El caprilista

Caprilistas con arrechera queman afiche del Pdte legítimo de Venezuela, Nicolás Maduro

Ante el surgimiento del término “caprilismo” en la esfera mediática, más como algo informal y propagandista que lógico y racional, me dispuse a identificar los razgos que caracterizan a esta ideología poítica. Como al revisar diferentes fuentes entendí que el término no hace referencia a un dogma o conjunto sistematizado de ideas predefinidas con un orientación política clara, pensé que la mejor forma de ilustrar al “caprilismo” era describir la conducta y razonamiento emocional de aquellos que se identifican como parte esta categoría.

• El caprilista dice amar y defender la constitución Bolivariana, pero jamás la ha leído.
• El caprilista no tiene reparo en señalar de errores a otros pero jamás ve sus propias fallas.
• El caprilista sufre de “locus de control externo”, categoría sicológica a través de la cual culpa y endilga la responsabilidad de todo lo malo que le sucede a un ente superior o externo: el Gobierno chavista.
• El caprilista te dice mirándote a los ojos que en Venezuela hay una dictadura que amordaza a la libertad de expresión mientras lee el periódico opositor, ve el canal en contra del gobierno o escucha en la radio al locutor socavar la legitimidad de Maduro.
• El caprilista le tiene un terror a todo lo que tenga que ver con Cuba, a pesar que jamás ha leído la historia de la isla, jamás la ha visitado y mucho menos ha conversado con algún cubano.
• El caprilista no tiene ni la más mínima idea de por qué la bandera tiene los colores: amarillo, azul y rojo ni la razón por la que tiene ocho estrellas. Según su argumentación la octava estrella es capricho de Chávez.
• El caprilista cobra su pensión digna, derecho que garantiza la revolución y el gobierno bolivariano, sin reparar que no le pidieron carnet del PSUV para incluirlo como beneficiario.
• El caprilista va siempre pavoneándose en su Toyota FortRunner de BsF 1.700.000 por la capital mientras es capaz de decirte con convicción que el Metro no sirve.
• El caprilista come tres veces al día o más, pero hablando con los vecinos afirma que está “mal” por el desabastecimiento.
• Un caprilista es capaz de meterle candela a la casa del vecino chavista, con todo y los vecinos chavistas dentro, mientras grita ¡Democracia! ¡Libertad!
• El caprilista pata en el suelo cree que por decir que adora a Capriles sube unos dos estratos en la escala social de clase pobre a clase media o media alta.
• El caprilista jamás lee libros, se limita a leer los periódicos que le reafirman una y otra vez su caprilismo. Lee también revistas de farándula y superficialidades.
• El caprilista grita con odio que el gobierno chavista es corrupto, pero si lo para un fiscal inmediatamente le ofrece un soborno.
• El caprilista dice que los chavistas pisotean la constitución y no respetan las leyes mientras se come la luz roja en el semáforo.
• Un caprilista todavía cree que los “pistoleros de Llaguno” le disparaban a madres embarazadas y niños en edad preescolar que caminaban pacificamente por la Baralt en Abril 2002 . Nunca ha visto a los Policía Metropolitana con armamento de guerra echándole plomo al puente.
• Un caprilista drena su arrechera en la calle destruyendo CDIs, arrollando a niños chavistas, quemando sedes del PSUV y destruyendo las vías públicas todo en nombre de la paz, la democracia y la dignidad de la sociedad civil.
• Un caprilista al verse contra la espada y la pared en una discusión siempre dice “Yo te quiero mucho, pero es mejor que dejemos ésto hasta aquí porque yo no quiero pelear contigo”.
• Un caprilista no se sabe el Himno Nacional y si intenta cantarlo, en la segunda estrofa se enreda.
• La madre caprilista es capaz de expulsar de su casa al hijo chavista, aunque no tenga donde vivir.
• El caprilista siempre dice “si yo no trabajo no como” pero no le pasa por la cabeza que el hecho de que haya trabajo es producto de las políticas económicas del Gobierno.
• El caprilista que vive en un municipio opositor si ve algo malo o condenable culpa a los “ineptos del Gobierno chavista”, pero si ve algo bueno se regocija porque eso es gracias a su eficiente alcalde opositor.
• El caprilista recibe su pasaporte electrónico en menos de dos semanas, sin palanca, sin matraca, sin gestores y te dice “eso no es gracias al Gobierno, ese es mi derecho”.
• El caprilista y su lógica televisiva lo hacen argumentar que la falta de Harina Pan en los anaqueles, producida por la empresa privada y distribuida por la empresa privada, es culpa del Gobierno chavista.
• El caprilista prefiere mil veces un Centro Comercial a una plaza o un parque al aire libre.
• El caprilista se queja de la especulación pero tiene un negocito en el Sambil donde revende a dólar paralelo lo que compra con dólares CADIVI.
• El caprilista te dice que no sabe de ideologías, a pesar de que defiende al neoliberalismo salvaje.
• El caprilista educa a sus hijos para que odien y detesten todo lo que tenga que ver con Chávez, chavismo o socialismo.
• El caprilista dice que ama a Venezuela, mientras arroja por la ventana el envoltorio de la chuchería que se acaba de comer.
• El caprilista cree que la mejor cualidad del liderazgo de Capriles es que es “flaco”.
• Un caprilista repite con testarudez y orgullo que “No tenemos Patria”·
• Un caprilista odia al prójimo que recibe una vivienda digna, odia a los niños que reciben canaimitas y detesta saber que hay venezolanos que nunca han tenido nada y hoy en día están siendo dignificados.
• Un caprilista apoya al tipo que de llegar al poder le privatizará la universidad donde estudia.
• Un caprilista apoya al empresario que de llegar al poder le aumentará el pasaje del Metro.
• Un caprilista no se da cuenta que no hay ningún deportista venezolano que apoye a Capriles.
• El caprilista tiene tanto odio en su interior que al fallecer Chávez gritó de la emoción y alegría por la ventana de su casa sin respetar a la gran mayoría del país.
• El caprilista dice que odia la supuesta injerencia del “imperio” cubano en Venezuela, pero no critíca que todos sus líderes brinquen de EE.UU. a Europa pidiendo intervención del país.
• Un caprilista no tiene la más mínima idea de qué es el fascismo.
• El caprilista es producto de operaciones sicológicas, de la propaganda de guerra y manipulación mediática que infunde miedo. Carecen de razón, de lógica argumentativa y mucho menos de bagaje.
• El caprilista es sinónimo de odio, violencia y agresión. El chavismo es amor, solidaridad, justiticia e inclusión.

El odio, rencor, irracionalidad, emocionalidad y resentimiento inoculado y exacerbado a los caprilistas está latente y va en aumento. Es la antesala ideal para generar confrontaciones masivas de ciudadanos en un país. ¿Y tú, eres caprilista o prefieres amar a tu país y a los venezolanos?