lunes, 25 de marzo de 2013

"Ventajismo"

Un "autobusero" dirigiendo al país ha generado más empatía que rechazo.

Una de las principales líneas de ataque que el liderazgo mediático opositor ha desplegado durante las dos últimas campañas presidenciales es el señalamiento reiterado de que existe “ventajismo” porque el candidato contendor, en su oportunidad Chávez y ahora Maduro, utiliza todo el poderío gubernamental a favor de su candidatura.

Una cosa es “ventajismo” y otra muy distinta es“ventaja comparativa”. La primera alude de manera interesada y con carácter de denuncia política perversa una situación de “injusticia”; la segunda es producto de una descripción sensata de las capacidades candidaturales que cada uno de los líderes muestran durante el desenvolvimiento de sus campañas.

La gestión de Gobierno es una ventaja comparativa que favorece a Maduro por el simple hecho de que sus acciones responden a las necesidades del Pueblo. Al igual como lo hiciere Chávez, se apega a un proyecto político tangible que puede verse y tocarse en las obras. Las ideas se concretan en respuesta sólida y no quedan como ofertas electorales. Hay una relación directa entre lo que se promete y lo que se está ejecutando. Nada convence más que una imagen proyectando la realidad y el beneficio específico que genera el pensamiento político bolivariano, el pensamiento político de Chávez, las líneas de acción de la revolución.

La oposición sabe que esta ventaja comparativa es insalvable porque su candidato no tiene gestión de gobierno que mostrar, por ello recurre a invertir la percepción de ésto acentuando las asimetrías, haciéndose ver como las víctimas de una campaña electoral en la que tienen “todos los factores en contra”. Según su lógica del chantaje opositor, Maduro no debería ejercer gestión de Gobierno, no debería mencionar a su padre político, no debería estar en contacto con el Pueblo dándole respuesta a sus requerimientos para que así su candidatura esté al “mismo nivel” que la de Capriles: un Gobernador sin gestión, sin ideales políticos definidos, sin empatía con el elector de a pie. Allí está la clave del “ventajismo”.

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