jueves, 12 de junio de 2014

De la “A” a la “Z”

A pesar del Plan de la Patria, muchos se sienten desorientados.

Yo entiendo que todavía haya gente extremadamente dolida con la ausencia física de nuestro Comandante Hugo Chávez. Gente que podemos considerar de esos “chavistas duros” que llevan en los hombros el peso diario de estar sin el líder carismático que guiaba al pueblo a través del proceso revolucionario. Ese sentimiento de carencia les genera frustración, la cual drenan a través de la crítica lacerante contra lo que “consideran” no debería estar ocurriendo en la revolución socialista. Esa conducta yo la entiendo, pero no la comparto.

Reducir los análisis a visualizaciones simplistas o superficiales, inclusive, ver todo como blanco o negro y obviar los diferentes matices que existen en la imagen, es un error garrafal. Parece que jamás le prestaron atención a Chávez, desde todo punto de vista, porque a nuestro Comandante no había que oírlo simplemente, había que ver los hechos, sus acciones y la manera como se avanza de forma lenta pero, aunque sea despacio, aún se sigue avanzando.

Las operaciones sicológicas han hecho mella tal en muchos, que adaptan su lenguaje a marcos de referencia producto de la propaganda de derecha. La condena es total para quienes difieran en algún punto con su pensar. Se descalifica y, para regocijo de J. J. Rendón, se etiqueta de “madurista” a quienes consideran no es justo exigirle a nuestro presidente, Nicolás Maduro, cosas que Chávez jamás hizo. Inclusive, situaciones que han existido y se profundizaron durante años resulta que ahora, con Maduro al mando en un año, sí son condenables y disparan las alarmas de que “se está perdiendo el rumbo”.

Esa genuflexión ante el “antes” y sublevación respecto al “ahora” muestra el poder del verbo en el liderazgo político. El verbo calma, el verbo persuade, el verbo muestra una intención. El discurso político muestra un objetivo buscado, aunque en los hechos falte mucho por transitar o, inclusive, lo que diga no se compadezca con lo que se hace o las decisiones que tomo. El discurso condiciona la percepción de la realidad. La propaganda de derecha saca provecho de esto y afirma “Maduro, no es Chávez”, por consiguiente, como Maduro no tiene el mismo verbo o capacidades comunicacionales que Chávez lucía, “no existe liderazgo político y estamos a la deriva”. Este es el silogismo que las operaciones sicológicas han implantado con éxito en muchos.

La revolución bolivariana es un proceso con etapas y fases. Querer que se haga en un año las cosas que Chávez no hizo en catorce es obviar por completo los principios de la planificación estratégica situacional. Uno no puede pretender cambiar todo al mismo tiempo. En una guerra no se pueden abrir todos los frentes de batalla a la vez. Según yo lo veo, primero fue la revolución política, luego la revolución social y ahora estamos en la etapa más difícil, la revolución económica. Vivimos un proceso que va de la “A” a la “Z”, no hemos llegado a la “L” y nos falta mucho por transitar.

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