Izq. Edward Snowden, Der. Matt Damon en "The Bourne Identity" |
Al
observar la dinámica internacional de las últimas semanas en
oportunidades pareciera que la ficción se mezcla con la realidad,
pero al mismo tiempo nos damos cuenta que la ficción es la realidad misma. Películas del género de acción y espionaje
como la trilogía “The Bourne Identity”, las clásicas
producciones fílmicas de “James Bond Agente 007” o la impactante
“Eagle eye”, por mencionar algunas, revelan no ser exclusividad
de la pantalla grande sino que sus historias “fantasiosas” forman parte del día a día de los gobiernos, ejércitos y ciudadanos
del planeta.
En
lo particular cada vez que contemplo una producción fílmica de
Hollywood o corporaciones afines, estoy consciente que gran parte de
los argumentos presentados se apegan a situaciones probables que
pudiésemos estar experimentando en la actualidad o en un futuro
cercano. De hecho, todas estas historias tienen un eje discursivo
común “un imperio es el policía del mundo y apela a los recursos
tecnológicos y humanos necesarios para perpetuar su hegemonía”.
El planeta pasa a ser entonces un patio de juegos donde los
gobiernos, casualmente EE.UU. o Inglaterra, fungen como policías e
imponen su visión del deber ser. Independientemente del enfoque de
crítica o sensacionalismo propagandístico que pueda contener cada
película, nos dan una idea bastante acertada de cómo se manejan las
potencias hoy en día.
Snowden
para mí es una cortina de humo más que el imperio norteamericano
utiliza con un fin ulterior. Me parece hiper contradictorio que un
estadounidense que ha trabajado para la CIA y para la Agencia de
Seguridad Nacional de EE.UU., que empezó su carrera de casi diez
años cuando se enlistó en el Ejército de Estados Unidos en el
2004, a última hora tiene un arrebato de moralidad
y revela información clave sobre el PRISM, un programa de vigilancia
a nivel mundial en desarrollo por el imperio estadounidense. Es un
empleado cuyo último sueldo llegaba a 300 mil dólares al año,
evidente cómplice de delitos informáticos que se convierte, por
obra y gracia del espíritu santo, comentando que no puede "en
conciencia, permitir al gobierno de EE.UU. destruir la privacidad, la
libertad en internet y las libertades básicas de la gente de todo el
mundo con esta gigantesca máquina de vigilancia que están
construyendo en secreto".
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