Claro como el agua... |
Un
guion es un texto que expone, con lujo de detalle para poder
elaborarla, el contenido que tendrá una película. A nivel político,
en Venezuela vivimos la aplicación cíclica de un guion diseñado
por intereses foráneos e implementado a lo interno por las
tendencias opositoras identificadas plenamente como ultraderechistas.
El
escenario es el mismo, pero los actores y las circunstancias han
cambiado desde aquel Golpe de Estado de abril de 2002 cuando el
Departamento de Estado de EE.UU. afirmó que “el dictador Chávez
ha reprimido y asesinado a manifestantes pacíficos que protestaban”.
Hoy, el apoyo internacional que ostentaba Venezuela en la región ha
mutado a ser un asedio internacional por el posicionamiento de la
ultraderecha en los mandos ejecutivos de los países vecinos, las
declaraciones y comunicados contra el Gobierno Bolivariano abundan.
El
método utilizado se repite para cristalizar
varios
conceptos a nivel local e internacional “crímenes
de lesa humanidad”, “violación de derechos humanos”,
“represión brutal”, “dictadura”, “crisis humanitaria”,
es el mismo guion de siempre, el texto ya está escrito.
Pero
a todo texto le hace falta la imagen. Es por eso que vemos decenas de
fotógrafos, profesionales o no, en cada manifestación. A nivel
internacional las imágenes de la “dictadura venezolana” se
cotizan muy bien: de 100 a 500 dólares es el precio de una secuencia
de imágenes de la “represión”; si es un video en el cual hay
sangre, el pago ronda entre 1000 y 1500 dólares. Detrás del show
opositor para favorecer una intervención extranjera se mueven
laboratorios mediáticos que
seleccionan, magnifican y viralizan en redes sociales y por
mensajería únicamente las imágenes que se adaptan al guion.
También vienen cantantes a la lucha, artistas que respiran
lacrimógenas y demás.
Debe ser una producción dramática, no una pieza de ficción.
La
imagen pesa más que la razón. Una veintena de manifestantes
iracundos linchando a un funcionario no amerita difusión, pero la
foto de una viejita tapándose la cara frente a una tanqueta que no
la agrede, sí debe viralizarse. La propaganda lleva al extremo y
leemos en redes que la civilidad opositora se transforma en barbarie
al pedir la muerte de otros venezolanos, “¡hay que colgarlos!”
comentan. Mientras, en la MUD se echan cuchillo porque se coló
un
video de Freddy Guevara comandando a grupos terroristas ¿cucharada
de la misma medicina?