miércoles, 3 de julio de 2013

007, el espía del policía

Izq. Edward Snowden, Der. Matt Damon en "The Bourne Identity"

Al observar la dinámica internacional de las últimas semanas en oportunidades pareciera que la ficción se mezcla con la realidad, pero al mismo tiempo nos damos cuenta que la ficción es la realidad misma. Películas del género de acción y espionaje como la trilogía “The Bourne Identity”, las clásicas producciones fílmicas de “James Bond Agente 007” o la impactante “Eagle eye”, por mencionar algunas, revelan no ser exclusividad de la pantalla grande sino que sus historias “fantasiosas” forman parte del día a día de los gobiernos, ejércitos y ciudadanos del planeta.

En lo particular cada vez que contemplo una producción fílmica de Hollywood o corporaciones afines, estoy consciente que gran parte de los argumentos presentados se apegan a situaciones probables que pudiésemos estar experimentando en la actualidad o en un futuro cercano. De hecho, todas estas historias tienen un eje discursivo común “un imperio es el policía del mundo y apela a los recursos tecnológicos y humanos necesarios para perpetuar su hegemonía”. El planeta pasa a ser entonces un patio de juegos donde los gobiernos, casualmente EE.UU. o Inglaterra, fungen como policías e imponen su visión del deber ser. Independientemente del enfoque de crítica o sensacionalismo propagandístico que pueda contener cada película, nos dan una idea bastante acertada de cómo se manejan las potencias hoy en día.

Snowden para mí es una cortina de humo más que el imperio norteamericano utiliza con un fin ulterior. Me parece hiper contradictorio que un estadounidense que ha trabajado para la CIA y para la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU., que empezó su carrera de casi diez años cuando se enlistó en el Ejército de Estados Unidos en el 2004, a última hora tiene un arrebato de moralidad y revela información clave sobre el PRISM, un programa de vigilancia a nivel mundial en desarrollo por el imperio estadounidense. Es un empleado cuyo último sueldo llegaba a 300 mil dólares al año, evidente cómplice de delitos informáticos que se convierte, por obra y gracia del espíritu santo, comentando que no puede "en conciencia, permitir al gobierno de EE.UU. destruir la privacidad, la libertad en internet y las libertades básicas de la gente de todo el mundo con esta gigantesca máquina de vigilancia que están construyendo en secreto".

Tanto con Assange como con Snowden ha salido a la palestra pública lo que ya todo el planeta sabe y maneja: el imperio del norte espía a todos los gobiernos, conspira y promueve la subversión en los países disonantes con sus intereses, juega a ser el policía del mundo, no respeta la libertad individual de ningún habitante del planeta, etc. Así como con las revelaciones de WikiLeaks no hubo ningún tipo de sanción o represalia hacia la potencia, dudo mucho que hoy las repercusiones sean distintas. Pareciese que nos dijese con soberbia “yo sí soy el policía del mundo y tengo muchos agentes 007 espiando para mí. Lo que ustedes piensen al respecto me resbala. Respeten mi autoridad” ante este descaro cabría preguntar ¿Cuáles serán las reacciones sancionatorias de los gobiernos del mundo? ¿Cambiará el escenario esta vez?

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