Para
nadie es un secreto que la oposición tiene un arroz con mango a
nivel de lineamientos estratégicos como cuerpo político que anhela
la toma del poder. Destacan las figuras violentas, con alto respaldo
financiero del sector empresarial privado, y aquellos quienes dicen
estar “al mando” del conglomerado politiquero de la MUD. Todos,
aún siendo “bomberos”, se pisan la manguera unos a otros. El
relajo táctico es signo que el caos que intentan imponer al país,
ya los alcanzó a ellos.
Ahora
bien, la estrategia del caos generalizado implica también amenazas
generalizadas a la sociedad venezolana. El sector político amenaza,
a nivel económico existen amenazas, a nivel social vemos amenazas,
en cuanto a la salud estamos amenazados permanentemente, etc. Vivimos
una ecuación cuyo resultado obvio es hacer invivible a Venezuela.
Chávez batalló por el “Vivir viviendo” pues la oposición
cristaliza la antítesis de ello.
Como el
Gobierno Bolivariano evidencia notorias debilidades respecto a su
capacidad para controlar la economía del país, ese es el principal
flanco de ataque del único sector de la oposición que sí tiene
claro su accionar desestabilizador: el empresariado privado,
Fedecámaras, Consecomercio y afines. Ellos dicen estar dispuestos al
diálogo, darle la mano al Gobierno y “trabajar”, mientras
apuñalan una y otra vez por la espalda a la patria. Eso ha sido, es
y seguirá siendo siempre así. Por algo reeditamos lo vivido en el
2002.
Hoy,
todo tiene que ver con el bolsillo del venezolano y la dinámica del
pueblo con el sector servicios. En éstas áreas, las instituciones
lucen como un niño de pecho que desconoce por completo lo que debe o
no debe hacer para vencer la Guerra Económica. Es algo que las
arropa, las supera y las vence. El proceso bolivariano tiene dos
grandes enemigos: las élites del poder económico y el Estado
burgués. El modelo que fracasa es el del sector privado y su
capitalismo delincuencial porque no cumple con su función, de la
mano de un Estado inocuo y reformista que no brinda soluciones a los
problemas, las “medidas” no cuajan y seguimos igual. Esperamos
por una verdadera revolución económica desde hace 16 años.
Como la
gente está molesta e incómoda, la oposición intenta sacar provecho
de esta realidad pretendiendo posicionar los términos “transición”
y “cambio”, cuando lo que el pueblo anhela es mejora y
perfeccionamiento. El chavismo tiene las de ganar, el tiempo corre.
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