Estamos
cansados de escuchar una y otra vez opiniones, metodologías,
talleres, cursos e información súper especializada que trata de
"descifrar" los algoritmos de las redes sociales y la forma
como éstas plataformas digitales privilegian algunos contenidos más
que otros. Lo que nadie dice es que los
algoritmos están diseñados por seres humanos en función de las
órdenes impartidas por sus jefes,
los dueños de corporaciones mil millonarias.
Dictaduras
corporativas donde el
genocidio de la verdad y el adoctrinamiento de las masas son
instrucciones plasmadas en un memorándum
que debe respetarse y ejecutarse sin protestas por las unidades
ejecutoras dentro del organigrama de las empresas privadas que
dominan lo público.
Los dueños intocables de las redes
sociales trastocan la sociedad a su antojo, decidiendo la manera en
que fluctúa la información para impactar la conducta de muchos. La
ética brilla por su ausencia en compañías que no aceptan
cuestionamientos y la
cibernética aplicada a la Internet les permite controlar las
reacciones de sistemas políticos, sociales y económicos a través
de terapias de shock basadas en datos y bytes tendencios.
No
existe legislación ni organismo multilateral que se dedique a normar
y regular el funcionamiento de las redes sociales a nivel mundial. A
fin de cuentas
todos en el planeta nos exponemos a instancias sin regulación, medios forajidos que tienen un compromiso nulo con la verdad pero están dispuestos a colaborar en la caotización cognitiva de las masas.
Mucha
información fluye y poca certeza queda derramando la duda sobre una
sociedad que no tiene tiempo para investigar ni corroborar nada. Las
redes sociales apelan a la emoción transformando cada vez más a sus
usuarios en primates tecnológicos.
Los contenidos basura abundan y
se multiplican cada segundo
gustando
a millones de internautas desprevenidos que nos dejamos distraer por
cualquier
cosa que dispare
una dosis mínima de dopamina en nuestro organismo: el placer es
suplantado por el saber.
¿Qué
policía puede llegar a una nube? Ninguno con plena seguridad pero
para el mundo real
la
"nube" es un lugar virtual
muy
seguro en el que todos debemos confiar ciegamente.
Esa
nube blanca que está en el cielo en
realidad
nadie puede verla y carece
de credibilidad porque está al alcance de ninguno. La
nube sirve de recipiente de nuestra esencia transformada en perfiles
de consumo, útiles para el que pueda comprar información de otros.
Al
final
nadie
vigila a quienes aseguran no vigilarte
mientras surge un mensaje emergente en tu celular vendiendo un
producto similar a lo que comentabas con una amiga durante la última
llamada telefónica. Nos espían y utilizan ¿Hasta cuándo?
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