Millones de dólares usados en darnos frescura y felicidad pero no desarrollo |
Muchos
dicen que sentirse feliz es una cuestión de actitud, mientras otros
apuestan a lograr esta sensación de bienestar a través de la
obtención de cosas materiales. Sea como sea, durante la revolución
bolivariana la felicidad del pueblo ha servido como justificación
para la implementación de diferentes políticas, unas más acertadas
que otras pero quiero hacer hincapié en aquellas que claramente son
la viva muestra de la reforma y bombardean el “cambio de
estructura” que debería materializar todo proceso revolucionario.
El cupo
viajero con dólar a precio irrisorio benefició a muchísima gente.
Familias felices que tuvieron la oportunidad de viajar cada año al
exterior a vacacionar, raspacupos contentos por poder llenarse los
bolsillos, vivos sonrientes porque la política cambiaria se las puso
de bombita para hacer el guiso más suculento del siglo XXI,
banqueros con los ojos brillantes viendo sus cuentas aumentar de la
noche a la mañana sin el más mínimo esfuerzo.
Mi Casa
Bien Equipada, entregando televisores plasma o LED grandototes porque
saldar la “deuda social” también pasa por regalarle a la gente
equipos para el goce audiovisual de las telenovelas mayameras de
Venevisión, la programación foránea de DirecTV o uno que otro
programa tergiversador y golpista que atente contra la patria de
Bolívar. Televidentes contentos y felices, alimentando sus cabecitas
con los antivalores del capitalismo y el consumismo gracias a la
revolución bolivariana.
Celulares
de última generación como arroz picado para todo el mundo. También
se incluyen las tablets con las que se puede acceder a cualquier
contenido, por supuesto, neoliberal y capitalista. Pero tranquilo que
si lo tuyo no es la tecnología, recibe tu equipo y lo revendes a
cinco veces su precio. Cualquiera notará la sonrisa de oreja a oreja
que se dibujará en tu rostro.
Carro
Chery para quien lo pueda pagar, tanto el carro como la vacuna,
porque lo importante no es si lo necesitas de verdad, más sí que lo
puedas cancelar al brinco. Lo puedes poner a trabajar de taxi, eso
sí, nada de tarifas socialistas ni solidarias que la cosa en la
calle está muy cara y nadie puede meterse con tu fuente de ingreso,
ni siquiera el Estado que te dió un vehículo subsidiado. Si te
falta plata, revéndelo al cuádruple que sobra quien te lo compre y
serás más feliz.
Cuando
se nos acabe el dinero y no tengamos para repartir más felicidad,
nos preguntaremos tristemente una y otra vez por qué no invertimos
en culminar el sistema ferroviario nacional o en masificar una mayor
conciencia ciudadana.
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