¿Será esta la razón por lo que estudiantes no protestan los fines de semana? |
Siempre
me han parecido risibles las argumentaciones por las que la oposición
en nuestro país sale a protestar a las calles. Todos los ciudadanos
del país, sean de la tendencia política que sean, podrán coincidir
conmigo en el hecho de que en Venezuela no se reprime la protesta.
Acá cada quien arma una manifestación por su “derecho” a algo,
a la vez que trasgrede el derecho de los demás a vivir en paz, a
tener libre tránsito, a continuar los estudios, etc. El show
mediático se resume a exigir de manera fatua el derecho a la
“libertad”, a la “educación”, a la “salud”, a la
“libertad de expresión”, a la “autonomía”, etc, la cosa es
que nadie menciona los deberes que como ciudadanos tenemos con el
país, con nuestro prójimo y nuestra comunidad.
Ahora
bien, independientemente del leitmotiv coyuntural de la
protesta hay algo que vemos como patrón conductual en ellas, sobre
todo cuando son del sector opositor. Las protestas son de lunes a
viernes y en horario de oficina. La protesta y su esencia como
elemento que alienta al cambio político-social ha adquirido un matiz
banal a raíz de la mediatización de la política. El quid del
asunto es molestar a los demás, generar tensión, incomodar al
prójimo y que esta molestia sea proyectada a muchos, que sea
sentida por muchos para que de manera inconsciente la apoyen. La
lógica mediática intenta chantajear al gobierno cada vez que da
cobertura al grupito reducido de “manifestantes libertarios” que
“luchan” por un mejor país. Eso sí, de lunes a viernes y en
horario de oficina.
¿Qué
legitimidad puede tener una protesta cuya temporalidad está regida
por los días laborales y el horario de trabajo? Por ejemplo, vemos
que los estudiantes acusan abuso gubernamental, violación de sus
derechos, trasgresión de la autonomía y demás enunciados
apocalípticos desde una posición de “ya esto no se puede
tolerar”, trancan por varias horas la principal arteria vial de la
capital del país entorpeciendo la dinámica de gran parte de sus
habitantes, para luego, a pesar de su situación “caótica” darle
una especia de “taima” a la protesta e irse de rumba el fin de
semana largo porque da la casualidad que cayó puente.
Más
contradictorio es ver a un profesor diciendo por tv que lo que gana
no le alcanza para vivir, que está en la inopia por el miserable
sueldo que recibe, que su situación “no la aguanta más” pero de
manera magistral desaparece justo cuando es viernes y todo el mundo
arranca para la playa a disfrutar del puente por la Batalla de
Carabobo. Profesores, docentes y demás hemos visto vacacionando,
tomándose un güisky comprado con el sueldo que no le alcanza para
vivir. La resistencia y la protesta es algo más mediático y
simbólico que real y tangible.
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