Nunca antes habíamos podido constatar la creación de nuevas dimensiones políticas que se aferran a lo etéreo y modifican la forma tradicional de asumir y ejercer el poder. Inclusive, las dimensiones del poder, las esferas desde las cuales se ejerce y los planos en que ese poder incide se trastocan a tal forma que todo depende del cristal conque se mire brindándole mayor validez al dicho “cada cabeza es un mundo”.
Las armas creadas por el ser humano son para imponer sus intereses sobre los intereses ajenos. Un arma, sin importar el nivel tecnológico que ostente, tiene como fin modificar una realidad existente independientemente si es para defender u ofender. El arma es una herramienta que responde al propósito de quien la maneja, el que la manipula o utiliza es quien decide.
El escenario virtual cada día parece más real que la realidad misma porque impone sus criterios en el mundo tangible. Nadie tiene tiempo para investigar la verdad porque la soberanía del mercado impone un ritmo donde importan muy poco los intereses colectivos y privan los individuales. Todos corremos y no tenemos chance a detenernos a ver con claridad lo que está como tema del momento. Leemos o vemos, pensamos que sabemos, creemos o no y luego olvidamos para darle paso al próximo tema.
La dinámica impuesta es un arma de dominación de conciencias, el ser ocupado pisotea al ser documentado. El internet se adentra más en las sociedades y las redes sociales asumen el rol del Caballo de Troya cibernético porque son armas de desinformación masiva así como armas de adoctrinamiento masivo en función de los intereses de sus dueños. Controlando las piezas adecuadas se puede crear una autoridad virtual, con legitimidad virtual reconocida por quienes así lo desean, que ejerce un cargo virtual pero que se apropia de activos y dinero real. Existe la figura de un presidente virtual que acciona como ladrón real.
El plano virtual o cibernético es un espacio donde también se ejerce el poder y lo que fluye por allí afecta al territorio tangible dada su influencia sobre los habitantes de un Estado. Existir como autoridad en el ciberespacio otorga algún viso de legitimidad para repercutir en la realidad de todos. Es un tema inherente a la Seguridad de Estado permitir la invasión de redes sociales foráneas que colonizan las mentes de habitantes. Para actuar hay que pensar y para pensar hay que tener información. Cada quien actúa según lo que tenga en el mundo de su cabeza.