El verdugo de la patria, hoy aparece sin rostro |
En
el 2002 – 2003 Venezuela experimentó un proceso de
desestabilización donde el blanco de los ataques era el pueblo.
Todos recordamos la propaganda incesante que medios televisivos
difundían para sacar provecho del descontento y malestar de la
colectividad por hacer colas de varios días para adquirir gasolina,
la ausencia total de productos de la cesta básica, etc. Se bombardeó
a la población para generar un quiebre de la institucionalidad
democrática, restar apoyo popular al gobierno y aprovechar esa
circunstancia para desplazar a Chávez del poder legítimo que logró
en elecciones.
Las
caras visibles de la afrenta al pueblo promovida por la Derecha
estaban definidas con nitidez: Confedereación de Trabajadores de
Venezuela (CTV), Fedecámaras, Conferencia Episcopal Venezolana,
Medios de Comunicación privados, militares disidentes y la antigua
PDVSA. Sin ningún pudor, todos estos sectores confrontaban
abiertamente al presidente Chávez exigiendo su renuncia. El pueblo
los identificó con facilidad y pudo deducir que las penurias vividas
eran a raíz de las acciones por ellos emprendidas. Si faltaba
gasolina, la gente sabía era por los golpistas de PDVSA, si sólo
pasaban propaganda en la TV las 24 horas la gente entendía el
propósito de ello y quienes lo hacían, si los comercios estaban
cerrados, la gente conocía que era por orden de Fedecámaras.
Doce
años después, en Venezuela evidenciamos casi las mismas penurias
pero sin culpable aparente. Se afecta al pueblo con diferentes
tácticas pero quien las articula, casualmente los mismos de antes,
jamás lucen como causantes y la responsabilidad se le atribuye 100%
al gobierno. Si hay colas, es por culpa del gobierno. Si algo cuesta
500% más que ayer, es culpa de la inflación que es consecuencia de
la mala política económica del gobierno. Si no se consigue algún
producto, es porque el gobierno no da dólares a la empresa privada.
La especulación y acaparamiento no existen porque asumirlo así
inmediatamente implica señalar al especulador y acaparador, en
cambio, surgen de la nada la inflación y el desabastecimiento que
son conceptos sólo usados para nublar el entendimiento de la
realidad.
Aunque
suene duro, desde 1998 cuando la Revolución Bolivariana asume las
riendas del país hasta hoy, 2014, jamás se le tocó un pelo a la
estructura del capital privado que rige el destino de la economía
venezolana. La oligarquía de 1998 hoy tiene mayor poder económico
que al final del siglo pasado. El capital privado está fortalecido y
hoy acciona con todo su poder en contra de un sistema político que
tiene la justicia social como eje de acción. Si eso no fuese así,
la guerra económica que a todos golpea no se estuviera llevando a
cabo. Al igual que en 2002 – 2003, el objetivo es aniquilar la
moral del pueblo venezolano y desaparecer la confianza en el proceso
revolucionario. El asesino sin rostro, sigue dándole puñaladas a la
Patria, a nosotros el pueblo, a nuestra Venezuela.
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