lunes, 24 de noviembre de 2014

Resiliencia social

¿Una flor en medio de asfalto?

En la jerga de sicólogos, la resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Tiene que ver mucho con la adaptabilidad ante las condiciones circundantes adversas, que inciden directamente en el desenvolvimiento de la cotidianidad. A nivel social, las sociedades en momentos extremos pueden amoldarse en función de su realidad directa o respecto a la percepción que tienen de ella.

En Venezuela, parece que la resiliencia social se cristaliza poco a poco con respecto a la situación de la economía. El Gobierno Bolivariano colabora notablemente para que esa resiliencia cuaje con prontitud, dado que no se solucionan los problemas y no se ataca el origen de los mismos, pero sí se generan paliativos que buscan hacerlos más llevaderos.

La Guerra Económica, que es consecuencia de la mixtura entre la estructura cómplice del Estado burgués junto a la burguesía parasitaria para desangrar a la patria y al bolsillo del pueblo, se mantiene día a día. Seguimos viendo colas, siguen faltando productos en anaqueles, corrupción por doquier, los precios de productos llegan a la estratósfera sin siquiera ser regidos por la Ley de la gravedad, estafas con divisas se repiten una y otra vez, etc. Ya las distorsiones forman parte de nuestra cotidianidad. Las perversiones económicas y comerciales están a la vuelta de la esquina. El Estado intenta, con operativos y medidas intermitentes, hacer algo para remediar pero nunca es suficiente. Lo que vivimos no es reciente, llevamos dos años en esto aproximadamente.


Cuando uno compra zapatos nuevos, muchas veces el calzado incomoda pero basta usarlos en repetidas oportunidades para que el pie se adapte. Así está sucediendo en nuestro país, la resiliencia social en Venezuela parece escribirse con erre de resignación. La adversidad económica arropa a las medidas del gobierno, como la ola que en la playa sobrepasa al niño desprevenido para revolcarlo a su antojo mientras lo hace tragar arena. Pero nos acostumbramos a tragar arena.

El punto es que la incomodidad y el malestar están latentes, aunque el quejido de la gente no se haga presente frecuentemente. La “normalidad” no volverá a Venezuela al menos que caiga nuestro presidente Maduro. El sistema conspira permanentemente, mientras se enriquece impunemente. La expropiación de los dineros del Pueblo y del Estado seguirá. ¿Masificación de la resignación se materializará? Veremos.

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