Esto es lo que vemos ahora en la entrada de los comercios |
Vivimos
una Guerra Económica que tiene en jaque al Gobierno Bolivariano y al
pueblo venezolano por las distorsiones recurrentes que vemos en las
cadenas de suministro a lo largo y ancho del territorio nacional. El
fluir del comercio está completamente pervertido y a merced de los
caprichos de las élites que dominan la economía del país. El
sector privado se paga y se da el vuelto, mientras las instituciones
del Estado aplican medidas que se traducen en desaciertos porque no
brindan soluciones a los problemas.
Una
cadena de suministro tiene como mínimo tres eslabones: fabricante o
importador, comercializador o distribuidor y el minorista que es
quien expende el producto al consumidor final. Lo común en nuestro
país, es que la burguesía sea dueña de la fábrica o de la
importadora, de la comercializadora o distribuidora y de las grandes
cadenas de tiendas al detal. Existen pequeños negocios propiedad de
comerciantes sin mayor poder en la toma de decisiones a nivel de los
productos que venden pero éstos no son determinantes.
Los
eslabones que más sabotean la economía venezolana son los dos
primeros. Fallas intencionales en líneas de producción o retrasos
en importación. Retardos en distribución. Especulación impune y en
ascenso por parte de distribuidores y proveedores, además del
bachaqueo promovido por un porcentaje mayoritario de fabricantes,
importadores, comercializadores y distribuidores que directamente
trasladan sus mercancías a Colombia. Sus productos ni siquiera pasan
por las tiendas minoristas, sino que son almacenados en galpones
clandestinos para luego ser trasladados al vecino país. Por cada
galpón con mercancía acaparada que encuentran y pasan por TV debe
haber como 100 más que nadie descubre con todos los productos que
escasean.
Como la
revolución bolivariana está sostenida por un Estado burgués
reformista, vemos que las medidas poco o nada afectan a la burguesía
parasitaria. En cambio, la presión recae sobre el consumidor final o
pueblo, porque la dinámica ha impuesto la creencia que el problema
que vivimos es preponderantemente de quienes vamos a comprar al
mercado. En consecuencia, ahora vemos lo de “por el número de
cédula”, medida impopular que se implementa en la mayoría de los comercios
pero que no soluciona nada, incomodando aún más al
consumidor.
Es inocuo restringir el flujo de los compradores en los establecimientos, cuando la falla puntual recae en la inexistencia de productos para comprar. El ataque debe ser frontal contra fabricantes, importadores, distribuidores y comercializadores. ¡Ya basta de medidas que sólo perjudican al pueblo mientras la élites económicas se burlan sin descanso de la revolución!
Es inocuo restringir el flujo de los compradores en los establecimientos, cuando la falla puntual recae en la inexistencia de productos para comprar. El ataque debe ser frontal contra fabricantes, importadores, distribuidores y comercializadores. ¡Ya basta de medidas que sólo perjudican al pueblo mientras la élites económicas se burlan sin descanso de la revolución!
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