Propaganda de Guerra en la portada del diario 2001 |
La
subversión responde a acciones generalmente basadas en concepciones
ideológicas, con las cuales se trata de desestabilizar un sistema
político vigente para suplantarlo por otro de estructura y
procedimientos distintos, generando las condiciones objetivas que
desemboquen indirectamente en su debilitamiento moral por la
incapacidad de ejercer eficazmente el Poder.
En
Venezuela la subversión ha diversificado sus formas de acción
principalmente por el poder económico, político y mediático con el
que cuenta el sector adverso al Gobierno legítimamente establecido
de Hugo Chávez Frías. Tradicionalmente las acciones subversivas se
circunscriben en: 1) Acciones sicológicas orientadas a la
disociación junto al fomento de tensiones sociales y agitación
social, lo cual da cabida al nacimiento del espíritu subversivo
indispensable en la colectividad; 2) Establecimiento de bases
operativas en sus diversas modalidades (paramilitarismo, mercenarios,
etc); 3) Prácticas terroristas, violencia generalizada y sabotaje en
sus variadas formas destructivas de bienes y vidas.
La
subversión se revela en Venezuela porque los acontecimientos que
puedan perjudicar la imagen o percepción que se tiene del gobierno
siempre serán maximizados por los medios de comunicación social a
diferencia de los positivos que siempre serán invisibilizados
mediáticamente. Implementando la propaganda de guerra, en una
narrativa sincronizada a través de los medios privados de Derecha se
enfatiza la percepción negativa y sensación de caos social cuyo
culpable coincidencial en todos los casos es el Presidente de la
República o el Gobierno Bolivariano que lidera. Pueden ser tanto
sucesos originados por las fuerzas de la naturaleza como hechos que
implican obligatoriamente la intervención del hombre.
En una
secuencia reiterada que pudiésemos catalogar de bombardeo mediático,
se repite incesantemente el logaritmo discursivo siguiente:
acontecimiento adverso + noticia negativa con enfoque tendencioso =
culpa de Chávez. Todos los hechos perjudiciales se conectan porque
su culpable o generador común es el Ejecutivo y candidato a la
reelección. De esta forma, los sucesos tangibles y reales son
proyectados mediáticamente con una connotación política cuyos
propósitos son:
1.-
Interferir en la forma de pensar y sentir de la población,
distorsionando la percepción que tengan de la realidad para promover
la construcción de un criterio que genere reacciones conductuales
específicas ante determinados sucesos de conmoción nacional.
2.-
Repercutir en la opinión pública nacional para revertir tendencias
en estudios de opinión.
3.-
Establecer un clima de temor o miedo que impida a cada individuo
actuar libremente, con sensatez, acorde con sus propios criterios y
convicciones. El estruendo mediático no cesa y la confusión
informativa reina. Se fomenta la toma de decisiones emocionales a
nivel colectivo obviando cualquier viso de lógica o racionalidad.
4.-
Generar una sensación permanente de inseguridad colectiva y personal
ante posibles agresiones. Pronósticos catastróficos y apocalípticos
de la realidad nacional que se materializarán con plena seguridad al
menos que se cambie el “rumbo”.
5.-
Socavar el autoestima del venezolano. Mermar paulatinamente el
sentido de identidad nacional y patriotismo de la colectividad.
Esparcir como virus emocionales la desesperanza y decepción. Reducir el nivel de confianza hacia las autoridades gubernamentales
nacionales a la mínima expresión.
6.-
Resquebrajar el espíritu de cuerpo de la Nación para afectar la
percepción de legitimidad que se tiene del orden establecido y del
Estado de Derecho.
7.-
Promover el caos social, económico y político a la vez que se
ofrece, directa o indirectamente, una “salida” inmediata y fácil
a los problemas: cambio de presidente.
Los enunciados anteriores pueden también entenderse como objetivos tácticos que persiguen el fin último de propiciar las condiciones
necesarias para un cambio de administración gubernamental por la vía
de algún hecho de fuerza: magnicidio, intervención armada, rebelión
militar, paramilitarismo, etc. Ablandar las convicciones ideológicas
y creencias del sector mayoritario que apoya a Hugo Chávez es el
resultado esperado. La moral revolucionaria es el blanco a destruir.
El enlace directo entre sucesos tangibles de la cotidianidad y el
provecho político que le sacan los medios de Derecha no es casual.
La
subversión en Venezuela es una máquina bien aceitada que sigue
trabajando día a día impunemente intentando lesionar el sistema
político e integridad de la Nación. El Gobierno Bolivariano debe
tomar medidas que garanticen el debido control de la subversión que
se vive a diario para evitar una posible escalada de sucesos
coincidentes con el escenario político que busquen enrarecer el
evento electoral del 7 de octubre, al cual pareciese la oposición no
quiere llegar. Tener el Poder para no ejercerlo con determinación en
circunstancias claves del acontecer nacional, es un lujo que la
Revolución Bolivariana hoy no se puede dar.
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