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Hugo, siempre pícaro. |
Yo
no me enganché de tu carismática figura aquel 4 de febrero de 1992
cuando en TV diste la cara y cristalizabas con tus palabras el sentir
colectivo de una nación, no, estaba muy chamo cuando eso y no
recuerdo haber visto ese video en el momento que lo pasaron
ingenuamente los mismos medios que luego te odiarían. Pero sí
recuerdo que en la campaña del 98 no me pelaba el programa “La
Silla Caliente” con Óscar Yánez, quien era lacerante con todos
los entrevistados y más aún contigo por representar la “amenaza”
del “militarismo totalitario comunistoide” en nuestro país.
Recuerdo que el viejo Yánez hasta se arrechó en pantalla porque
trataba de desacreditarte y tú firme, sin vacilación, respondías y
argumentabas con claridad y lógica inigualables. Allí me enganché
contigo y al final de ese año te ganaste la “Silla Caliente”.
Siempre
te consideré un estratega militar, metódico, organizado y apegado a
la planificación de las cosas. Así te proyectabas, así te
percibía. Tus discursos siempre tuvieron la misma línea y lógica
argumentativa, podías cambiar un poco la forma pero jamás el fondo,
el propósito siempre fue el mismo “ayudar a los pobres
fortaleciendo la Patria”.
Cuando
en abril de 2002 los medios callaban, recuerdo hice varios volantes
mientras vivía en Barquisimeto exponiendo que tú no habías
renunciado y que los medios mentían. Fueron distribuidos en
Portuguesa, Lara y para mi asombro, tiempo después ví alguno pegado
en una pared en Caracas. Ese es el poder de la comunicación popular
que tú nos infundaste y que hoy permea el país sin que pueda
evitarse. Los medios, mientras te satanizaban no se daban cuenta te
inmortalizaban y tú, como el mejor comunicador revolucionario que he
conocido, mediaticamente también los destruías. Emblemático fue
verte en el Golpe Petrolero con un “backing” que mostraba a las
gandolas de PDVSA cargando gasolina y tú decías “¡Allá va otra
gandola!” con alegría de vencedor, y así por TV también
derrotaste el sabotaje.
Creo
muchos coincidirán conmigo en que a veces pensábamos que estabas
loco. Te metías en las multitudes sin importarte tu propia seguridad
y a todo riesgo. Hoy entiendo que estabas loco de amor.
Comunicacionalmente eras el ideal de lo que deberían transmitir los
medios del Estado, hablabas bastante de historia, de los valores y de
los principios revolucionarios generando conciencia en la audiencia,
educando y formando. Hablabas de los logros y de los proyectos en
ejecución y muy pero muy poquito lo dedicabas a hablar de la
oposición porque supongo asumías que la diatriba política era
improductiva a los intereses de la Patria de Bolívar. Ojalá se
replique fielmente tu manera de comunicar.
En
cada intervención decías que estabas leyendo varios libros, y los
citabas, los comentabas y yo me preguntaba ¿cómo hace para leer
varios libros a la vez y con qué tiempo?. Me imaginé siempre tu
Despacho con una montaña de Puntos de Cuenta listos para la firma y
tú revisando uno por uno con rigurosidad de cirujano, corrigiendo,
haciendo notas, llamando a los Ministros en la madrugada, incansable,
sin vacaciones, trabajando por el Pueblo. Creo podrán decir
cualquier cosa de tí, pero jamás se les ocurrirá inventar que eras
flojo y eso lo sabe hasta el escuálido más acérrimo. No existe
foto alguna en la que salgas con un “palo” de whiskey o algún
licor, a diferencia de los presidentes de la IV que no pelaban para
libar alcohol en cada agasajo pagado con el erario público, eso dice
mucho y evidencia quién eras en vida.
Tu
postura inquebrantable ante la adversidad, el no rendirte jamás, es
una cualidad intrínseca de todo aquel que se considere
revolucionario. En las situaciones más adversas, más complicadas,
salías glorioso con jugadas que inmediatamente desembocaban en la
pregunta ¿pero por qué hizo eso?. Más tarde siempre el tiempo te
daba la razón y seguías ganando el juego, tu juego.
Los
últimos años de tu presencia tangible siempre fuiste adelante y a
la vanguardia del juego político en el país. Pensé que era
imposible hacerte frente como candidato porque declamabas, cantabas,
conocías a Venezuela completa, evidente carisma, jugabas pelota,
montabas el show y generabas ese vínculo emocional con el Pueblo
involucrando todo lo que somos como nación. Mostrabas una memoria
increíble que muchas veces me hacía pensar tenías un dispositivo
que te permitía conectarte a internet y tener la información en tu
mente con sólo pestañear. De paso, lo que más me simpatizó
siempre es tu sentido del humor, el chalequeo, la creatividad para
crear, para generar nuevas ideas, eras el génesis de todo, eras
alguien fuera de este mundo.
Siempre
marcaste la pauta y aunque muchos no lo entiendan así, en la
redacción del programa de la Patria 2013-2019 percibí un aire de
posteridad similar al Discurso de Angostura escrito por nuestro
Libertador. Buscabas trascender políticamente con ese texto. Miraste
más allá y te trasladaste al futuro al plasmar los 5 grandes
objetivos históricos como los grandes visionarios. Ese es tu
testamento político. Esa es la Guía y la pauta a seguir para
consolidar y defender la independencia mientras fortalecemos la
patria.
En
tu alocución del 08 de diciembre de 2012, con dignidad, fuerza y
convicción de estadista decidiste el futuro de Venezuela.
Estableciste las directrices, siempre ganaste y sigues ganando. Hoy,
aunque estés ausente sensorialmente, sigues comandando el juego. Hoy
jugamos lo que instruíste jugaríamos. Sigues siendo el eje de la
patria y lo que me hace sentir más orgulloso de todo esto, es que
estoy en tu equipo y continuaremos venciendo.
Bolívar
jamás tuvo tv, twitter, internet, videos ni medios masivos del siglo
xxi y mira hasta donde ha llegado su legado. Imagínate ahora lo
que pasará contigo, Hugo.