La diversificación monetaria que evidencia la economía venezolana ha dado pie para que cualquier comercio cobre el importe por sus productos o servicios en diferentes divisas, normalmente dólares o euros, pero lo que pareciese una bendición para muchos en oportunidades se transforma en molestias para otros sobre todo si de la experiencia de compra se trata porque los billetes tienen diferentes denominaciones y los montos de las compras muy pocas veces corresponden con exactitud al valor del papel moneda haciendo necesario contar con dinero de menor denominación para poder dar el cambio.
El común denominador es que en el momento de escuchar el tradicional “no hay sencillo” nuestra experiencia de compra se transforme en un calvario decisorio porque pueden ocurrir varias soluciones: dejar mercancía para reducir el importe en una cifra redonda que permita proporcionar cambio, buscar más productos para aumentar el monto de la compra y que coincida con el valor del billete, esperar hasta que otro comprador pague con efectivo de menor denominación y puedan darnos el cambio o pedir el vuelto no en divisas sino en bolívares a través de pago móvil.
Ante esta situación hábilmente algunos comercios aplicaron métodos arbitrarios para eludir este cuello de botella en el proceso de facturación. Vimos el surgimiento del “dólar BECO” que buscaba dar un cupón como dinero que podía ser utilizado posteriormente en la misma tienda. También muchos establecimientos han implementado dar el vuelto a través de un ticket que denominan “anticipo” con el mismo propósito. El detalle de éstas iniciativas es que condicionan al cliente vulnerando sus derechos socioeconómicos además del hecho que muchos de estos negocios tienen capacidad de pago pero eluden convenientemente el poder devolver lo justo a través de pago móvil o transferencia en bolívares para sacar ventaja de la transacción en divisas.
Condicionar al cliente de esta forma es una práctica que perjudica la fidelidad con la marca. No es sano para la economía ni para la reputación del negocio forzar al usuario, deben darse opciones útiles para que la experiencia de compra sea placentera. El objetivo es que cada cliente regrese voluntariamente a disfrutar de nuevo en nuestras instalaciones o de nuestros productos. Que un cliente espere de pie durante media hora cerca de las cajas registradoras de un negocio hasta que otro cliente pague con un billete de menor denominación no es correcto y es una práctica que socava la fidelidad con la marca.
El presidente Maduro ordenó permitir la apertura de cuentas en moneda extranjera para que los usuarios dispongan de bolívares en sus tarjetas de débito según la tasa cambiaria del día establecida por el BCV. Ésta es una iniciativa valiosa que tiende una mano al consumidor para proteger su dinero y facilitar el proceso de pago. En la guerra económica se puede contraatacar apelando al ingenio y talento porque no todo está escrito, sólo debemos ajustar la estrategia asumiendo nuevos enfoques.