Lo que vemos como tragedia, otros lo ven como victoria al lucro |
La
guerra es un cuarto oscuro en el cual se entra pero no se sabe qué
se conseguirá en su interior. Hoy cuando los tambores de guerra
están sonando para emprender una escalada bélica frontal y abierta
contra Siria por parte de Estados Unidos y la OTAN cabría
preguntarse ¿por qué se sigue imponiendo la lógica de la guerra?
¿por qué la dinámica de una política exterior arrogante,
dictatorial, imperial e inhumana sigue marcando el curso de la
historia?
Pues
bien, debemos entender que la guerra por sí misma es un negocio muy
lucrativo para los grandes complejos industriales que la soportan.
Recordemos que en el planeta los tres principales negocios o sectores
que mueven más dinero son, en orden de importancia: producción y
venta de armas, narcotráfico y comercialización de hidrocarburos.
Esta afirmación asombra pero es verídica y nos da indicios del por
qué los conflictos armados jamás cesan.
La
guerra es un negocio en sí misma. Mucho más allá de los intereses
geopolíticos que se puedan perseguir, la apropiación de recursos
naturales por parte de la nación invasora, planes de
“reconstrucción” promovidos por quienes destruyen o colocación
de gobiernos títeres, tenemos la dinamización de una industria
bélica que soporta la economía del país más guerrerista del
mundo: EE.UU.
Para
que se hagan una idea, EE.UU. destinó para su “defensa” en el
2012 la cifra de 682 billones de dólares, el 39% del presupuesto
mundial orientado al sector militar de los 15 países que más
invierten en armas. China le sigue de segundo con apenas 166 billones
de dólares americanos, igual al 9.5%.
Las
guerras de EE.UU. jamás se acabarán porque son la consecuencia de
un sistema político dominado por las corporaciones armamentistas. En
las esferas de poder del imperio lo que prevalece es el interés de
quienes fabrican armas y mantienen el aparataje bélico funcionando.
Por eso es que muchos no entienden el ímpetu guerrerista, unilateral
y arbitrario de la administración Obama, contradictorio ganador del
premio Nobel de la paz.
Si
mi negocio es hacer armas, generar mercados implica originar
conflictos bélicos. Si mi economía está construída sobre la
industria militar, nada mejor que entrar en guerra para agilizar la
comercialización y uso de recursos armamentísticos. Nosotros lo
vemos como tragedia, pero a los señores de la guerra una Tercera
Guerra Mundial les puede parecer la mejor oportunidad de negocio que
hayan visto en medio siglo.