jueves, 27 de junio de 2013

Protesta,pero en horario de oficina

¿Será esta la razón por lo que estudiantes no protestan los fines de semana?

Siempre me han parecido risibles las argumentaciones por las que la oposición en nuestro país sale a protestar a las calles. Todos los ciudadanos del país, sean de la tendencia política que sean, podrán coincidir conmigo en el hecho de que en Venezuela no se reprime la protesta. Acá cada quien arma una manifestación por su “derecho” a algo, a la vez que trasgrede el derecho de los demás a vivir en paz, a tener libre tránsito, a continuar los estudios, etc. El show mediático se resume a exigir de manera fatua el derecho a la “libertad”, a la “educación”, a la “salud”, a la “libertad de expresión”, a la “autonomía”, etc, la cosa es que nadie menciona los deberes que como ciudadanos tenemos con el país, con nuestro prójimo y nuestra comunidad.

Ahora bien, independientemente del leitmotiv coyuntural de la protesta hay algo que vemos como patrón conductual en ellas, sobre todo cuando son del sector opositor. Las protestas son de lunes a viernes y en horario de oficina. La protesta y su esencia como elemento que alienta al cambio político-social ha adquirido un matiz banal a raíz de la mediatización de la política. El quid del asunto es molestar a los demás, generar tensión, incomodar al prójimo y que esta molestia sea proyectada a muchos, que sea sentida por muchos para que de manera inconsciente la apoyen. La lógica mediática intenta chantajear al gobierno cada vez que da cobertura al grupito reducido de “manifestantes libertarios” que “luchan” por un mejor país. Eso sí, de lunes a viernes y en horario de oficina.

¿Qué legitimidad puede tener una protesta cuya temporalidad está regida por los días laborales y el horario de trabajo? Por ejemplo, vemos que los estudiantes acusan abuso gubernamental, violación de sus derechos, trasgresión de la autonomía y demás enunciados apocalípticos desde una posición de “ya esto no se puede tolerar”, trancan por varias horas la principal arteria vial de la capital del país entorpeciendo la dinámica de gran parte de sus habitantes, para luego, a pesar de su situación “caótica” darle una especia de “taima” a la protesta e irse de rumba el fin de semana largo porque da la casualidad que cayó puente.

Más contradictorio es ver a un profesor diciendo por tv que lo que gana no le alcanza para vivir, que está en la inopia por el miserable sueldo que recibe, que su situación “no la aguanta más” pero de manera magistral desaparece justo cuando es viernes y todo el mundo arranca para la playa a disfrutar del puente por la Batalla de Carabobo. Profesores, docentes y demás hemos visto vacacionando, tomándose un güisky comprado con el sueldo que no le alcanza para vivir. La resistencia y la protesta es algo más mediático y simbólico que real y tangible.

Pareciese que la cara y argumentos que muchos manifestantes expresan ante las cámaras y medios no es consecuente con su realidad. Quizá estemos en presencia de protestas teatrales programadas en horario de oficina ¿no creen?

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