La Empresa privada sigue robando al trabajador |
He
conversado con varias personas que manifiestan inconformidad respecto
a la forma como el Gobierno Bolivariano está encarando la implacable
guerra económica que el sector privado ejecuta para afectar
directamente al pueblo y que así, se reduzca a la mínima expresión
el apoyo y respaldo popular a la gestión revolucionaria.
Entre
los argumentos más comunes destaca el hecho de que se siguen
efectuando fiscalizaciones y vemos por los medios gubernamentales,
mayoritariamente, los excesos cometidos por la empresa privada. La
usura, la especulación y el acaparamiento se repiten incesantemente
pero jamás se ve o se conoce de algún dueño de empresa o comercio
que haya sido encarcelado. Pareciera que en la aplicación de la Ley
de Costos y Precios Justos, obvian el apartado que establece prisión
de 8 a 10 años para quien cometa los delitos de especulación, usura
o boicot. De hecho, da la impresión que estos crímenes los comete
el “negocio” y no el dueño del negocio, responsable de los
delitos.
Se
hace énfasis en la imposición de multas, en la confiscación de los
bienes o productos para venderlos a los precios justos, cierres
temporales, etc, pero medidas drásticas contra este flagelo no
aparecen. Un familiar me decía que la gente le tiene más miedo a
pasar 24 horas en prisión, que pagar una multa de 24 mil bolívares.
¿Será que la lenidad da paso a que los ataques de la empresa
privada contra el pueblo y la patria se sigan perpetuando?
Otro
factor determinante es el hecho que las fiscalizaciones no se enfocan
en los comerciantes que día a día le venden al pueblo lo que les da
la gana y al precio que les da la gana. No vemos inspecciones en las
bodegas, no vemos inspecciones en fruterías, la carnicería del
barrio o de la urbanización no es fiscalizada, la panadería de la
esquina actúa como si no existiera gobierno, etc. La red de
establecimientos a dónde el pueblo debe acudir para comprar
frecuentemente sigue especulando a sus anchas y, lo he constatado,
aumentan los productos a veces hasta por hora: lo que en la mañana
costó 50, en la tarde cuesta 55 bolívares.
Es
imprescindible darle poder al pueblo para que actúe contra
especuladores, acaparadores y usureros. Circunstancias excepcionales
requieren la aplicación de medidas drásticas. No entenderlo así
podría hacer que las acciones de la revolución sean inocuas en esta
Guerra Económica.
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