lunes, 14 de septiembre de 2015

Patinar sin patines

Uno de los trenes que está parado acumulando polvo

Nuestro presidente obrero, Nicolás Maduro Moros, debe estar alerta ante quienes se proyectan como los mayores expertos en el ámbito de la economía y le hacen recomendaciones o propuestas que carecen de viabilidad. El reformismo y la contrarrevolución se disfrazan y mellan desde lo interno nuestro proceso de cambios para hacer reversible lo que nuestro Comandante Chávez inició hace mucho más de una década.

Todos hablan de industrializar el país, de incrementar la producción y de tener una economía fuerte. El común denominador es que la gran mayoría, sean chavistas o de derecha, piden más billete, más dólares del petróleo para destinarlo a los parques industriales existentes o a nuevos complejos manufactureros concebidos desde el poder popular, EPS, cooperativas, etc. Todos, sin excepción, coinciden en que la producción parte desde la iniciativa del Estado. Lo curioso es que, desde todos lados, se promueven planes inviables que en poco ayudarán al país a desarrollarse. Las propuestas carecen de factibilidad por una sencilla razón, no existe entramado ferroviario que sostenga ningún complejo industrial en Venezuela.

Todos los países del mundo que han alcanzado cierto desarrollo económico y muestran complejos industriales consolidados lo han hecho desarrollando en primer lugar sus vías férreas: China, Alemania, Francia, Estados Unidos, etc. El transporte y la forma como fluyen las materias primas y mercancías en un territorio es algo básico. En Venezuela, el traslado de materias primas y distribución de mercancías reposa en un sistema retrógrado de transporte terrestre dominado por élites económicas y dependiente de trasnacionales automotrices mayoritariamente gringas. Asombra que eso no le interese a ningún economista, que no lo consideren importante.

Sin trenes, los productos fabricados deben soportar un incremento que quintuplica sus costos como mínimo. Productos carísimos, al final, no son competitivos en ningún orden y harían que el Estado destine ingentes recursos en subsidiar empresas ineficientes, perpetuando el parasitismo del que ya es experto la élite que domina la economía del país. Aquel que disfraza el futuro prometiendo desarrollo sin trenes es simplemente un demagogo arribista. No podemos patinar sin patines, es necesaria una “Misión Tren” que culmine el esqueleto ferroviario que sostenga una patria que pretenda ser económicamente fuerte.

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