martes, 10 de mayo de 2016

"La víctima soy yo"

Pobrecitos


Millones de bolívares y dólares pagados a canales foráneos para transmitir propaganda que humaniza la marca Polar es lo que sucede, pero el inocente televidente únicamente ve una publicidad que afianza la idea de que Venezuela es Polar y de que Polar es Venezuela. En una de ellas hasta usan a un bebé para que con ternura entendamos que el magnate de los alimentos es benevolente.

En la Autopista Regional del Centro, a la altura de Valencia, hay una valla de Polar donde vemos a una bella mujer de piel morena, con una bandeja llena de cocadas en la cabeza, sonriendo ante la cámara. La imagen está acompañada por el texto “Me le planto a la vida”. Los que pasan y ven esa obra maestra de propaganda intuirán que Polar y los vendedores ambulantes de productos en las autopistas defienden los mismos intereses, que son prácticamente lo mismo.

Las entradas de los centros de acopio y distribución de Polar en varios estados del país están cerradas, repletas de pancartas y avisos que anuncian lo maluco que es el gobierno que no deja “trabajar” a esta empresa. Es más, salen trabajadores desclasados a defender a su patrono, pidiendo dólares baratos a Cencoex para seguir produciendo lo que no se consigue desde hace meses en los anaqueles. Mientras tanto, el dueño de la empresa está en el listado de los más ricos de Forbes por su mil millonaria fortuna en dólares.

Vemos infinidad de camiones de Polar con gigantografías en vinil, herramienta publicitaria bastante costosa, con textos que afirman “este camión va vacío porque el gobierno decidió quitarle la materia prima a Polar. Pero sigue lleno de ganas y esfuerzo”. Una empresa que tiene más de 75 años haciendo fortuna, formando parte de un oligopolio, dominando el sector de alimentos del país durante décadas, no tiene materia prima propia. Se deduce que no son productores, sino simples empaquetadores y revendedores.

En internet hay cientos de fotografías de Lorenzo Mendoza en infinidad de situaciones y circunstancias, causa suspicacia que nadie en Venezuela lo haya visto comiéndose una arepa de su tan “valoradamarca. Mucho menos, vemos alguna imagen de él degustando su “sabroso, sano y venezolano” producto.

Productos sin regulación, como la margarina y la mayonesa, desaparecen del mercado por semanas sin explicación alguna. Si alguien le increpa a Mendoza su accionar subversivo y criminal, asegurará como siempre “la víctima soy yo”.