Muchos sólo quieren comida, lo demás está de más |
Conversaba
con un amigo hace algunos días sobre la realidad nacional, lo que
sucede a nivel socio político y la manera como el pueblo es perjudicado
a través de la guerra económica. Él manifestaba un notorio
malestar porque está siendo afectado directamente, dado que el
vehículo de su esposa necesita un repuesto que “no se consigue por
ninguna parte” para poder funcionar. Adicionalmente, requiere
comprar aceite para el motor de su carro y, a pesar que ha
buscado en varias ciudades, no lo consigue.
Trabaja
en un organismo público, en el interior del país, donde debería
ser común denominador una convicción irreductible de sus
funcionarios en cuanto a lo que significa la revolución bolivariana
y el proceso de cambio que vivimos, pero el hecho que se vea afectado
a nivel material y que alguna de sus necesidades inmediatas no puedan
ser satisfechas le impacta de tal manera que estimulan en su
argumentación posturas apegadas exclusivamente al discurso de la
derecha. Él tiene casi diez años trabajando para el Gobierno
Bolivariano. Para resumir, su conclusión es que todo es culpa del
gobierno, que debe liberarse el dólar para que la economía sea
“competitiva” y que se le deben soltar las divisas a la empresa
privada para reactivar la economía. Él es chavista.
Mi
alarma ante esto es la siguiente: a pesar de que hay personas que se
identifican de una u otra manera con la ideología socialista o de
izquierda, en el primer momento que su zona de confort es vulnerada
comienzan a mutar sus percepciones respecto a las razones que
ocasionan su circunstancia adversa. El problema ya no es el cómo,
todo se reduce al qué. La sustentación histórica, el bagaje
cognoscitivo que explica las relaciones de poder y la lucha económica
que vive Venezuela hoy es irrelevante: “Yo lo que quiero es
conseguir mi repuesto, necesito el aceite para el carro”.
Obviamente es el reduccionismo pragmático en su máxima expresión.
La
decepción es un pesar generado por el desengaño. La derecha
económica, política y mediática impacta con toda su fuerza el
concepto esbozado por Chávez “Tenemos Patria”, mezclando
significados y arrebatando de las manos del pueblo el “tener”. La
carencia genera frustración en mentes condicionadas que
inmediatamente buscan a un culpable de su situación. El escenario
apunta a que el culpable es el Gobierno, nadie más. Por eso, muchos
dicen “no me vengas con ideología, ¡resuelve ya!”
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