Esto no parece revolución del proletariado,¿o sí? |
“Lo único que crea nuevos valores es el trabajo humano”
Che Guevara
Socialismo es sinónimo de humanismo. Eso lo entiende cualquier persona con lecturas básicas de textos revolucionarios y con una somera compresión de lo que significa un proceso de cambio como el venezolano. Ahora bien, de entender a asumir hay un largo trecho. El asumir implica comprensión y acción en función de un ideal. El asumir requiere internalizar un modelo, un patrón específico, un ejemplo y actuar en consecuencia. Como Chávez increpó recientemente en un Consejo de Ministros “¿Qué más hace falta?! Hace falta conciencia y voluntad!”, y el Comandante Presidente en esto no se equivoca, hace falta conciencia y voluntad para hacer cotidiano el socialismo humano en todas las estructuras organizativas del Estado. Revolución es cambio humanista, no perpetuidad reformista.
El que se sienta aludido con lo que acá expongo que se sincere y reflexione. Llevamos más de una década en revolución, pero seguimos viendo piezas clave en el motor del Estado que funcionan al ritmo de la vieja máquina. No digo que sean todas, pero aún las hay. Engranajes de cuarta en una máquina de quinta. Partes que deberían generar sinergia revolucionaria y no inercia reformista. El motor falla y su desempeño no es óptimo. El rendimiento en revoluciones por minuto es mediocre en algunos tramos. Las piezas clave saben que se quedan atrás y no van al ritmo del líder. Pero allí siguen, inertes, como rémoras mata votos que destruyen el proceso desde dentro. Gestionan a los individuos en función de un objetivo, conectan las capacidades de cada particular para en equipo alcanzar una meta. Administran el Recurso Humano pero, como no asumen el socialismo, mutan a Recursos in-humanos.
¿Cuántas veces no hemos dicho que se trata a los trabajadores de equis o ye organización peor que en la cuarta?¿cuántos miembros del proletariado aún luchan por derechos que en Revolución desde hace rato deberían estar garantizados? Las respuestas son obvias pero falta conciencia y voluntad. Puestos clave, directivos, que entienden pero no asumen el socialismo, por consiguiente, se manejan como el adeco más tradicional que hayamos visto en organismo público alguno y, como tal, actúan con saña y premeditación en contra de quien, a viva voz y acción, aporta su grano de maíz en la consolidación de la revolución. Son el enlace entre todos los trabajadores de la organización, pero se mueven y actúan a espaldas de ellos quienes rara vez, sino es que nunca, reciben respuesta oportuna a sus requerimientos, demandas o denuncias. El estrés laboral se expande como epidemia.
Son hábiles en cuidar su cambur, que depende de la forma como administren los cambures de todos los demás. Manejan las cuotas de poder. Proponen y ponen a su antojo, sancionan y remueven según les convenga. Muchos están allí no para hacer cumplir las leyes y dignificar al proletariado, sino para decir “Fulanito es nadie en el Despacho” con soberbia cuartorrepublicana y hacer gala e imponer una voluntad emanada de su autoridad que no es producto de una elección popular. Visión capitalista de las relaciones humanas. Ejecución inhumana de una responsabilidad humana.
Al sancionar, con razón o sin razón, jamás dan justificación. Sienten gran empatía por los funcionarios déspotas de su organización. Son disciplinados, pero a sus mismos intereses y le argumentan al sancionado “usted es un soldado de la revolución, y como tal debe acatar la decisión!”, claro está, si el empleado o trabajador pregunta el por qué, un silencio estruendoso invadirá la oficina, frío escenario de las más inhumanas y humillantes retaliaciones laborales.
Generar nuevos valores en las estructuras organizativas del Estado revolucionario pasa por tener piezas clave que no sólo entiendan sino que internalicen y asuman el ideal revolucionario de una gestión de los Recursos Humanos de forma humanista. La Revolución Bolivariana debe ser sinónimo de Revolución del proletariado transformando radicalmente las interacciones entre instancias directivas tradicionales de las estructuras organizativas y sus subordinados. Dignificar al trabajador. Ser honesto y sincero con el empleado. Más aún, formarlo e instruirlo para que internalice el ideal socialista. Irradiar revolución con el ejemplo. Mostrar conciencia y voluntad para cambiar.
Las piezas claves deben adaptarse a la nueva máquina o ser descartadas para dar paso a elementos compatibles con el nuevo estándar, de quinta generación. El gerente, director o jefe de Recursos Humanos debe hacerle honor al nombre de la instancia que dirige, de lo contrario, el prefijo “in” se incorporará en el vocabulario cotidiano de los empleados de su organización. Si no acciona para demostrar lo contrario pasará a llamarse “oficina de Recursos inHumanos”.
Brillante!! extraordinario...como todo lo que escribes.
ResponderEliminarMuy bueno tu articulo. En verdad la revolución todavía sufre de este mal en muchas de sus instituciones. Pero son gente de la 4 República jugando a ser parte de este proceso. Sin embargo, el problema es que mayormente estas personas ocupan puestos de importancia, que hacen y deshacen, quitan y ponen, y maltratan a personal que si se identifica con el proceso. Estos agentes, por así darles un nombre son fáciles de descubrir: No apoyan a la revolución, ni siquiera cumplen con el deber de luchar en contra de las manipulaciones mediáticas, a la hora de un debate se escabullen, o como decimos los venezolanos “reculean” rápidamente.
ResponderEliminarEXCELENTE!!! FELICITACIONES!!! Como trabajadora que fui en ese "aparataje" que llamamos Administración pública, puedo dar fe de que lo expresado en tu artículo, es fiel descripción de los vicios que aún permanecen calentitos en algunos personeros que "habitan" en las oficinas y pasillos de los distintos organismos públicos de nuestro país... Por desgracia!!!!
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