sábado, 20 de febrero de 2016

Empresarios mafiosos

Mendoza, el "Al Capone" venezolano

Uno de los mitos extendidos por toda Venezuela que más influye en la manera como percibimos a los actores que intervienen en la dinámica económica es aquello del “empresario eficiente”. La élite que domina la economía en nuestro país ha invertido gran cantidad de recursos propagandísticos para torcer la realidad y hacernos creer que trabajan de la mejor manera posible para sacar a Venezuela adelante. Esto no es así en la gran mayoría de los casos.

Moisés Naím, escritor e investigador venezolano que seguramente no será tildado como chavista, es autor de un libro publicado en 1989 por el IESA con el título “Las Empresas Venezolanas: Su Gerencia”. En este revelador texto se caracteriza la dinámica gerencial y empresarial de nuestro país llegando a exponer lo siguiente “la eficiencia y productividad de la empresa venezolana no han estado asociadas a la rentabilidad ni al éxito de la empresa. Lo determinante para su éxito han sido las relaciones con funcionarios gubernamentales, banqueros, políticos, sindicalistas, clientes, suplidores y competidores”.

Hoy sufrimos una Guerra Económica que muchos no perciben ni asumen como tal, gracias a las operaciones psicológicas que tallan en el consciente colectivo la idea de que el Gobierno Bolivariano es culpable de todo lo malo y el sector privado, las élites económicas, son víctimas de un sistema regulador perverso y de un modelo fracasado. Se impone la creencia de que el empresariado es eficiente, que quiere el desarrollo del país y ayuda desinteresadamente al pueblo.

La realidad muestra lo contrario porque nuestra dinámica comercial luce características delincuenciales en todos los órdenes, con la mayoritaria participación de un sector privado experto en malas prácticas, estableciendo relaciones económicas injustas (monopolio, oligopolio, monopsonio, etc), robando dólares del Estado a través de estafas, cartelizando precios, desoyendo normativas, explotando a trabajadores, disfrazando balances contables, evadiendo impuestos y contrabandeando.

No existen criterios de optimización de procesos ni reducción de los costos. Nuestro empresariado aún es colonial, pero con computadoras. No confiemos en quienes nos roban, asumamos el momento histórico quitándoles las máscaras y el poder a los empresarios mafiosos.

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