viernes, 10 de agosto de 2012

“¡Mercosur un carajo!”

La abundante oferta, implica precios competitivos
Para nadie es un secreto que el poder económico venezolano está en manos de familias cuyo común denominador es un perfil similar al de empresarios como Guillermo Zuloaga, muy recordado por su cinismo al afirmar “puede ser que especulemos, pero damos fuentes de empleo”. Es decir, el gran grueso del capital nacional está en manos de lo que denomino “emprendimiento parasitario” que no es más que aquellos capitalistas que invierten en Venezuela sumas de dinero, teniendo las tasas internas de retorno más altas de todo el planeta y recuperando la inversión inclusive hasta en menos de 12 meses.

Estos empresarios parásitos son los que hegemónicamente dominan la escena económica nacional y son a quienes el Gobierno ha combatido férreamente con controles existentes en todos los países del mundo como: impuestos, cotizaciones al IVSS, etc, pero que en Venezuela eran omitidos gracias a los gobiernos entreguistas de la Cuarta República. Este sector poderoso domina los medios de producción y a su vez controla los medios de comunicación a lo largo y ancho del país. Son mafias económicas institucionalizadas que funcionan bajo la ley del más fuerte, del acaparamiento, la especulación y del monopolio.

La oposición se nutre y fusiona con este sector, por eso vemos que su línea política cuestiona y critica sin piedad cualquier iniciativa que implique beneficios socioeconómicos al Pueblo, pues indirectamente esto afecta al monopolio que ellos ejercen sobre el mercado nacional, sobre la oferta, sobre la especulación, sobre la inflación y sobre la satisfacción de su voracidad lucrativa. Su interés siempre ha sido hacer la mayor cantidad de dinero posible, con la menor inversión y esfuerzo necesario sin importar siquiera si hay que vender la Patria.

Mercosur exige de Venezuela una industria nacionalista, competitiva, emprendedora y dinámica. En Mercosur empresarios parásitos como Zuloaga no tienen cabida porque la especulación es abatida por los precios competitivos de los bienes ofertados por el resto de países. Se obstaculiza el monopolio y seguir funcionando como mafia se hace cada vez más imposible. Ese es todo el dolor, por eso gritan "¡Mercosur un carajo!".

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