Ni los unos ni los otros, ¿cansados de la política? |
Hay
apreciaciones respecto al escenario político venezolano actual que
distan muchísimo de ser balanceadas y sensatas. De hecho, se manotea
groseramente al Ejecutivo Nacional para, a través del escándalo y
la ofensa, lograr posicionar matrices tendenciosas que no son más
que propaganda disfrazada de ecuanimidad.
Es
necesario aclarar términos y apegarse a los conceptos para
identificar juicios interesados en distorsionar la percepción
acertada de la realidad. Despolarización se atribuye a un proceso
sociopolítico a través del cual una masa de individuos no se
parcializa por las opciones políticas más significativas presentes
en el escenario por la pugna del poder. En Venezuela, un proceso así
connotaría que el electorado está cansado tanto del chavismo como
de la oposición, por lo que en una gran mayoría manifiestan
apegarse a una tercera opción. Ya los extremos perderían
preponderancia, los polos se diluyen como referentes y la
participación junto a la movilización política toman cuerpo en una
alternativa distinta.
Despolitización,
tal como el Presidente Maduro plantea se vive actualmente en
Venezuela, implica que la colectividad nacional no le da un valor
preponderante a la política como vía para solventar sus problemas
ni dirimir sus diferencias. El método a través del cual las grandes
masas articulan y satisfacen sus necesidades se desvincula del
ejercicio de los derechos políticos. En criollo, si la política no
evita que haga colas, no ayuda a que consiga productos clave en los
anaqueles ni reduce los precios usureros y especulativos que los
comerciantes establecen impunemente ¿para qué recurrir a ella?
Lógicamente, las personas identifican la inutilidad del ejercicio de
la política porque eso no repercute positivamente en su bienestar
inmediato, en su cotidianidad. Se quita a la política y su
ejercicio, del orden de prioridades conductuales de los individuos.
La
despolarización no está ocurriendo en Venezuela. Eso es una mentira
que sólo busca atraer adeptos a parcialidades políticas que lucen
como principal cualidad la insignificancia. Decirlo es apelar a una
argucia propagandística carente de ética.
La
posmodernidad late en suelo venezolano vívidamente y las fuerzas
económicas hacen lo que les viene en gana. Se borra de la
colectividad la representación social inherente al ejercicio de la
política como vía para la consecución del bienestar general, de
todos. La gente sólo centra su atención en el bolsillo y los
billetes que le quedan para comprar lo que necesita, lo que debe
sufrir para adquirir los productos y el precio que debe pagar.
Cualquier consideración adicional es irrelevante, el individualismo
prevalece y cada quien se enfoca en su zona de confort, los demás,
están de más. La ideología y la política “no dan de comer”.
Como resultado tenemos que Venezuela sí vive una despolitización.
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