jueves, 29 de enero de 2015

El tanque en 200 bolos

Lema que debe traducirse en hechos

Las distorsiones en Venezuela a nivel económico violan cualquier regla de la economía. De paso, tenemos revisticas propagandísticas como Dinero, Producto y Gerente, papeles impresos como El Comercio y Economía Hoy, todos de la misma burguesía mediática, que enfatizan concepciones irreales de lo que sucede en el país. Imponen criterios económicos a través de mitos, rumores y mentiras que responden a intereses de la élite. Desde los centros de poder, se crea una falsa percepción y entendimiento sobre la dinámica económica.

El tema de la gasolina y el aumento de su precio es álgido, porque la burguesía parasitaria que domina la economía del país siempre lo ha impuesto así. Como son élites delincuenciales, al momento de decretarse la subida del combustible colocarán a la enésima potencia los precios de los bienes y servicios que comercializan, no basados en estructuras de costo, sino en la Ley de la Codicia y la Demanda. Una coyuntura así, es el escenario ideal para robar más, siempre echándole la culpa al Gobierno Bolivariano del precio especulativo.

Yo estoy dispuesto a pagar doscientos bolívares (BsF. 200) para llenar el tanque de gasolina de mi vehículo. Actualmente, cada vez que le digo al tipo de la bomba “échale full de 91” nunca llega a 5 bolívares el total de la transacción. Casi siempre, le pago con un billete de 10 bolívares y es normal que le diga “déjalo así”, es decir, le pago en propina más que la misma cantidad que pagué por el combustible.

Apoyo que inrementen el ridículo precio actual del líquido inflamable, pero con la garantía que se traduzca en hechos el lema de “Energía para el Pueblo”. En los países inteligentes, cada conductor se baja y surte el vehículo por sí mismo, no hay “bomberos” que al estilo de los años 50 suministren el combustible. Eso se traduce en abaratamiento de costos.

En los países inteligentes, el Estado asume la responsabilidad del transporte público y suprime por completo la participación privada en ese sector clave. No hay camioneticas, busetas, rutas y demás unidades destartaladas cobrando lo que les dá la gana y prestando un servicio pésimo. Los taxis, tienen tarifas que marcan los taxímetros a diferencia de Venezuela, donde el conductor del “Libre” tiene una patente de corso para hacer lo que mejor le parezca tanto en el precio que cobra como con el servicio que presta. Lo curioso es que en “socialismo” no hay ninguna instancia que nos proteja ante la estafa permanente del transporte privado que se hace llamar público.

Los trenes, para la conexión entre ciudades, tienen que terminarlos para que exista la alternativa del transporte masivo sin sucumbir a la codicia del sector privado que malandreará a todos cuando empiece a cobrar exhorbitantes cifras por transportar gente y mercancías, cosa que repercutirá en niveles de especulación alarmantes e invivibles en todos los sectores de la economía nacional.

Aumentar la gasolina es necesario. El Gobierno Bolivariano tiene la responsabilidad de que todos lo entendamos así, pero también debe utilizar esta coyuntura para generar la sinergia social tendiente a consolidar condiciones justas en la dinámica económica que tiene relación directa con el consumo de combustible. El aumento de la gasolina, sobre todo, debe implicar la introducción de la optimización de procesos, criterios de austeridad, valor agregado y gestión eficiente de los recursos. La cosa no es aumentar por aumentar simplemente, porque ello pudiese significar una amenaza para la estabilidad y continuidad de la revolución bolivariana.

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