Empresarios pordioseros ¿no? |
En
tiempos de Guerra Económica lo que más preocupa es ver la fuerza
conque la derecha impone percepciones erradas sobre la realidad con
el único propósito de satisfacer sus intereses. Las mayores
distorsiones las encontramos cuando hablamos de economía y la forma
como se explican o se describen los fenómenos que vemos en la
cotidianidad sin siquiera apoyar las afirmaciones en cifras, a
continuación expongo alguno de ellos.
En
Venezuela la producción está por el piso: siempre
escuchamos a los especialistas diciendo que no hay industrias, que
las fábricas están desmanteladas y que la producción es casi nula.
Eso lo dicen sin estadísticas en mano, mientras gran parte de las
ciudades colombianas cercanas a la frontera cuentan con variedad de
productos hechos acá. Tienen existencia de infinidad de bienes hasta
por varios meses. También, mientras revisamos productos en anaqueles
en nuestro país, muchísimos tienen la leyenda “Hecho en
Venezuela”.
El
Gobierno no otorga dólares para producir: este mito se
sostiene más que nada por la ausencia notable de reportes oficiales
certeros y frecuentes sobre a quién le entregan dólares y por qué
concepto. Es un misterio lo que se hace con las divisas verdes que le
entregan al sector privado y, a pesar que ese sector sigue recibiendo
millones y millones de dólares, mantiene un discurso que los
victimiza ante la opinión pública nacional.
El
bachaqueo es el principal problema: nadie en toda Venezuela
ha realizado un trabajo profundo de inteligencia desentrañando
estadísticamente el comercio a través del bachaqueo. Obviamente, la
derecha y sus empresarios apuntalan la creencia de que nuestro país
está mal económicamente por este delito, cosa que los exime a ellos
de las culpas. Capitalistas estadísticos como Luis Vicente León,
afirman irresponsablemente que de cada 10 venezolanos en una cola 7
son bachaqueros. La idea es que pensemos que los culpables de todo es
el mismo pueblo que ataca al pueblo. Según este mito acá nadie se
ha robado miles de millones de dólares, no existe contrabando de
extracción directamente desde las fábricas y puertos hasta la
frontera, no hay acaparamiento ni especulación, etc.
Acá
importamos de todo: no conocemos las cifras detalladas de importaciones
que se hacen al país, tampoco conocemos qué se importa, mucho menos
cuánto cuesta cada cosa que se importa, etc. Si acaso, se conoce una
cifra global que nos dice cuántos miles de millones de dólares
fueron destinados a traer mercancías, de resto cero información.
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