Vivimos en un mundo donde la tecnología del futuro hecho presente se fusiona con el pragmatismo neandertal de Gobiernos que creen poseer la legitimidad internacional para imponer barreras de todo tipo a quienes son distintos y contra los pueblos que rehúsan doblar sus rodillas ante los principios supremacistas e imperiales.
Estados Unidos a través de la violencia económica arrecia en sus ataques abriendo varios frentes de batalla contra países como China, Rusia, Irán, Venezuela, Cuba, Ucrania, Turkia y demás espacios territoriales. La muestra más evidente de la pérdida de su influencia es el incremento exponencial de sus acciones arbitrarias. Aplicar más fuerza al sistema mundo es consecuencia directa de la paulatina pérdida de control que padece.
La hegemonía imperial asedia con métodos coercitivos las economías de los pueblos para afectarlos y transformar sus circunstancias políticas en función de sus intereses. En Venezuela la guerra económica propiciada por EEUU es uno de los factores que más ha impactado negativamente la cotidianidad de la ciudadanía por lo que las políticas antibloqueo deben edificarse sobre los preceptos de guerra asimétrica y guerra no convencional.
Crear instancias que visualicen la dimensión de la guerra económica y comercial desde las instituciones que toman decisiones en política económica dentro del Gobierno Bolivariano es una jugada estratégica acertada. Para resolver un problema es fundamental caracterizarlo, medirlo y registrarlo para que éstos datos sean el mapa del terreno sobre el que se desplegarán las acciones. Al conocer el terreno, ubicaciones y movimientos del enemigo se pueden definir tácticas claras para eludir los ataques reduciendo las repercusiones negativas.
¿Por qué no unir las voces de los pueblos que sufren las agresiones económicas del régimen estadounidense conformando la Organización de Pueblos Unidos por la Economía Mundial? ¿El mundo civilizado debe ser rehén de un imperio decadente que promueve el caos planetario con su asfixia comercial? Se deben establecer nuevos lazos democráticos de cooperación y hermandad con aquellos pueblos que quieran consolidar una red de actores que generen contrapesos en la geopolítica económica mundial. Un enfoque de guerra de guerrillas a nivel económico amerita enfoques heterodoxos, innovación y revolución conceptual. El momento es ahora.