¿Dónde están las cifras? |
Una de
las mayores y más evidentes debilidades del Gobierno Bolivariano a la
hora de enfrentar la Guerra Económica es la ausencia casi total de
Inteligencia de Mercado que le permita conocer a cabalidad el teatro
de operaciones, identificar a los enemigos, determinar flancos
débiles y puntos de ataque. La institucionalidad se mueve con los
ojos vendados y las decisiones, evidentemente,
ayudan más a la burguesía
que a la patria. Desde el punto de vista discursivo y mediático, se
enfatiza que sufrimos un ataque en nuestra dinámica comercial desde
todos los centros de poder económicos y financieros, nacionales e
internacionales. Pero son generalidades que no se traducen en
acciones de contraataque.
Se
decide, no se sabe qué lumbrera lo ideó, que ya no se sacará la
cifra del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) a la luz
pública porque eso favorece a la derecha. Dar a conocer el índice
inflacionario mensual es algo contrarrevolucionario, supongo. Pero
los economistas y especialistas del área que se posicionan como
asesores del gobierno, responden a la reforma y sus “soluciones”
sólo perpetúan los males que sufrimos. Más aún, carecen de la
agudeza necesaria para actuar adecuadamente en un escenario de guerra
económica.
Fíjense
en esto, ¿por qué nunca sabemos las cifras vinculadas a la realidad
comercial del país? ¿Por qué no se publica, por ejemplo, el Índice
de Bachaqueo a nivel nacional? ¿Por qué no hay números concretos
que proyecten el Porcentaje de Sobrefacturación promedio
mensual en Importaciones
recibidas en los puertos de La Guaira o Puerto Cabello? ¿Cuál es el
Promedio Especulativo del sector automotor en Venezuela? ¿Cuáles
son los niveles históricos de productividad de grandes empresas como
la POLAR? ¿Por qué no sabemos
los apellidos de los dueños y la segmentación del mercado
venezolano en el sector de transportistas y distribuidores? ¿Cuáles
son los centros de producción y venta, por
ejemplo, de cemento en el país,
cuánto producen, a cómo venden y a quién le venden? ¿Cuáles son
las bandas de precios de un café grande en las panaderías de
Venezuela? ¿Por qué no se genera un Índice de acaparamiento por
sector alimentos, en la Gran Caracas por ejemplo? ¿Por
qué no hay cifras del número de containers con chatarra que aún
llegan a los puertos? ¿Cuál es la proyección estadística del
aumento promedio porcentual en los colegios privados del país? ¿Cuál
es el nivel de avance contra la Guerra
Económica, qué cifras lo constatan, cuáles son los indicadores de
gestión? ¿Cuál es el
promedio de desabastecimiento inducido en grandes centros urbanos de
la región centro-occidental, por ejemplo?
Éstas
preguntas generadoras, y
muchísimas otras más, cuestionan y buscan generar cifras que
respalden estadísticamente los fenómenos de la guerra Económica.
Como este levantamiento de información no se lleva a cabo, como
estos indicadores vanguardistas no son articulados metodológicamente,
pues tenemos el desastre económico que vivimos.
Nos atacan sin
piedad y la institucionalidad luce perdida y desorientada. No existe
planificación ni optimización en la manera de enfrentar el
conflicto. No se sabe qué hacer y el pueblo sufre, cada día más,
la embestida de la burguesía parasitaria. A
esto hay que sumarle, quienes en puestos de dirección sacan provecho
particular en río revuelto. La estructura podrida de la economía
nacional sigue intacta, desangrando a la patria y destruyendo a la
revolución.
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