Balas en la Guerra No Convencional |
La
Guerra No convencional utiliza el asedio en 360° grados, en todas
las direcciones posibles, para concretar su objetivo fundamental: que
el pueblo que apoya a un sistema político retire su respaldo y así
propiciar el cambio por un gobierno afín a los intereses de Estados
Unidos. Entre las direcciones o flancos de ataque tenemos el
económico o comercial, específicamente en lo que respecta a las
corporaciones que producen y ofertan bienes de consumo masivo en
cualquier país objetivo.
Para
nadie es un secreto que Venezuela está dominada por un puñado de
corporaciones trasnacionales junto a industrias nacionales que
ejercen el monopolio u oligopolio e influencian amplios sectores de
la actividad comercial, juegan para el mismo equipo y tienen los
mismos intereses. Allende lo sufrió así y la situación comercial
tóxica en Chile, propiciada por la industria local, devino en la
reducción del apoyo popular a su gobierno, posterior Golpe de Estado
y su vil asesinato. El desabastecimiento, la especulación y las
colas no son algo reciente como táctica para derrocar presidentes
democráticos.
En otros países, por cuestiones de competitividad, reducción de costos y aprovechamiento de oportunidades en el mercado, los capitalistas implementan técnicas como el Total Productive Maintenance-TPM (Mantenimiento Productivo Total), el Total Quality Management-TQM (enfoques de Calidad Total), el Single Minute Exchange Die-SMED (reducción de los tiempos en los cambios de producción y de herramientas) y el Kaizen (mejora contínua). En Venezuela, en cambio, éstas tácticas gerenciales son usadas para envenenar la oferta de productos y generar frustración en la ciudadanía consumidora. Las compañías no pierden nunca dinero sino que incrementan exponencialmente sus ganancias a pesar del irregular flujo de mercancías que propician.
En otros países, por cuestiones de competitividad, reducción de costos y aprovechamiento de oportunidades en el mercado, los capitalistas implementan técnicas como el Total Productive Maintenance-TPM (Mantenimiento Productivo Total), el Total Quality Management-TQM (enfoques de Calidad Total), el Single Minute Exchange Die-SMED (reducción de los tiempos en los cambios de producción y de herramientas) y el Kaizen (mejora contínua). En Venezuela, en cambio, éstas tácticas gerenciales son usadas para envenenar la oferta de productos y generar frustración en la ciudadanía consumidora. Las compañías no pierden nunca dinero sino que incrementan exponencialmente sus ganancias a pesar del irregular flujo de mercancías que propician.
Colgate – Palmolive y POLAR son ejemplos claros de cómo imperios industriales ajustan sus procedimientos de manufactura y distribución en función de intereses políticos, para provocar un cambio de gobierno. Reducir el tipo de presentaciones de los productos para generar desabastecimiento, cambiar nombre y presentaciones a productos para eludir leyes regulatorias, producción intermitente, paralizar inversión en nuevas líneas de producción que atiendan la creciente demanda, inexistencia de planes de sustitución de implementos/materias primas importadas, reducción de la calidad de los productos, pésimo servicio al consumidor, incremento innecesario de costos para aumentar tope de ganancias en función de la legislación vigente, distribución incierta e ineficiente, creación y contratación de subcontratistas que pertenecen a la misma firma, etc.
A
todo esto se le suman las estafas mil millonarias en solicitudes de
divisas que el Estado ha otorgado sin ejercer control o verificación
de su utilización gracias a funcionarios corruptos, tal como lo
afirma Jesús Faría en declaraciones recientes. Son empresarios
malandros, corporaciones mafiosas las que envenenan poco a poco
nuestra patria. Es necesario arreciar el ataque contra la burguesía
industrial parasitaria y conspiradora en el país. O es la élite
económica o es el pueblo de Venezuela, ¡ya basta!
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