Palabras ofensivas sólo muestran el desespero de los que no tienen la razón. |
Una
amiga me comentaba que comía en un restaurante el pasado miércoles
6 de marzo y tres hombres se burlaban una y otra vez de ella,
indirectamente, por su carácter chavista evidenciado al llevar una
franela roja y tener claras muestras de haber llorado mucho. Los tres
hombres, entre los que había un español, quizá aprovechándose que
ella estaba sóla, una y otra vez se burlaban de la condición de los
chavistas, discriminándo y ridiculizándo su tristeza junto a otras
bajezas que no es necesario traer a colación. Ella llegó a un
momento en que no pudo controlarse, se levantó y le dijo “si usted
no es capaz de respetarme, pues yo tampoco” y paso seguido le
volteó el plato de arroz encima a uno de los provocadores.
Escenarios
como este se repetirán una y otra vez en una sociedad venezolana
estremecida. Abundarán los falta de respeto opositores que,
aprovechándose del dolor de la mayor parte del país meterán cizaña
buscando reacciones violentas. Esa es la línea discursiva y de
acción que guiará a una importante porción del sector opositor
desde ayer, teniendo como punto de inicio las morbosas palabras
de Capriles quien con sonrisa entre macabra y burlona declaraba en
televisión “Chávez no está, y no se lo van a devolver”.
El
propósito es generar caos y violencia. Con su aparataje mediático
al acecho como perros rabiosos que esperan una presa, necesitan carne
audiovisual para mostrar lo violento que es el chavismo. La matriz
siempre ha sido que la violencia es producto del discurso de Chávez
y ahora para la elección del 14 de abril es necesario que le quede
bien claro a la gente que los violentos son los chavistas. Nuevamente
vemos la estrategia fascista de promover el caos con la promesa del
orden.
Firmeza,
determinación, autocontrol y paz debe ser la consigna. Capriles con
sus declaraciones busca un desenlace muy diferente al de medirse en
unas elecciones que sabemos no ganará. La unidad del Pueblo chavista
con amor hacia sus semejantes debe guiar todas nuestras acciones. No
le demos el gusto de incendiar al país.
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