Parece que todos somos depredadores ¿no? |
En
la autopista José Antonio Páez, un camión con el rotulado
“Patrullaje Inteligente” anuncia una alcabala que detiene a un
vehículo particular. Uno de los pasajeros transporta un bulto de
harina, uno de arroz y algunos envases de margarina. Los funcionarios
increpan que eso es para bachaqueo, el ciudadano explica que es para
todos sus familiares en Barinas dado que allá no se consiguen
productos. Los funcionarios comisan la mercancía y forzan un
desembolso de dinero por parte del ciudadano para “no llevarlo
preso”. Los “defensores de la Ley” hasta se atrevieron a
comerse unos mangos que el “criminal” trasladaba en su vehículo.
En
un pueblito de Apure, llega una señora que adquiere productos en
otras latitudes e inicia un proceso de subasta. Ya los productos no
tienen un precio fijo, sino que son vendidos al mejor postor. El kilo
de azúcar cuesta inicialmente mil bolívares y la puja favorece al
que más ofrece. Lo mismo sucede con otros productos.
Un
colegio en una zona del jet set anuncia el cobro de la “reserva de
cupo” para que los niños puedan seguir estudiando en la
institución. Si algún papá no paga 20 mil bolívares, el colegio
asume que no están interesados en el cupo. Se hace una reunión de
padres y representantes reclamando la ilegalidad del cobro por ese
concepto, momento en que una madre abogada con voz recia se levanta
para defender los intereses del centro educativo y dice “ustedes
saben muy bien que las leyes en Venezuela no se pueden cumplir, la
legislación es inútil en nuestra situación país”.
En
la población de Santa Inés, Edo. Lara, una señora comenta lo
difícil que es para los habitantes del lugar conseguir productos de
la cesta básica. Sin dudarlo, afirma que ha sido así desde que el
“camión de la Polar” dejó de ir para ese destino a llevar
alimentos y únicamente se limita a llevar cerveza de forma
esporádica.
Una
dolida esposa acude al Cementerio Metropolitano de Araure, Edo.
Portuguesa, sitio donde enterraron a su esposo hace mes y medio. No
había terminado de rezarle el rosario a su deudo cuando llegó una
banda de criminales con aguardiente, vallenato a todo volumen y tiros
al aire porque enterraban a uno de sus colegas. Ella se asustó y
decidió dejar la visita para otro día.
Los
productores de piña en Lara la venden en la zona productora a un
precio que ronda 4 piñas por doscientos bolívares. En Caracas,
dependiendo del sitio, se puede comprar una piña en 800 bolívares.
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