Cultura de la ostentación por doquier |
Las
operaciones sicológicas apuestan por crear idearios y patrones
perceptuales en la población objetivo para que se consoliden
actitudes y conductas que respondan a la defensa de los intereses de
la clase dominante. La izquierda nunca ha asumido que es posible
utilizar las operaciones sicológicas en favor de las grandes
mayorías porque está repleta de líderes ortodoxos, resistentes a
la innovación y al cambio. De hecho, asumen que este tipo de táctica
para el control social es negativo, sin siquiera entender que es una
herramienta para el logro de un fin que puede usar a su favor.
A nivel
de la economía de nuestro país lo que contamina más la dinámica
comercial y afianza un sistema injusto son las percepciones y
creencias que la mayoría de la gente tiene al respecto. Esta
disociación generalizada se reproduce en todas las instancias:
gubernamentales, privadas, comunitarias, etc. Nadie escapa a creer lo
que no es y pareciera que todos estuviésemos de acuerdo en creer las
mismas mentiras.
La
economía venezolana no es rentista. Siendo sensatos podemos
acercarnos a una definición justa de lo que vivimos en Venezuela que
no es más que una dinámica económica signada por grupos y élites
poderosas que ejercen el malandraje, saqueo y delincuencia en todos
los órdenes. El problema son los ladrones, no el petróleo. Esto es
más que evidente, pero parece que todo el mundo considera lo
contrario.
La
cultura del trabajo está signada por una élite empresarial, en
muchos casos, holgazana que aplica la viveza criolla en función de
hacerse millonaria haciendo prácticamente nada. Los grandes
“empresarios” son expertos en malas prácticas, sobornos y
estafas. La eficiencia, la productividad, la excelencia y demás
brilla por su ausencia pero la gente cree que trabajan a pérdida,
con las uñas, que son altruistas, etc.
La
cultura del consumo está configurada por los dueños del sistema que
adiestran a los consumidores para que sean robots compradores.
¿Quejarse por un producto o servicio malo? Jamás! dado que “esto
es una raya y demuestra que eres un pichirre”. La cultura de la
ostentación primero, el consumo consciente es inexistente.
Si los
trabajadores de la POLAR supieran lo que se mete en el bolsillo
Mendoza cada año, seguramente pedirían reivindicaciones laborales,
aumento de salarios o le meten candela a la industria. ¿El gobierno hace algo para desmitificar
lo que creen los ciudadanos de quienes dominan la economía? Estamos
reprobados en comunicación económica, por ahora.