su
existencia que neutraliza cualquier motivación por
defender el sistema existente. La idea, a fin de cuentas, es que la
población del Estado objetivo no apoye o respalde al gobierno ni a
las estructuras de autoridad legalmente establecidas. En
tal situación de caos y desorden, los individuos aceptarán
cualquier “salida” que prometa superar o cambiar a un estadio
mejor o diferente. La perturbación del consumo en la población,
busca ser catalizador de sucesos políticos.
La
derecha ha generado un licuado conceptual y argumentativo tan tóxico,
que no logra traducir los votos que obtuvieron en las elecciones para
la AN en fuerza motora que por presión social ponga en jaque al
Gobierno Bolivariano.
Más aún, vemos tristes
y reducidas manifestaciones
de calle que repiten el mismo guion fascista con
métodos foráneos ya pasados de moda. El
smog mediático, usado para proyectar por las redes sociales un país
en caos, no tiene el efecto deseado. Tanta
propaganda ha sembrado la duda y
la confusión,
antes que la identificación y compromiso con la derecha en el país.
Hoy
la oposición no sabe cuántos votos tiene,
pero lo que es peor para
sus
propósitos,
si sabe que son minoría sicológica.
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