viernes, 6 de marzo de 2015

"Por el número de Cédula"

Esto es lo que vemos ahora en la entrada de los comercios

Vivimos una Guerra Económica que tiene en jaque al Gobierno Bolivariano y al pueblo venezolano por las distorsiones recurrentes que vemos en las cadenas de suministro a lo largo y ancho del territorio nacional. El fluir del comercio está completamente pervertido y a merced de los caprichos de las élites que dominan la economía del país. El sector privado se paga y se da el vuelto, mientras las instituciones del Estado aplican medidas que se traducen en desaciertos porque no brindan soluciones a los problemas.

Una cadena de suministro tiene como mínimo tres eslabones: fabricante o importador, comercializador o distribuidor y el minorista que es quien expende el producto al consumidor final. Lo común en nuestro país, es que la burguesía sea dueña de la fábrica o de la importadora, de la comercializadora o distribuidora y de las grandes cadenas de tiendas al detal. Existen pequeños negocios propiedad de comerciantes sin mayor poder en la toma de decisiones a nivel de los productos que venden pero éstos no son determinantes.

Los eslabones que más sabotean la economía venezolana son los dos primeros. Fallas intencionales en líneas de producción o retrasos en importación. Retardos en distribución. Especulación impune y en ascenso por parte de distribuidores y proveedores, además del bachaqueo promovido por un porcentaje mayoritario de fabricantes, importadores, comercializadores y distribuidores que directamente trasladan sus mercancías a Colombia. Sus productos ni siquiera pasan por las tiendas minoristas, sino que son almacenados en galpones clandestinos para luego ser trasladados al vecino país. Por cada galpón con mercancía acaparada que encuentran y pasan por TV debe haber como 100 más que nadie descubre con todos los productos que escasean.

Como la revolución bolivariana está sostenida por un Estado burgués reformista, vemos que las medidas poco o nada afectan a la burguesía parasitaria. En cambio, la presión recae sobre el consumidor final o pueblo, porque la dinámica ha impuesto la creencia que el problema que vivimos es preponderantemente de quienes vamos a comprar al mercado. En consecuencia, ahora vemos lo de “por el número de cédula”, medida impopular que se implementa en la mayoría de los comercios pero que no soluciona nada, incomodando aún más al consumidor.

Es inocuo restringir el flujo de los compradores en los establecimientos, cuando la falla puntual recae en la inexistencia de productos para comprar. El ataque debe ser frontal contra fabricantes, importadores, distribuidores y comercializadores. ¡Ya basta de medidas que sólo perjudican al pueblo mientras la élites económicas se burlan sin descanso de la revolución!

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