miércoles, 18 de marzo de 2020

Terrorismo Viral

Inmovilizados por miedo a algo que no vemos

Seguramente en este preciso momento te encuentras en cuarentena, una medida de aislamiento preventivo a raíz de la pandemia del COVID-19. Estás encerrado en tu casa sediento de información que te permita discernir lo que sucede y actuar en consecuencia. Todos vemos el problema, el fenómeno, el efecto. Poco nos preocupamos sobre el origen, el trasfondo, la causa.

Grandes masas de humanos actuamos condicionados por un virus cuya proyección mediática viral da la impresión que es el catalizador utilizado en un experimento social a escala global: estímulos informativos mantienen en jaque a la población que se siente indefensa, sobre todo los adultos mayores porque parece que el virus fué diseñado como arma bacteriológica para aniquilar al nivel etario de la población no económicamente activa (pensionados y jubilados). El miedo traspasa fronteras y el virus se aloja en nuestras mentes y corazones, inundando la emoción que precede a la acción.
 
 
Cuando las personas sienten miedo o están aterrorizadas son capaces de cometer actos que en condiciones normales no llevarían a cabo. La parte instintiva prevalece y la supervivencia es la prioridad en momentos límites. Vemos gente golpeándose por comprar papel sanitario en cadenas de supermercados, largas colas de clientes que quieren adquirir un arma de fuego, gobiernos “atentando” contra sus economías al ordenar suspensión de vuelos, instruir el cierre de empresas, centros comerciales, etc.

A pesar del desconcierto y terror inicial, podemos elegir entre la ansiedad o la introspección por estar encerrados varios días en el hogar. La interacción social tangible se reduce a la mínima expresión, la cotidianidad cambia y nos vemos forzados a pasar más tiempo con nosotros mismos y con nuestro entorno inmediato: familia y en muchos casos vecinos. La adversidad muchas veces trae como consecuencia la solidaridad. El aburrimiento da pie a la creatividad. La soledad es el impulso para querer comunicarnos con aquel ser querido a quien no contactamos desde hace mucho.

El mundo cambia y sus habitantes también. La humanidad puede volverse más humana y el escenario es propicio para la creación de la consciencia social global donde reconozcamos y coincidamos en el necesario y urgente cambio de sistema que prevalece porque el que existe hoy atenta contra nosotros mismos. Los momentos de crisis son momentos de oportunidades, aprovechemos el momento para crecer.