martes, 10 de marzo de 2015

Tercera Guerra Mundial, Venezuela



La simbología, la moral, la ideología, la hegemonía e imposición de un sólo modelo de vida contra la libertad de pensamiento y acción son los elementos que adornan el nuevo teatro de operaciones: la mente. Hoy vivimos en una Venezuela asediada por todos los flancos: económico, mediático, político, fronterizo, militar, diplomático, institucional, sicológico, etc. para que el pueblo se “quiebre” y trastorne así la paz sólida que la revolución bolivariana ha mantenido durante más de 15 años.

Cuando Obama afirma a través de una orden ejecutiva que Venezuela es una “amenaza extraordinaria e inusual” deja en claro que no tiene ni idea de qué hacer a nivel táctico para que las circunstancias desemboquen en el caos que los analistas y asesores de la Casa Blanca proyectan para el país. Lo hacen todo y el tiro les sigue saliendo por la culata. Derrota tras derrota, falla tras falla, sistemáticamente vencidos lucen sus intereses que son los mismos de la oposición apátrida.

La última amenaza del imperio decadente, debe entenderse como una reacción desesperada ante cuentas que no dan los resultados esperados. Por sólo mencionar algunos factores: aumento y estabilización de los precios del petróleo, mayor tino gubernamental en el ataque contra la guerra económica y perspectivas de derrota para las futuras elecciones de la AN. El panorama debería lucir apocalíptico y sin posibilidad alguna de victoria para el gobierno chavista, pero la realidad apunta a una caída libre de la oposición en el abismo de la derrota.

Washington se impacienta y con torpeza neandertal arremete contra la patria de Bolívar. La provocación no es más que el estímulo diseñado por sus “cerebros de la guerra” para generar mayores roces y fricción tendiente a un conflicto armado. Como saben no existen las condiciones en su opinión pública para justificar una intervención contra Venezuela, empiezan a elaborar la utilería que servirá en el montaje de su teatro.

Lo que hace EEUU hoy se asemeja al piromaníaco que rocía gasolina por todo un terreno y reparte fósforos y encendedores para que alguien más “inicie” el fuego. Todo recae en la moral y el respeto del Derecho Internacional Público. Antes que en el terreno físico, la guerra debe ganarse en el terreno moral y de la psiquis. Venezuela no está sóla, eso lo saben los gringos e intentan por todas las vías concretar un aislamiento de facto. Mantener la paz, es la victoria para la revolución.

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