La batalla electoral del 6D |
A
menos de una semana para que se efectúen las elecciones
parlamentarias en Venezuela, a nivel de propaganda y de discurso se
pueden identificar dos polos. La interpretación de la realidad
actual del país difiere plenamente entre las dos parcialidades políticas en pugna, el
chavismo y la oposición. Ambos, toman elementos reales de la
cotidianidad del pueblo pero ajustan su percepción y explicación de
los fenómenos en función de sus intereses. Ambos, hábilmente
intentan utilizar lo que se vive en la calle como catalizador que
movilice a los votantes en función de su parcialidad política. A
esta hora, nombres de candidatas o candidatos muy poco importan
porque ambas fuerzas centran su propaganda en mandar a votar por las
tarjetas: PSUV y MUD, dos modelos enfrentados, la izquierda contra la
derecha, los ojos de Chávez contra la manita.
Según
las fuerzas de oposición, las colas, la escasez, el “salario que
se vuelve agua” y demás fenómenos de la Guerra Económica -que
ellos dicen no existe como tal- son producto de un modelo fracasado.
La explicación infantil y simplista que exponen los líderes de la
MUD es que todo lo que sucede es culpa de Maduro. Arguyen que los
empresarios son perseguidos, que el gobierno humilla a la gente con
las colas, que el socialismo no sirve, etc. Las propuestas están
alineadas con argucias propagandísticas del tipo “yo te voy a
pagar en dólares”, o aquello de “el día siguiente a las
elecciones habrá de todo en los anaqueles y se acabarán las colas”.
En definitiva, el discurso de la derecha es reducido a lo más básico
y elemental apelando a técnicas publicitarias y al mercadeo político
que se aferra a la creencia de que los electores son perros de Pavlov
que responden a estímulos condicionados.
Del
lado de las fuerzas chavistas en el poder, vemos una sinergia
ascendente a nivel de gestión de gobierno en cuanto a la concreción
de planes, proyectos, Misiones: obras de infraestructura vial,
sistemas de transporte masivo como autobuses y taxis, entrega de
viviendas, aumento del número de pensionados, masificación en la
entrega de equipos tecnológicos a estudiantes, ataque a la
inseguridad con la OLP, cierre de fronteras para atacar el
contrabando de extracción, mejora de las condiciones habitacionales
con Misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor, jornadas periódicas de
expendio de alimentos a precios reducidos, etc. Además de la
gestión, con obras y cosas tangibles, el chavismo basa su discurso
en la idea de que los venezolanos deben defender sus logros, que
deben votar a favor del PSUV por todos los beneficios que han
recibido a través de leyes que protegen al pueblo y por algo
fundamental que ha elevado nuestro arraigo como nación: la identidad
y dignidad del venezolano. Es una campaña más densa a nivel
discursivo, que apela a la conciencia de los votantes junto a
recurrir a la lealtad y amor hacia el máximo líder del chavismo, el
comandante Hugo Chávez.
Ahora
bien, la lógica que intenta imponer en el elector la distorsión
perceptiva promovida por la derecha -propaganda- se reduce al
siguiente argumento “como tengo que hacer cola, como no consigo los
productos que necesito y como los precios de todo aumentan sin
control el 6 de diciembre le daré un voto castigo al modelo
fracasado chavista y le haré saber a Maduro que estoy en contra de
su gobierno y que quiero cambio”. En este discurso no importa saber
por quién se votará. Los afectos a la oposición podrían estar
eligiendo a empresarios ligados a la oligarquía, personas con
prontuario, o líderes de dudosa reputación, pero nada de eso
importa porque el objetivo es aniquilar al chavismo. El fin justifica
los medios, dicen.
Del
lado del chavismo en funciones de gobierno, los esfuerzos de su
gestión no han impactado en las tres ideas base de la propaganda
opositora: vemos aún notables fallas en el abastecimiento, las colas
no han desaparecido y prácticamente todo lo que uno encuentra en las
vitrinas muestra cifras que deprimen al consumidor al constatar una
especulación impune y rampante. Estos fenómenos tienen su origen en
acciones del sector empresarial y los grandes centros de poder
económico, orientadas a la desestabilización del país de manera
solapada para socavar el apoyo popular que mantiene al sistema
político funcionando. Es evidente que el Gobierno Bolivariano no
controla la economía y que avanzar contundentemente en la derrota de
la Guerra Económica, por ahora, escapa de sus manos fundamentalmente
porque la dirección política de la revolución debe articular sus
lineamientos a través de un Estado burgués que privilegia al
patrono, oligarca, empresario o burguesía por encima de los
intereses del pueblo.
Para
sopesar esta realidad, la dirección política chavista echa mano de
aquello que sí controla que no es más que la utilización del
erario público en dinamizar los planes y proyectos existentes.
Enfoca sus recursos en blindar sus fortalezas. Entonces, vemos que la propaganda de las
fuerzas chavistas busca construir en el elector el siguiente
ideario “la revolución lleva 15 años en el poder dándole
beneficios tangibles al pueblo, creando leyes que lo protegen y
democratizando el acceso a cosas que antes eran sólo para una
minoría. Debemos defender nuestros logros y no dejarnos engañar por
los falsos ofrecimientos de la oposición. Debemos ser leales a
Chávez y votar por él y sus candidatos de la patria el próximo 6D
para avanzar y derrotar la Guerra Económica. El chavismo se crece en
la adversidad”.
La coincidencia en ambas campañas está en que las dos reconocen que el pueblo, el elector, está incómodo por la dinámica comercial actual que perturba la cotidianidad y ha afectado la zona de confort de cada venezolano. Un frente provoca esa circunstancia y navega sobre ella para sacar provecho político diciendo que la culpa es del otro; el otro, como no logra solventar la circunstancia adversa, brinda infinidad de respuestas que inciden en otros flancos y señala como culpable directo de los problemas que persisten a nivel del comercio, a su contrario. La molestia está latente, veremos el 6D quién cree el pueblo que es el culpable de esa molestia y si esa molestia vale más que todo lo que se ha logrado.
La coincidencia en ambas campañas está en que las dos reconocen que el pueblo, el elector, está incómodo por la dinámica comercial actual que perturba la cotidianidad y ha afectado la zona de confort de cada venezolano. Un frente provoca esa circunstancia y navega sobre ella para sacar provecho político diciendo que la culpa es del otro; el otro, como no logra solventar la circunstancia adversa, brinda infinidad de respuestas que inciden en otros flancos y señala como culpable directo de los problemas que persisten a nivel del comercio, a su contrario. La molestia está latente, veremos el 6D quién cree el pueblo que es el culpable de esa molestia y si esa molestia vale más que todo lo que se ha logrado.
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