La
simbología, la moral, la ideología, la hegemonía e imposición de
un sólo modelo de vida contra la libertad de pensamiento y acción
son los elementos que adornan el nuevo teatro de operaciones: la
mente. Hoy vivimos en una Venezuela asediada por todos los flancos:
económico, mediático, político, fronterizo, militar, diplomático,
institucional, sicológico, etc. para que el pueblo se “quiebre”
y trastorne así la paz sólida que la revolución bolivariana ha
mantenido durante más de 15 años.
Cuando
Obama afirma a través de una orden ejecutiva que Venezuela es una
“amenaza extraordinaria e inusual” deja en claro que no tiene ni
idea de qué hacer a nivel táctico para que las circunstancias
desemboquen en el caos que los analistas y asesores de la Casa Blanca
proyectan para el país. Lo hacen todo y el tiro les sigue saliendo
por la culata. Derrota tras derrota, falla tras falla,
sistemáticamente vencidos lucen sus intereses que son los mismos de
la oposición apátrida.
La
última amenaza del imperio decadente, debe entenderse como una
reacción desesperada ante cuentas que no dan los resultados
esperados. Por sólo mencionar algunos factores: aumento y
estabilización de los precios del petróleo, mayor tino
gubernamental en el ataque contra la guerra económica y perspectivas
de derrota para las futuras elecciones de la AN. El panorama debería
lucir apocalíptico y sin posibilidad alguna de victoria para el
gobierno chavista, pero la realidad apunta a una caída libre de la
oposición en el abismo de la derrota.
Washington
se impacienta y con torpeza neandertal arremete contra la patria de
Bolívar. La provocación no es más que el estímulo diseñado por
sus “cerebros de la guerra” para generar mayores roces y fricción
tendiente a un conflicto armado. Como saben no existen las
condiciones en su opinión pública para justificar una intervención
contra Venezuela, empiezan a elaborar la utilería que servirá en el
montaje de su teatro.
Lo que
hace EEUU hoy se asemeja al piromaníaco que rocía gasolina por todo
un terreno y reparte fósforos y encendedores para que alguien más
“inicie” el fuego. Todo recae en la moral y el respeto del
Derecho Internacional Público. Antes que en el terreno físico, la
guerra debe ganarse en el terreno moral y de la psiquis. Venezuela no
está sóla, eso lo saben los gringos e intentan por todas las vías
concretar un aislamiento de facto. Mantener la paz, es la victoria
para la revolución.
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