Montajes que se repiten por miles a diario |
Tuve
que recorrer la ciudad de Barquisimeto durante uno de los llamados
“trancazos” donde la oposición viola el derecho al libre
tránsito de todos los venezolanos. En el ruleteo
por la ciudad crepuscular, buscando
una
vía libre de escombros y de protestantes agresivos, pasé por el
Este de la ciudad justo en la Avenida Venezuela con Argimiro
Bracamonte. Allí, un grupo minoritario de manifestantes insultaban a
rabiar a los GNB que pasaban removiendo barricadas, gritándoles
los
improperios más duros que alguien pueda pronunciar. Nadie les hizo
nada, a pesar del evidente irrespeto a la autoridad.
Al
lograr salir de Barquisimeto, en Cabudare presencié una escena
similar. Después de la intersección en la Avenida La Mata, la
urbanización Roca Terra lucía sus entradas totalmente bloqueadas
con sacos de arena, tripo trinchera, como si fuera un campo de
batalla.
Los efectivos del ejército limpiaban los escombros mientras los
residentes, detrás de su encierro autoinfligido, insultaban,
escupían, vociferaban, hacían gestos obscenos, maldecían, etc.
Algunos lloraban por la cólera, enceguecidos de ira mientras
afirmaban “¡No a la dictadura!”.
Nadie los atacó por
recibir amenazas de muerte,
nadie los tocó a pesar de la evidente trasgresión contra la
autoridad.
La
propaganda que fluye por las redes sociales y mensajerías de texto
como WhatsApp se ancla en la técnica de la repetición. Contenidos
para instigar al odio, muy bien diseñados, llegan al público meta:
todos los que tienen celulares inteligentes. Como
bien sabemos, se rebotan y comparten las cadenas que llegan sin
verificar fuente ni veracidad de la información. La “podredumbre
informativa” contamina las mentes y preconfigura ciudadanos con
miedo, luego con odio, que pasan fácilmente de la tensión a la
agresión.
Todos
sus crímenes tienen justificación, la difusión y repetición de
montajes donde se revela violación de Derechos Humanos fertiliza el
terreno para sembrar la necesidad de aniquilar al adversario. Los
objetivos son la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y los grupos
aliados al Gobierno. Mientras tanto, coloridos terroristas
etiquetados como “escuderos” luchan por la libertad y sus
crímenes de odio como linchamientos y quema de seres humanos vivos
son minimizados. Los
contenidos difundidos por artistas y formadores de opinión no tienen
otro propósito sino educar para asesinar, sugestionar para matar y
que sea “normal” aniquilar al adversario chavista.