Pobrecitos |
Millones
de bolívares y dólares pagados a canales foráneos para transmitir
propaganda que humaniza la marca Polar es lo que sucede, pero el
inocente televidente únicamente ve una publicidad que afianza la
idea de que Venezuela es Polar y de que Polar es Venezuela. En una de
ellas hasta usan a un bebé para que con ternura entendamos que el
magnate de los alimentos es benevolente.
En
la Autopista Regional del Centro, a la altura de Valencia, hay una
valla de Polar donde vemos a una bella mujer de piel morena, con una
bandeja llena
de
cocadas en la cabeza, sonriendo
ante la cámara. La imagen está acompañada por el texto “Me le
planto a la vida”. Los
que pasan y ven esa obra maestra de propaganda intuirán que Polar y
los vendedores ambulantes de productos en las autopistas defienden
los mismos intereses, que son prácticamente lo mismo.
Las
entradas de los centros de acopio y
distribución de
Polar en varios estados del país están cerradas, repletas de
pancartas y avisos que anuncian lo maluco que es el gobierno que no
deja “trabajar” a esta empresa. Es más, salen trabajadores
desclasados a defender a su patrono, pidiendo dólares baratos a
Cencoex para seguir produciendo lo que no se consigue desde hace
meses
en los anaqueles. Mientras
tanto, el dueño de la empresa está
en el listado de los más ricos de Forbes por su mil millonaria
fortuna en dólares.
Vemos
infinidad de camiones de Polar con gigantografías en vinil,
herramienta publicitaria bastante costosa, con textos que afirman
“este camión va vacío porque
el gobierno decidió quitarle la materia prima a Polar. Pero sigue
lleno de ganas y esfuerzo”. Una
empresa que tiene más de 75 años haciendo fortuna, formando parte
de un oligopolio, dominando el sector de alimentos del
país durante décadas, no tiene materia prima propia. Se deduce que
no son productores, sino simples empaquetadores y revendedores.
En
internet hay cientos de fotografías de Lorenzo Mendoza en infinidad
de situaciones y circunstancias, causa suspicacia que nadie en
Venezuela lo haya visto comiéndose una arepa de su tan “valorada”
marca.
Mucho menos, vemos alguna imagen de él degustando su “sabroso,
sano y venezolano” producto.
Productos
sin regulación, como la margarina y la mayonesa, desaparecen del
mercado por semanas sin explicación alguna. Si alguien le increpa a
Mendoza su accionar subversivo y criminal, asegurará como siempre
“la víctima soy yo”.
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